Por Editorial Sudestada
Ayer el gobierno volvió a reprimir a los jubilados. Como cada vez que el pueblo sale a manifestarse contra la política de miseria y hambre. Porque el presidente vetó el aumento miserable frente a un ingreso más miserable aún, y ellos y ellas salen a las calles, a reclamar por dignidad, por poder comer todos los días, por algo tan esencial como los medicamentos, por poder pagar la luz y el gas, por poder vivir sin -que además de cobrar 300 mil pesos y que se evaporen- se te rían en la cara, y si levantás la voz, te caguen a palos. Como ayer. Como días atrás. Y como si todo esto no alcanzara, los alfiles del peor gobierno democrático siguen defendiendo el ajuste, como Francos que con total impunidad e ignorancia intencional para afirmar que el sistema jubilatorio permitió que “muchos jóvenes de izquierda se jubilaran temprano”. O como Adorni que sale a decir que “no hay que tenerle miedo a la represión”.
Se “olvidan” estos fascistas de chapa y bastón como escudo, de Kosteki y Santillán, de los 39 asesinados en la represión del 2001, con Bullrich y Sturzenegger -por solo nombrar a dos de esta “gestión”- como parte del gobierno de De La Rúa que rajó en helicóptero. Se “olvidan” de Santiago Maldonado, de Rafael Nahuel, y del Pocho Lepratti, entre tantas humanidades arrebatadas por la represión estatal.
“Vamos a fondo contra los violentos”, sostuvo ayer mismo Bullrich frente a las imágenes de uniformados pegándole a los jubilados, algo que demuestra no sólo la crueldad y el cinismo, sino la intención al futuro. Porque el plan de empobrecimiento es peor aún. Porque eso solo se “defiende” con palos, gases y balas. Porque “necesitan” imponer miedo para que nadie más salga. Porque les pegan a todos y a todas por igual. Porque se ríen y disfrutan de que un jubilado cene un mate y almuerce un pancho todos los días. Porque desprecian tanto al pueblo, que no lo conocen.
Porque no saben lo que hay de este lado. Como los jubilados, que van al frente -una y otra vez- porque los derechos se consiguen o se defienden así, en la calle.