Por Editorial Sudestada
La historia en realidad decía más o menos así: viudo, desempleado y padre de una pequeña hija (la Chilindrina), al tipo ese de jeans y remera negra gastada no le gustaba demasiado trabajar: “No hay trabajo malo… lo malo es tener que trabajar”, dijo alguna vez. Pero lo concreto es que el tal Don Ramón se la rebuscó siempre para llevar el pan a la mesa: con un pasado buscavidas como boxeador (“El Cuyo Hernández me quería para su establo”, le contó una vez al Chavo. La respuesta no se hizo esperar: “¿Le vieron cara de vaca?”) y torero, se las arregló con changas de peluquero, zapatero, ropavejero y vendedor de globos y churros. El karma para Don Ramón era, claro, la maldita renta. Catorce meses de alquiler le adeudaba al Señor Barriga, una deuda impagable que le exigía practicar a diario la gimnasia del chamuyo y la gambeta (“Con permisito, dijo Monchito”, era su célebre frase para hacer mutis por el foro).
Falleció el 9 de agosto de 1988, emboscado por un cáncer de pulmón y acompañado en sus últimas horas por su gran amiga Angelines Fernández, la actriz que había intentado –sin suerte– seducirlo en la ficción como la inolvidable Bruja del 71. Lo extraño, en todo caso, es intentar señalar ahora cuál era el rasgo entrañable que hacía diferente a Don Ramón del resto de los personajes de aquél programa mítico. Quizá era su gesto infantil asomado por detrás de esos bigotes y esas arrugas añejas, o esa extraña familiaridad que el pibe que miraba la tele encontraba en el personaje: Don Ramón se parecía demasiado a cualquier laburante de la cuadra, mezcla de atorrante y de tipo que debe asumir responsabilidades.
Quizá también porque el mismo pibe que se sentaba frente al televisor para dejarse llevar por la magia de ese programa (que hoy mira y disfruta por enésima vez, ahora mezclando su risa con las risitas de su hija), cuando las cosas le salen mal o se tropieza con alguna dificultad, no puede dejar de recordar y ensayar con cariño un mínimo homenaje, plagiado del inolvidable Ron Damón: “¡Me lleva el chanfle!”.