Por Editorial Sudestada
Un gran músico, pero sobre todo un inmenso ser humano: “Todos somos hermanos, debajo de la piel y encima de ella” dijo Roger Waters. Siempre del lado de la trinchera desde donde se batallan las injusticias. Con una voz firme y única, siempre levantando la bandera de los oprimidos en nuestro país y en el mundo:
“Creo que la raíz de toda injusticia y opresión ha sido siempre la misma: la deshumanización del otro. Es la obsesión por Nosotros y Ellos la que nos puede llevar, con independencia de la identidad racial o religioso, al abismo. No olvidemos nunca que la opresión engendra más opresión, y el árbol del miedo y el fanatismo engendra sólo frutos amargos”.
Waters ha dejado de todo en las últimas décadas. Pero sobre todo en estos últimos años no ha dejado de visibilizar el genocidio que sufre el pueblo palestino a manos del terrorismo israelí. Por esto mismo fue prohibido, fue censurado, y fue perseguido por quienes pretenden tapar la masacre que ya lleva más de 40 mil palestinos asesinados en 11 meses, con un niño que muere cada 10 minutos, y un pueblo contra el paredón de la humanidad, de la historia, del presente, y del futuro.
Por todo lo que Roger nos ha dejado y nos deja, por esa voz cuando las papas queman, por jugarse y comprender que muchas veces una acción, una palabra a tiempo, y la denuncia permanente, puede atravesar tantas fronteras como despertar conciencias en todo el planeta.