Ni verde ni justa: la “ciudad de 15 minutos” de Horacio Rodríguez Larreta

Por Valeria Foglia

Tardar quince minutos en ir a trabajar, estudiar y esparcirse en la Ciudad de Buenos Aires. Esa es la esencia de las “ciudades de 15 minutos” cuya promoción el Gobierno de Horacio Rodríguez Larreta se comprometió a liderar a nivel global para “acelerar la acción climática” y una recuperación “verde y justa” de la pandemia. En los papeles incluye más espacios verdes, peatonales, bicisendas y cercanía de comercios, escuelas y centros de salud para reducir el transporte automotor. El anuncio va en sintonía con el Plan de Acción Climática (PAC) que fijó la meta de reducir un 53% las emisiones de dióxido de carbono (CO2) hacia 2030 y un 84% para 2050 según niveles de 2015. Pero la trayectoria del PRO expone su lógica privatista al servicio del mercado y no de necesidades populares a largo plazo. 
Fue la Red C40, que reúne a alcaldes de todo el mundo y de la que Larreta es vicepresidente, la que propuso este rol a la Ciudad de Buenos Aires, donde quince minutos es -con suerte- el tiempo que tardan el colectivo y el subte en llegar, y en este último caso el plus es el cancerígeno asbesto. Si “ir al centro” sigue siendo un clásico, menos conocido es el amparo que Larreta se niega a cumplir y que lo obliga a construir escuelas en comunas del sur. Pero el indicador más elocuente de hasta dónde llega la política ambiental del PRO es la progresiva eliminación de áreas verdes públicas.
“Adhiero a construir relaciones de cercanía en la Ciudad a escala barrial, como es el modelo de los quince minutos de París, el cual me parece una referencia muy clara”, dice en diálogo con Revista Sudestada expresó Fabio Márquez, licenciado en Diseño del Paisaje y director de la Comisión de Participación Social de Acumar. Sin embargo, considera que el Gobierno porteño “debería hacer radicalmente todo lo contrario a lo que hace” si se propone liderar este concepto de “ciudades policéntricas”, ya que su gestión “dista mucho de pararse en políticas de sostenibilidad ambiental”,
Márquez opina que la agenda del PRO está regida por el mercado y no por una gestión pública que permita planificar a largo plazo: “Apuesta más a los negocios inmobiliarios de amigos que a favorecer las necesidades que puedan tener los habitantes, especialmente los de los sectores con menos recursos”.
Las “ciudades de 15 minutos” no se tratan solo de cercanía a comercios y lugares de trabajo o estudio. Para Márquez la calidad ambiental urbana también tiene que ver con poder llegar caminando a espacios verdes. El mito de la “Ciudad verde” se derriba por la fuerza de los hechos: hoy el distrito más rico del país “no cuenta con la cantidad de espacios verdes mínimos recomendados por urbanistas, profesionales de la salud, ambientalistas e indicadores de planificación”, se lee en los fundamentos del proyecto de ley marco de espacios verdes públicos que decenas de organizaciones presentaron este año en la Legislatura. Según datos del propio Gobierno, en la Ciudad hay 1826 hectáreas de espacios verdes -tres reservas incluidas-, lo que representa seis metros cuadrados por habitante, menos de la mitad de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud y con un reparto muy desigual entre comunas.
La política del macrismo hacia los espacios verdes es “sumamente agresiva”, dice Márquez: “En cada plaza que ha intervenido ha dejado menos superficies verdes y ha ampliado las cementadas”. Desde su punto de vista, tanto Larreta como su predecesor, Mauricio Macri, desperdiciaron oportunidades de compensar este déficit con los pocos terrenos públicos que quedan, como se hizo con la “Supermanzana” de Barcelona y la “ciudad de 15 minutos” parisina, donde transformaron calles vehiculares en espacios públicos ajardinados.
El Gobierno porteño describe Buenos Aires como “una pequeña París” con “aire cosmopolita” y calles arboladas. Sin embargo, para el paisajista Márquez la gestión PRO del arbolado público -una solución natural para “verdificar calles” y atenuar “males urbanos producto de la quema de combustibles fósiles”- es “deficitaria”, y no solo por la cantidad: se necesitan más biodiversidad urbana y especies nativas.
En cambio, hay una tala sistemática que quita la cobertura vegetal que podría capturar CO2, purificar el aire, amortiguar inundaciones y reducir las “islas urbanas de calor” por la suma de edificios, pavimento, aires acondicionados y transporte. En la Ciudad, “la temperatura es entre 1,5 ºC y 3,5 ºC más elevada que en sus alrededores”, sostienen en el proyecto de ley de espacios verdes. A más calor, más consumo energético y más emisiones.

