Edad Media

Querido Sur,
Mientras lavo los platos me acuerdo de Silvia Speranza que una vez, en una de sus clases de Historia, nos explicó que en la Edad Media, la Iglesia vendió mucho la idea del Paraíso entre quienes vivían una vida terrenal miserable y hasta comercializaba el perdón como quien vende un terreno allá en el Cielo, cerca de aquel Dios varón, blanco y heterosexual que nunca pudo ayudar a nadie.
Pensaba, con el jabón en los dedos como blancas nubes industriales, en cómo serían los sueños de la gente que cree en el Cielo.
Nosotros siempre volvíamos tarde de las vacaciones en Entre Ríos por cuestiones que nunca llegábamos a comprender del todo. Aparecíamos una o dos semanas más tarde en la escuela y me acuerdo que una vez la Directora le dijo algo al respecto a mamá, que bajó la cabeza y miró el piso gris del patio y le dio la razón. Allá atrás, entre los escombros de la infancia, todo es un poco más oscuro, como el momento exacto en que el sol se va y todavía queda un resto de luz naranja y uno busca una pelota entre los restos del cuerpo que dejó atrás.
Siempre volvíamos tarde y a mí nunca me preocupó demasiado porque me gustaba mucho el río y una nena que vivía allá en La Paz, pero este verano era distinto porque yo empezaba la escuela secundaria y cómo vas a llegar (¡días!) tarde a una escuela nueva. Quise hacer preguntas que nadie me contestó del todo y lo siguiente que recuerdo es entrar con las manos envolviendo las tiras de la mochila en mi espalda a un aula con cuarenta pares de ojos observándome.
Como llegué un poco más de una semana tarde a la escuela no alcancé la clase de la Speranza sobre los Godos y todo eso que viene antes de la Edad Media para un mediano como yo que poco y nada sabía del mundo más que el amor por el río y por la nena que ese verano le había contado que tenía novio y le rompió el corazón en mil pedazos. Habrá sido terrible, pero no tanto, porque me acuerdo que después me gustó el novio.
En la Edad Media había feudos, como Formosa, y la gente vivía nomás hasta los cuarenta, como las travestis. En la Edad Media la Iglesia tenía mucho poder, como en Brasil, y la gente podía comprar una entrada al Cielo, que habrá sido como el Metaverso de esa época o la promesa de ir a Marte. Y así nomás, meta verso, la Iglesia le abría camino a un discurso de Dioses eligiendo Reyes que lideraban ejércitos, como Lewis comprando al Poder que lidera a las fuerzas armadas. Así, con las manos en el jabón y pensando en el Cielo y en la Peste Negra, en la Astrología y la Pandemia, me imaginé a la Edad Media ya no más como un momento, sino más bien como un lugar. Un lugar al que pareciéramos estar volviendo. O un lugar que bien supo camuflarse entre otros lugares donde la gente piensa en coger y comprar pero nunca a pensar dónde está parada. Un lugar fragmentado, escondido como el alma de un villano en infinidad de otros lugares secretos.
También me acuerdo de cómo terminaba la Edad Media, pero de eso mejor charlamos otro día, que ya terminé de lavar los platos y Maxi pasa a buscarme en cualquier momento.

Buenas noches,
Juan.

Anterior

Israel: una gran cárcel de niños y niñas palestinas

Próxima

La señora muerta