Malena Blanco: “Estamos al borde del colapso y somos capaces de extinguir el mundo”

Por Marisol Ramos
Foto Revista Almagro

Malena Blanco es publicista, activista y hace siete años fundó Voicot, un movimiento que lucha por la liberación animal, junto a Federico Callegari. A los once años vio un documental en el cual asesinaban a una vaca y decidió hacerse vegetariana. De adulta comenzó a iniciarse en el veganismo y el activismo. Según plantea, cuestionar lo que comemos es difícil porque implica cuestionarnos a nosotros mismos. “Voicot nace de la necesidad de contarle al mundo lo que sucede detrás del pedazo de comida, de los hábitos y de todo lo que construimos como sociedad. Es la mezcla de nuestra idea de cambiar el mundo por uno más justo y de las herramientas que tenemos como publicistas para poder comunicar”, cuenta en esta entrevista con Sudestada.

Voicot tiene su espacio en el local 54 de la Galería Patio Liceo, ubicada sobre la reconocida Avenida Santa Fe, en plena Ciudad de Buenos Aires. Hace más de un año que le abrió sus puertas a les activistas para trabajar y continuar con la lucha. Al entrar, se pueden ver carteles, afiches y libros que hablan sobre especismo, veganismo y antiespecismo de escritores que tienen diferentes posturas. También se encuentran a la venta remeras y camperas con diseños creados por el movimiento y sus participantes.

Blanco afirma que Voicot se sustenta de las ventas de sus productos en la tienda y vía online. Todos los ingresos se destinan al alquiler del lugar y para las personas que trabajan o colaboran para la organización. Las donaciones que reciben son otorgadas mensualmente a santuarios, como Jaulas Vacías, Pájaros Caídos y El paraíso de los animales. También comenzarán a donar a Mujeres Indígenas por el Buen Vivir. “La tienda está completamente pensada para hacer activismo. Todo el material sirve para difundir el mensaje. Por ejemplo, tenemos sellos que usamos para estampar billetes. Eso es muy significativo porque ese efectivo que ganamos por nuestro trabajo es el que financia la explotación animal”, explica la activista.

— ¿Qué tipo de activismo realiza Voicot?

Todos están relacionados con la comunicación. También hacemos investigaciones en mataderos y centros de explotación animal porque es importante que la gente vea lo que pasa en el país en donde vive, para no crean que ellos no tienen nada que ver con lo que está pasando. Entonces de alguna manera nos vemos obligados a hacer esas investigaciones, pero por un tema de eficacia en la comunicación.

Crédito: Voicot

— ¿Trabajan con personas u otras organizaciones internacionales para difundir el mensaje? 

Sí, trabajamos con otras personas en otros países. Voicot tiene la parte de difusión V, que son las pegatinas de afiches. Hemos trabajado con otras organizaciones como Igualdad Animal, The Save Moment y Health Save. Creo que es fundamental trabajar con más gente, hacer red y llevar el mensaje a todos lados. Es una forma de sumar gente al activismo y que no quede entre tres o cuatro personas. Tenemos todo nuestro material para descargar de manera gratuita, entonces vos estés donde estés, en cualquier parte del mundo, lo podés descargar y salir a hacer activismo. Esa es la idea principal: que cualquiera pueda salir a activar y que haya muchas voces contando lo que pasa.

— ¿Qué sentís cuando estás en los mataderos y vigilias? ¿Cómo lográs enfrentar lo que sucede allí y filmarlo? 

Yo soy fotógrafa, entonces me apoyo mucho en la estética de la imagen a la hora de filmar o sacar fotos en un matadero o cualquier tipo de centro de explotación animal. Para no conectar, trato de no mirar a los animales a los ojos. De alguna manera, la cámara me hace de escudo y pienso en los planos, en que la imagen quede bien, y tengo muy en cuenta que si yo me quiebro o me enfoco en lo que me pasa a mí y no en lo que quiero mostrar va a ser menos efectivo. Así no voy a lograr el objetivo que quiero, que es que la gente se entere de lo que pasa ahí adentro y que empatice. También hay que entender que no todo el mundo lo puede hacer, y eso no está mal. Hay cosas diferentes que seguro esas personas van a poder hacer y que otras no. No hay que obligar a nadie a exponerse a situaciones de violencia, que desde mi punto de vista te quiebran para siempre. Mi consejo es que cada uno vea primero si quiere entrar y usar la cámara o los recursos que tenga para que el material que registre tenga el efecto más efectivo en la población.

— ¿Cúal fue la experiencia más fuerte que viviste en busca de la liberación animal? 

