El 12 se junio se lanzó en forma digital el nuevo disco del trovador cubano universal. Aquí, un repaso detallado por las claves y misterios sociales y personales que Silvio Rodríguez explora, con cotidiana genialidad, en Para la espera.
Por: Patricio Féminis
Silvio Rodríguez sonríe con un pajarito en su mano izquierda. En la otra tiene tatuadas una flor y una calavera. En una alta terraza en La Habana, Silvio sonríe apretando los labios, entre los bigotes y la barbilla blanca. A la sombra de las palmeras entrelazadas a su espalda. En el margen superior izquierdo de la pantalla está el logo de Ojalá, su sello y estudio en su ciudad patria. Es la imagen final del video “Danzón para la espera”, que da nombre al primer disco de Silvio con sólo voz y guitarra en el siglo xxi: Para la espera.
“Este es un clip que hizo mi hija Malva Rodríguez González con un teléfono, en plena cuarentena. Iba a ser un recuerdo familiar, pero me gustó tanto que decidí compartirlo con ustedes”, escribió Silvio bajo el video, en YouTube. Y en una entrevista con la periodista cubana Mónica Rivero (y que subió a su propio blog Segunda Cita) reveló: “‘Para la espera’ es simplemente una frase que extraje de la canción, y que tiene que ver con el presente. Nada más. Esa sencillez es la explicación”.
Quizá, delante de Rivero, Silvio se rió: “La portada la diseñé yo, con una fotografía del argentino Daniel Mordzinski y no tiene ningún significado especial. Los pies están ahí porque no me cupieron abajo. Existen cosas que parecen muy bien pensadas y que en realidad son accidentales”. ¿Cuánto habrá esperado al pajarito hacia su mano? ¿Cómo espera Silvio la vida, y todo regreso a la calma definitiva en La Habana?
Para la espera se editó online el 12 de junio (es el primero, en su historia de genio trovador, sólo lanzado en digital) y son 13 obras sin par. Silvio alcanza su máxima inspiración con su voz, su guitarra, su bajo y su percusión. “El disco está hecho de canciones muy distintas entre sí, y eso es algo que me complace. Eso y que no hay violencia”, le confió a Rivero. “Son introspectivas, suavecitas. Aunque nunca me gustaron las canciones bonitas. No las persigo ni las odio tampoco, pero desconfío un poco de lo bonito, por principio”.
A los 73 años, su genialidad para releer la realidad no deja de conmocionar. Para la espera está dedicado a siete afectos que fallecieron entre marzo y abril de este año. A varios cubanos (su editor, el escritor, periodista y guionista Tupac Pinilla, al historietista y cineasta Juan Padrón y al poeta César López). A Luis Eduardo Aute. Al escritor chileno Luis Sepúlveda. A Marcos Mundstock, de Les Luthiers. Y al juglar mexicano Óscar Chávez, quien murió el 30 de abril por coronavirus.
¿Es un disco sobre la muerte? Así le respondió a Rivero: “No es que sea el tema central, pero por ahí pasa… de vez en cuando. Te vas a dar cuenta. Lo que sí te garantizo… es que el que hizo el disco está vivo”. Como todo heraldo de verdad, Silvio busca en Para la espera su propio ojo de futuro. ¿Cómo son, entonces, estas 13 canciones?
1) La adivinanza: Fue el primer adelanto del disco, el 15 de mayo. Un tema redondo, de 2014, que fluye sólo con su guitarra en sinuoso tono menor: “Adivina en qué mano yo traigo el amor, y te ganas el premio mayor. Adivina, adivina adivinador. Y te doy un boleto de sol”, pronuncia. Y más adelante se oye: “Adivina qué traigo en la diestra. Y en su hermana, adivina qué hay. Yo te juro que amor. Y encontrarlo será siempre la adivinanza final”.
Se abren más imágenes esenciales (nubes, pájaros, peces) y todo vuelve a comenzar. De tan sintéticas y poderosas, letra y música parecen brotadas del espeso aire cubano, pero esta canción que juega entre la primera y la segunda persona tiene destinatarixs igual de desafiantes: les niñes y les amantes.