Costa Salquero

Costa Salguero, un caso testigo
El intento de privatizar el predio de más de treinta hectáreas de Costa Salguero y Punta Carrasco es uno de los más notorios en los últimos años. El plan para cementar el borde del río y construir edificios, hoteles, restaurantes y oficinas de alto poder adquisitivo despertó una enorme oposición por su impacto ecológico y cultural, que se expresó con marchas y bicicleteadas, pero también con una iniciativa popular que ya reunió más de quince mil firmas y audiencias públicas donde más del 97% de los oradores rechazaron la ley 6289 que habilitaba la venta, finalmente frenada por la Justicia tras declararla inconstitucional. 
El proyecto de la Costanera derriba casi punto por punto el plan climático de Larreta: en lugar de acondicionar edificios que ya existen, quieren construir nuevos que convertirán el área en fuente de mayores desechos y emisiones.
Márquez explica que, vencida la concesión, Costa Salguero y Punta Carrasco deberían volver a la Ciudad, y su predio debería convertirse en un “espacio verde, público, de uso libre, gratuito y recreativo”, destino que debería compartir con el resto de la ribera del Río de la Plata -aeroparque Jorge Newbery, clubes del norte, Tiro Federal y Ciudad Deportiva de Boca incluidos-.
El plan inmobiliario suma una nueva barrera para la cercanía al río, cuando según Márquez debería haber una política para retomar el contacto con ese “paisaje en su escena más importante y monumental, que es la vista del horizonte del Río de la Plata”.
El bloque del PRO busca realizar cambios cosméticos al proyecto para avanzar con la rezonificación. Márquez es categórico: “Lo de Costa Salguero es un gran negocio que nos ensucia el paisaje, nos estropea el acceso al río más ancho del mundo y lo que hace es que esas vistas sean privilegiadas para los que tengan plata para pagarlas, pero no para que la mayor parte de la población se pueda conectar con un espacio recreativo, de disfrute y encuentro social”.

La “ambición climática” del PRO

● La temperatura porteña subió 1 °C desde 1968 y los efectos de la crisis climática ya se sienten con olas de calor y frío e inundaciones.

● El PAC lanzado en abril apuesta a convertir Buenos Aires en una ciudad “carbono neutral, resiliente e inclusiva” hacia 2050. 

● Tras más de una década el transporte público -que debería ser alternativa a los automóviles- sigue usando diésel y es cada vez más caro y deficiente. 

● Las “soluciones basadas en la naturaleza” tienen cada vez más peso para la adaptación y mitigación. El PAC 2050 promete jardines de lluvia con canteros de retención, techos y muros verdes en edificaciones, 20 % más de arbolado y “forestación urbana” junto a “vecinos, organizaciones, alumnos y docentes”. 

● El PRO en 2020 echó a Alberto, cuidador y jardinero de la plaza Rodríguez Peña, e intentó desalojar una huerta comunitaria de El Reciclador Urbano en Chacarita.

Compartime!

Anterior

Norita Cortiñas: “Hasta la victoria siempre, Reinaldo”

Próxima

Matar a la Patagonia para darle vida a la vaca