Por Editorial Sudestada
El 30 de septiembre del 2000 mataban a un niño en Gaza.
La imagen del niño palestino Mohamed al Durra recorrió el mundo mostrando la crueldad del Estado Israelí. Los periodistas, que cubrieron los hechos de ese día, fueron testigos de su muerte. El pequeño fue fusilado, mientras trataba de agazaparse en los brazos de su padre. La foto lo dice todo. Sin embargo, se ocuparon de desmentir la masacre diciendo que Mohamed había muerto por una bala perdida en un enfrentamiento.
El día anterior, en una apedreada palestina, la policía israelí había matado con armas de fuego a 9 palestinos. Ese era el ambiente que se respiraba ese día cuando el rostro del niño y su padre se comenzaron a multiplicar en todo el mundo. Además de Mohamed, dos niños más murieron ese día abatidos por los disparos del ejército: Nizar Mahmoud Hasan Aida, de 16 años y Khaled Adli Bassem al-Bazyan, de 14 años.
Inspirados en la fotografía, se realizaron murales y expresiones artísticas en varios lugares denominando este hecho violento como símbolo de la segunda intifada. Recordemos que este fue el segundo levantamiento del pueblo palestino en defensa de su territorio.
Ya pasaron 24 años de este hecho y estamos lejos de sentir que nuestras infancias están protegidas. A las piedras ellos responden con balas. A la muerte nosotrxs respondemos con memoria. Y lo que llaman “conflicto” es, en realidad, genocidio. Porque desde el 7 de octubre pasado hasta hoy -en menos de un año- el sionismo asesinó a más de 41 mil palestinos.