La culpa no es del pobre

La modelo Nicole Neumann anunció en un móvil de televisión que dio positivo en el test de Covid-19 y le echó la culpa a su a la empleada doméstica.

Siempre hay un chivo expiatorio social a quien cargarle la responsabilidad: Nicole Neumann tiene Covid-19. Viajaba todos los días a los estudios de televisión, pero Neumann está segura de que su trabajadora doméstica la contagió.

¿Como está tan segura? Porque la empleada es pobre. Militante de la teoría de que el virus era una mentira hasta que le tocó a ella, Neumann decidió mantener trabajando cama adentro a la empleada y darle franco cada 15 días, para que pueda ver a sus hijos. Pese a que las dos mujeres son positivas de Covid-19, ¿adiviná cuál de las dos está en un centro de aislamiento y cuál en la comodidad de su hogar de lujo?

Pequeñas lecciones que va dejando un virus: nunca afecta por igual a todos. La cuestión de clase siempre impone condiciones, aún a la hora de buscar culpables. “Me alarmé (por la pérdida de olfato) y le pedí por favor que se quedara en su cuarto hasta que le hicieran el testeo. No hubo reuniones, no hubo nada. Un mínimo descuido del que tenés al lado”, aseguró, dando a entender que la empleada había llevado el virus. Aunque no hay forma de corroborarlo, y Nicole omitió decir que ella visitó estudios de televisión desde que empezó la cuarentena, el hecho invita a reflexionar sobre la situación de las trabajadoras particulares en este contexto.

Según un informe de las Naciones Unidas, entre los sectores más afectados por la pandemia se encuentran las trabajadoras de casas particulares, que en muchos casos vieron reducidos sus ingresos. De acuerdo con la OIT (Organización Internacional del Trabajo), más del 95 por ciento de las personas que trabajan en casas particulares son mujeres y más del 75 por ciento de ellas no está registrada, razón por la que desde la ONU (Organización de las Naciones Unidas) alertan: “Esta alta tasa de informalidad coloca a las empleadas domésticas en una situación de extrema vulnerabilidad, ya que no solo reciben una remuneración injusta por su trabajo, sino que se encuentran frente al peligro de perder su sustento de vida de forma inmediata (y sin posibilidad de sustitución) debido a la cuarentena obligatoria”.

En esa línea, en el 60 por ciento del total de hogares encuestados disminuyeron los ingresos y el porcentaje se incrementa al 63 por ciento en villas y asentamientos, en donde, ya desde antes de la pandemia, se registró que más del 85 por ciento de las/los trabajadoras/es de los barrios populares son empleados/as informales, eventuales o independientes. Así, las paupérrimas condiciones laborales para las trabajadoras domésticas se acentúan por la pandemia.


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