Con la aparición de las redes sociales se logró en cierta medida la democratización de los discursos y muchas personas lograron alcanzar una mayor llegada, que tal vez no habrían conseguido con los medios tradicionales. Sin embargo, en los últimos años diversxs activistas y medios de comunicación se encontraron con que sus contenidos estaban bloqueados, ocultos o incluso con sus cuentas eliminadas. La discriminación por motivos de género, racistas, gordo-odiantes y gerontofobicas son parte del motor de estas censuras. ¿A qué se debe esto? ¿Por qué se elimina una madre amamantando pero no sucede nada con un posteo que reproduce violencias?
Por Florencia Da Silva
Determinadas cuentas que llevan su militancia hacia lo digital se encontraron con una serie de restricciones por parte de plataformas como Instagram y Facebook, que pertenecen a Meta. Se han eliminado posteos y cuentas por fotografías en donde se ven pezones, donde hay ciertos desnudos, también aquellas que están protagonizadas por cuerpos gordos o con palabras que se consideran como incorrectas, entre otras tantas razones que muchas veces no están del todo claras. Como consecuencia, a partir de las denuncias de usuarios que están en contra de determinado activismo, se controla el contenido que circula en las redes y las voces que quieren participar para aportar otra mirada.
También otras cuentas padecen el shadowban, que es cuando se inhibe o limita la circulación normal de los contenidos a partir de que se haya detectado la proliferación de determinados temas o contenidos. Sin embargo, muchxs activistas denunciaron que se borraron sus imágenes o limitaron su llegada a lxs usuarios por una fotografía artística o un discurso en contra de los mandatos y la hegemonía, pero que no sucede lo mismo con otro tipos de cuentas que difunden desnudos sin consentimiento e incluso imágenes que reproducen algún tipo de abuso o violencia. A partir de estas restricciones y bloqueos a los discursos de diversxs activistas, aparece el reclamo por derechos como el del acceso a la información y la libre expresión.
Sobre este tema, dialogamos con Marina Benítez Demtschenko, Especialista en Derecho Informático con enfoque feminista y fundadora de Activismo Digital Feminista: “La censura es una forma de mencionar lo que se ha instalado principalmente desde los activismos a nivel internacional en relación a contenidos que terminan siendo sancionados por las plataformas por incumplir lo que se llama “los términos y condiciones o las políticas de privacidad” que marcan las pautas. Si en algún caso hay una contrariedad a esas pautas, que la comunidad digital no las conoce, las plataformas responden frente al reclamo de personas particulares que reportan un contenido o una cuenta, o las detectan automáticamente y las dan de baja”. Además, agregó: “Los activismos que se desenvuelven digitalmente acusan que hay una clara restricción a la libre distribución de la información, que sin dudas las plataformas como empresas privadas manejan y manipulan. Esto se viene visibilizando desde los núcleos de hacktivismo, que es un movimiento político que apela a los atropellos de las grandes empresas de servicios digitales en relación a usuarixs de la comunidad digital”.
Según explicó la especialista en derecho informático, estamos en una gran desventaja en relación con el poder que tienen quienes dirigen estas empresas, ya que bajo el pretexto de que es “todo gratuito”, no responden a la altura de ciertas necesidades como la distribución equitativa, igualitaria, independientemente del contenido, teniendo en cuenta el cumplimiento de las condiciones de la plataforma. “A mi entender, lo relacionado con los términos y condiciones están bien y si no nos gusta podemos ir a otra plataforma. Lo que sí se cuestiona es la transparencia. Tienen que decir con claridad cuáles son esas reglas. No explican cuál es el índice de reportes al que no responden, bajo qué conceptos eliminan cuentas cuando en apariencia no se ha habido una infracción, por qué no hay un sistema de advertencia previa como dicen tener”, subrayó.
Una de las grandes problemáticas, con respecto a la eliminación de los contenidos digitales, tiene que ver con los mecanismos de revisión que llevan a cabo frente a los reportes que realizan los usuarios. “Históricamente Meta tuvo grupos humanos de revisión que estaban radicados en Estados Unidos. Ahora también pero son más locales, se han ampliado por regiones. Pero antes quienes revisaban esas supuestas infracciones no entendían el lenguaje, idioma, modismo del territorio, pero los daban de baja igual. Esto cambió aunque todavía sigue siendo pésimo el nivel de respuesta a reportes y no lo pueden encauzar. Se entiende que hay mil millones de reportes por día y no dan abasto. Pero esto se podría saldar no solo con informes de transparencia adecuados para que se sepa atenerse y si aceptar o no, sino también con grupos humanos que puedan responder mejor a los reportes”.
Otra cuestión importante a destacar es la implicancia del factor económico. Quienes están detrás del financiamiento y las empresas que se alían a estas empresas, tienen intereses en base a su bolsillo, lo que pueden vender, lo que se contrapone con sus intereses y cuestiona sus productos. “Está el ejemplo del caso de Mujeres que no Fueron Tapa, que las voy a representar legalmente. Vienen experimentando esta cuestión de la limitación de la circulación de su información desde al menos dos meses. Empezó con la exposición de temas sensibles, como por ejemplo la no maternidad y además se vieron muy atacadas por personas en las redes. No infringieron ninguna normativa pero notaron ese declive, incluso con seguidorxs de su propio Instagram que les decían que no veían lo que publican. Por eso, sería apropiado tener un canal con la plataforma que dijera que determinada cuestión no se puede abordar por política de la empresa. Eso las empresas saben y aun así no tratan de reparar ni atender”, sostuvo la abogada. Y agregó: “A las plataformas no les interesa el contenido, lo que sí les importa es que se conecte con cosas que quieren vender otras empresas vinculadas. Las grandes empresas tecnodigitales están más allá del caso particular, pero también es muy cierto que si estamos en una era coronada por la idea de que internet surge para poder liberar contenido y hacer llegar información a donde nunca antes han tenido acceso, entonces hay en pendiente un gran compromiso de parte de las plataformas que todavía no se ha abordado. Priman los intereses económicos, de cotización en bolsa. Hay que cuestionarnos qué elegimos, cuál es la alternativa”.