2) Aunque no quiero, veo que me alejo: Hay un guitarreo y un silbido; una segunda guitarra que refuerza acordes en notas más agudas, y en rítmicos bajos. Hay una insinuación del furor cubano bajo el sol. Y una historia de amor que se desvanece con la noche sin respuesta: “Aunque no quiero, veo que me alejo. Y, para que no olvides que te tuve, te dejaré un mensaje en el espejo. Y la posdata dibujada en una nube”.
Habrá un flashback confesional hacia lo irremediable: “Anoche me seguían los demonios y no quise llevarlos a tu puerta. Saliendo el sol, logré burlar sus odios y no me voy hasta que no te vea despierta”. La canción es casi un juego, pero recobra la soledad a su reflejo: lo que unió a dos personas para siempre en un instante. Hasta que el cuerpo se terminó.
3) Conteo atrás: Esta obra de 2016 trae una progresión de blues ternario, a la manera de una carta sin resignación: “Ayer y hoy se fue mi tren, lleno de gente más puntual. Y otra vez no podré llegar”. El efecto elusivo es completo: “Lo escribo aquí, como señal. No quiero exceso de bondad. Al hacer mi conteo atrás”.
Aquí hay también uno de los rasgos cubanos más catárticos en todo proceso creativo sin igual: la autocrítica. La falta de comodidad.” Hoy, como ayer, llamé al hogar. Para decir una vez más, que otra vez no podré llegar. Mañana lo haré mejor”.
4) Noche sin fin y mar: Es el segundo single de Para la espera: lo subió el 22 de mayo pero fue presentado el 28 de septiembre de 2018 en el Teatro José Martí de La Habana. ¿A qué alude Silvio con suaves acordes de balada espectral? “Desde la noche sin fin baja una estrella hasta el mar. Luz que se quiere dormir, en la fresca oscuridad”.
Al final regalará una de las estrofas más bellas para esa estrella y su memoria: “En el lomo de un delfín voy a invitar a jugar. A esa luz que va a dormir. En la frescura del mar. Porque yo quiero saber. Todo lo que sabés tú. Los universos de ayer. Los mañanas del azul”. Esta canción está dedicada a otro trovador de noches y de mar: Luis Eduardo Aute. Se la llegó a cantar en su coma, en el hospital. Y dicen que por un rato despertó.
5) Viene la cosa: A esta canción bien trovadoresca la presentó el 29 de mayo, como tercer single, pero su letra fue subida el 13 de octubre de 2016 al blog Segunda Cita. Viene la cosa conjura el miedo recurrente de los cubanos (y de todos por aquí) a las inminencias militares, abusivas o económicas de afuera: “Viene la cosa, viene la cosa fea. Viene la cosa, como mano de brea”.
Esta canción sonó muchas veces en la gira de Silvio por los barrios de La Habana, que llevaba 109 conciertos hasta que llegó la pandemia. Esa “cosa” tendrá significados necesarios (el imperialismo, la desazón global, las paranoias apocalípticas, lo que sea). Hay una cosa que no puede ser negada: “Viene más que la luz. Viene para acabar. Por eso el avestruz, no tiene ya lugar”.
6) Jugábamos a Dios: Integró la banda sonora del filme Afinidades (2010), de los cubanos Jorge Perugorría y Vladimir Cruz: un drama psicológico filmado en la región frondosa de Ciénaga de Zapata, para hablar del amor, del sexo, de la corrupción y de todo lo demás. Con todo esto, Silvio hizo una canción de convicción eterna: “Jugábamos a Dios, sin reparar en ser felices. Saltábamos al sol, sin tiempo para cicatrices. Sin horas, ni lujos, pelotas, bromas y dibujos”.
Son 2.30 que harán elevar lo terrenal: “Ahora que se fue el tiempo bienaventurado. Te invito a conocer, de nuevo un corazón alado. Modesto, gastado. Que al verte ha recordado ser un dios enamorado”.
