Por Editorial Sudestada
Bajísimo rating, un Congreso semi vacío, y un presupuesto sin datos concretos.
“Déficit cero” es la bandera que el presidente levanta para intentar justificar todo, o prometer todo, o insultarnos, o mentir descaradamente, incluso para armar un “show” por el presupuesto 2025, sin mencionar números concretos, volver a repetir “teorías”, y eso sí: hablar del blindaje, con todo lo que eso implica en nuestra historia reciente. Si algún desprevenido anda suelto, el 2001 es la referencia del blindaje junto al FMI, pero también a Bullrich, y otros artífices de este gobierno.
Quizá esta repetición, en la que Milei va en búsqueda de ejemplos en la historia pero con una confusión impresionante, en la que defenestra al “Estado presente”, en la que -como “pastor” de la falsa “libertad”- se parece más a un predicador que a un presidente sobre el presupuesto de un país, en el que de hecho no menciona qué fondos destinaría, sino que habla del “déficit” y de vetar todo lo que en el Congreso se vote para el pueblo.
Quizás esto aleje a la gente de escuchar a un “showman” ridículo que habla por más de una hora, leyendo y expresándose mal, mintiendo otra vez, y sin decir nada concreto más que el manualcito que viene repitiendo desde que comenzó siendo panelista en programas bizarros para intentar hablar de “economía”. Pero ahora lo aplauden. Y es tan grotesco el circo que hasta un Menem, Bullrich, Sturzenegger, Caputo, los radicales funcionales, el PRO que ya ni sabe para dónde mirar, y el peronismo de Pichetto, Scioli, y compañía, gritaron “la casta tiene miedo”.
Quizá por esto, y porque en 9 meses el discurso es el mismo pero la realidad del pueblo argentino empeora día a día, es que ya nadie le cree al presidente, ya nadie pierde tu tiempo en volver a escuchar lo mismo, aunque sea por “cadena nacional”, aunque sea un domingo a las 21 hs., aunque se arme el circo y los aplausos intenten mostrar lo que no es. Aunque se avise que va a hablar del presupuesto, pero no lo haga. Aunque sus voceros mediáticos defiendan lo indefendible con las armas más inescrupulosas. Al presidente, ¿quién lo escucha, quién lo mira, quién le cree?