Marcha contra el gatillo fácil: Más de 9 mil víctimas de la violencia estatal

Por Editorial Sudestada

Porque la violencia estatal continúa, de hecho ha aumentado con el estigma hacia los sectores vulnerables, con la persecución a los pibes por morochos, negros, villeros, vagos, por tener visera, o porque “los ven como un delincuente”. Y así disparan, sin la “orden de alto” que además Bullrich ahora blanquea. Y la democracia lastima, porque en estos más de 40 años la violencia estatal-policial le arrebató la vida a más de 9 mil personas. Muchos por gatillo fácil, por “suicidios” en comisarías, o desaparecidos…

Porque la clase trabajadora sigue apuntada por uniformados de cualquier esquina y región, de cualquier destacamento y patrulla, pero con el mismo odio y violencia. Porque luego de fusilar a un pibe, mantienen el mismo discurso que con Lucas González, y el intento de plantar un arma. O como sostuvieron con Santiago Maldonado para afirmar que murió ahogado en medio metro de agua. O como la bala por la espalda a Rafita el mismo día que velaban a Santiago. O como a Luciano Arruga en Lomas del Mirador, por negarse a robar para ellos. O como a Mauricio Castillo que el año pasado caminaba tranquilo volviendo del laburo -albañil-, la policía lo frenó, lo detuvo y “apareció muerto” en la misma comisaría que torturaron a compañeros durante el terrorismo de Estado.

Sebastián Bordón, Lautaro Bugatto, Facundo Astudillo, los pibes de Monte, los de Budge, Alejandro Martínez, Walter Bulacio, Miguel Bru, Joaquín Paredes, Facundo Ferreira, algunos de los nombres de la violencia estatal bajo diferentes “gestiones”, distintas órdenes y maneras, pero misma criminalidad.

Hoy salimos a las calles porque en esta democracia siempre incompleta y ahora más cruel que nunca, más de 9 mil personas perdieron la vida por la violencia estatal, de la que casi nadie habla, de lo que intentan callar, o incluso propagar con el intento de sacar al ejército a las calles, de la doctrina Chocobar, y el aplauso a la milicada que mata por la espalda.

Por todo esto, y mucho más, salimos, gritamos, y jamás nos callamos.

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