1 de mayo: Nada que festejar

Por Editorial Sudestada

Trabajo con dignidad, de salarios que compensen la labor pero que te permitan comer, vivir sin sobrevivir, llegar a ese bendito 30 de cada mes con algo en el bolsillo y no con el ahogo de no saber qué hacer. Trabajo con dignidad sin explotación, ni espejitos de colores que ignora el hambre en los barrios. Laburo del trabajador, del que siempre paga los platos rotos de los que dicen que laburan pero solo se sientan entre cafecitos y whisky importado con carpetas y la decisión de quien se queda y quién vuelve a la calle con un destino de burbuja. Eso pedimos, por eso luchamos, por eso hoy no hay nada que festejar.

El gobierno nacional entre decretos y reformas, con sentencias y ejecuciones, asfixian al pueblo trabajador, que no da más, que sufre y siente que el peor golpe viene llegando y una vez que lo recibimos viene otro. En este 1 de mayo, seguimos peleando por ese trabajo con dignidad, de la verdadera, de la que te permite sonreír y soñar, y no la empresarial que te convierte en un peón que recibe promesas nunca cumplidas y te obliga a sonreír y agradecer para rebalsar los bolsillos ajenos. Trabajo de verdad, con derechos sobre todo, y con el derecho de reclamar lo que corresponde sin que nos tiren la patrulla encima o nos amenacen en la puerta de la fábrica.

Cientos de miles de despedidos en todo el territorio nacional en los últimos meses. Cientos de miles de telegramas y amenazas de suspensiones en empresas públicas y privadas. Recorte de salarios, sueldos por el piso y devaluados, una reforma laboral con complicidad de gremios y de la clase política transa y “dialoguista”. Un fascismo al Poder que llegó directamente para el brindis empresarial y la condena a los laburantes. Y un pueblo que resiste, que no se entrega, y que hoy lucha, porque con hambre no hay festejo un 1 de mayo.

Imagen:ES Fotografía

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