7) Si Lucifer volviera al paraíso: Es el tema más largo del disco (5 minutos exactos), estaba inédito desde 2013 y contiene esas dificultades armónicas tan seductoras: “El ángel más hermoso y consentido fue desterrado, por contradecir. Y, desde entonces, a todos los nacidos se nos suele juzgar por discutir. Si Lucifer volviera al paraíso. Si fuera perdonado por la ley. Por todo lo que dijo y lo que hizo. Sólo fuera uno más de nuestra grey”.
8) Una sombra: Trae, desde 2016, una respiración del barroco, en sus acordes y notas iniciales, y fluye en 1.41 a una melodía bien cubana, en una letra que se lee a la manera de un haiku: “Una sombra imperceptible al mediodía. Una sombra que jamás lo parecía. Una sombra que era sol. Una sombra que creció. Es la sombra que hoy sorprendo. Devorándome el amor”.
9) Los Aliviadores: Esta canción, de rítmica bien cubana, pertenece a los relatos épicos de Silvio que devienen una meditación jocosa sobre sí mismo. Emplea como puntapié la historia del médico, filósofo y músico Albert Schweitzer (Premio Nobel de la Paz 1952), quien hizo misiones en África. Con él busca otra épica muy necesaria: la de su propia hija Malva y su nieto Diego, “los aliviadores de dolores en los dedos y en la espalda”.
En esa asociación literaria que escribió en 2015, Silvio traza un chiste de amor en un salto espacio-temporal: qué bien que le habría venido a Schweitzer tener a mano a Malva y a Diego para que lo masajearan. “El Doctor Schweitzer caminó por toda el África. Curando a los enfermos sin perder el ánimo. Anduvo por montañas, selvas y llanuras. A pesar de padecer de las espaldas y los pies”.
10) Modo Frigio (Tema soñado): En 2018, Silvio tomó una escala descendente -en Fa sostenido- para las cuatro notas del bajo de este tema en tensión completa: “Una vez, una vez, una vez conocí. Una flor, una flor, una flor carmesí. Y pensé y pensé Y pensé ¿cuál será su absoluta, profunda y rotunda verdad?”.
Entonces se abre, metafísicamente, a algo inquietante. “Tic y tac, tic y tac, tic y tac del reloj. Hombrecito latiendo al compás de su dios. Tic y tac, tic y tac, de la flor y el jardín. Tic y tac de una historia que no tiene fin. Dando abrazos y besos me voy. Regresando a la cuna de hoy”.
11) Danzón para la espera: El 5 de junio presentó este tercer single. “Empecé a hacerla cuando los Cinco (los agentes cubanos arrestados en 1998 en Estados Unidos y condenados por espionaje) todavía estaban presos. Yo quería hacer una canción sobre eso, pero a veces a esos temas tan obviamente políticos es difícil acercarse de una manera que no sea vulgar. Siempre le quedó esa aureola de esperanza, así que la retomé ahora con lo que estamos viviendo y el hecho de que todo el mundo esté esperando y esperando”.
El estribillo contempla: “Un amor para decir te espero. Una piel donde aprender fragancia. Un azul para volver. Un sinsonte para ser. Y un danzón para bailar el ansia”. Y el estribillo completa: “Un danzón para esperar el alba. Un fulgor donde empezar de cero. Un relámpago inicial. Una gota en el cristal. Y una música del aguacero”.
12) Después de vivir: Es de 2015 y Silvio dijo: “Es misteriosa hasta para mí, porque habla de después de vivir. Se me ocurrió un día y lo grabé: eso de que hubiera un tiempo entre salir de la vida y entrar en la muerte”. Vale citar sus frases finales para estar con ella: “Después de vivir, a veces encuentro. Lo que en mis ojos tuve y no distinguí. Por ir envuelto de más sombras que luces. Después de vivir me queda una hora, antes de darme al sueño. Después de vivir y estar a solas, sin brújula y sin puerto”.
13) Página final (instrumental): Que los pacientes y los inquietos la analicen al final de este viaje. La espera valdrá la pena.