Todas son traumáticas. Creo que una de las más fuertes fue la del vuelco del camión de Cardales. Fue una masacre. Los cerdos son muy sociables y gritan un montón. A diferencia de las vacas, demuestran mucho su dolo y empatizás muy fácil con ellos. Algunos animales estaban vivos y otros moribundos, y la gente los pisoteaba y los agarraba con un alambre de acero para llevarlos a otro camión que iba al matadero. Fue tan tremendo que el primer bombero en llegar se tuvo que ir por las imágenes, y llamó a un compañero para que lo cubriera. Lo que pasa cuando hay accidentes es que nadie está preparado para lo que se va a encontrar. En cambio cuando uno va a un matadero, sí sabe, entonces se prepara psicológicamente para enfrentarlo.

— Mucha gente cree que una dieta basada en plantas es muy costosa. ¿Es así? 

La gente dice un montón de cosas sobre el veganismo para seguir perpetuando la explotación animal y para no hacerse cargo. Porque no es fácil, porque cuestionar lo que comemos es cuestionarnos a nosotros. Pero no es real que una dieta basada en plantas sea más cara. También se dice que te hace mal a la salud, pero comer animales y sus derivados son las principales causa de enfermedades. Si estamos hablando de salud, habría que tener en cuenta muy seriamente qué es lo que nos llevamos a la boca. La canasta básica que ofrece el gobierno es comida que tiene veneno, contiene harinas, azúcares, carnes, grasas saturadas. También hay que tener en cuenta para quien resulta más caro. Si ponemos a la Tierra en la ecuación, para el planeta es bastante caro que sigamos consumiendo lo que consumimos. Creo que quienes tenemos privilegios y la oportunidad de hacerlo, tenemos la obligación de cambiar nuestros hábitos. El mundo más allá del carnismo es hermoso, es creativo, re rico, solamente hay que querer hacerlo. La gente que dice estas cosas suele no tener la información, porque si la tuviera es de un lugar al que no se vuelve. Cuando consumimos carne se nos pudre en el cuerpo, como cualquier cadáver. Somos todos seres rotos en este sistema en el cual no encajamos, tenemos que empezar a trabajar vínculos con amorosidad con todo lo demás, y esto incluye nuestro alimento.

— ¿Cómo relacionas la problemática ambiental y los últimos incendios en nuestro país con el veganismo?

Lo que está pasando está completamente relacionado con este sistema extractivista, explotador y opresivo que abusa de las demás especies y de las poblaciones vulnerables para seguir enriqueciendo a una pequeña parte de la población. No tiene sentido llenar de plata a algunos y que tantas otras personas y animales sufran de hambre en un mundo que nos puede dar mucho más, que es empático y colaborativo. Básicamente, este sistema en el cual nacimos, y que de alguna manera somos, no tiene sentido. Por eso es importante cuestionarnos primero para después poder cuestionar todo lo demás. Los incendios tienen relación con esto porque la parte pequeña de esos territorios es para negocios inmobiliarios, y la otra es para alimentar al ganado. Después de que se incendia, el rebrote pasa a ser alimento más barato. La expansión de la frontera agropecuaria es una de las principales razones de las quemas. Este mes en la amazonia se quemó todo lo que se incendió el año pasado. Resulta raro que no se incendien campos de soja y de maíz y lo que se queme sean montes y bosques. Hay toda una intención y negociados detrás de todo lo que está pasando.

Crédito: Voicot

— ¿Qué pensás del modelo de producción y consumo en Argentina? ¿Considerás que las grandes industrias temen a un cambio de alimentación?

El modelo de producción y consumo en Argentina es nefasto, igual que en todo el mundo. El gran problema es que tiene su eje en el capitalismo. Es muy injusto que se beneficie a unos poquitos en base a la pobreza y la miseria de todos los demás. Estaría bueno pensar en un modelo con otro tipo de organizaciones, no basado en lo masivo. Volver a otras formas, a compartir la naturaleza desde otro lugar, tener otro tipo de relación con ella. Deberíamos volver a las bases: somos parte de la naturaleza, de la trama de la vida. Somos una especie más, no somos más que eso. Entonces no podemos destruir todas las demás. Es absurdo porque nos estamos matando a nosotros mismos. La biodiversidad es la representación de la vida y este sistema la rechaza. Creo que son construcciones viejas que no están acordes a un 2020 con un mundo prendiéndose fuego y yendo hacia el colapso. Debemos analizarlas y cambiarlas.

— ¿Qué representa la frase “somos la especie en peligro de extinguirlo todo”?

Significa que estamos en la sexta extinción masiva por primera vez a cargo de una única especie, la nuestra. Se está incendiando todo, estamos matando animales. Cada día hay más sufrimiento que el anterior. Estamos al borde del colapso y somos capaces de destruirnos, de extinguir el mundo. Si no despertamos, si no hacemos el click, si no cambiamos nuestros hábitos de consumo, el cambio personal ya no va a ser suficiente. El cambio tiene que ser colectivo, trabajando vínculos de amorosidad para con todo lo demás. Hay que salir a las calles, hay que pensar ideas y hay que usar la creatividad para hacer un mundo más justo para todos.

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