Por Editorial Sudestada
Luego de vetar la nueva fórmula de movilidad, de la transa repugnante primero en la Rosada con repercusión en el Congreso, el presidente juega al vicio del veto para defender a ultranza el déficit fiscal que tanto pregona. La enorme excusa para empobrecer al pueblo, para ausentar al Estado y convertirlo en criminal, y el as que pareciera tener para que sus alfiles “baratos” del recinto -o redacciones aliadas- repitan sin descanso con la pelota pateada siempre para un futuro lejano.
Es decir que Milei ya volvió a dejar bien en claro que el Estado no va a gastar un peso, por más que eso implique arrebatarnos derechos, impedir el acceso a las necesidades básicas, multiplicar el hambre en los barrios, la pobreza, el índice de desempleo, que las escuelas se caigan a pedazos, que las viandas estén podridas, que los hospitales se saturen, que la obra pública se anule y de ahí se deteriore todo, mucho más de lo que creemos. Que los jubilados no coman, pero tampoco se puedan medicar, igual que los pacientes oncológicos, con un abandono de persona que cuesta comprender que no tenga costo.
Frente a estas realidades -entre tantas- y con la crueldad de solo gobernar a través de una hoja de excel, es que el presidente avisa que “no importa lo que debatan”, que “no importa lo que voten los degenerados fiscales”, que “nada le interesa de los presupuestos universitarios”, que él va a vetar si se convierte en ley.
¿Qué harán en el Congreso, votarán por las universidades y después por el veto como hicieron ayer? ¿Saldrá De Loredo y los traidores históricos radicales a levantar “carpetas”, marchar con estudiantes para la foto, y abrazar a Milei bien lejos de la gente? ¿Apoyarán los sindicatos a la movilización que se viene, o jugarán como las orgas, a sacarse también la foto, y rajarse antes de los palos? ¿Se atreverá Bullrich a pegarle a los pibes, o no es lo mismo que con los viejos a quienes detestan?
¿Hoy debaten, o juegan a votar por si, por no, y a esperar el timbre de la cometa, otra vez?