El hambre no se puede esconder: La realidad contra el relato fascista

Por Editorial Sudestada

El PBI se derrumbó en un 5,1%. El dólar en alza constante. La desocupación trepó al 7,7%. Los alimentos, servicios de necesidad básica, aumentan sin freno, y los salarios se congelan con una devaluación del ingreso de la que no hace falta calculadora porque basta con la realidad que atraviesa cualquier laburante cuando llega el 10 del mes, o simplemente entramos al almacén con el dolor que eso implica.

De los más de 6 millones de kilos de alimentos, nada para los comedores barriales. Sí, alguna “entrega” a la Fundación CONIN, manejada por Albino, pedriatra macrista, alineado al gobierno nacional, y reconocido por afirmar que el VIH puede atravesar la porcelana. Todavía, al día de hoy, Pettovello mantiene secuestrado los alimentos, con la “promesa” de repartirlos a Albino, o a “escuelas vulnerables”, pero no sabemos cuáles son esos establecimientos, cuál es la ruta de distribución, ni cuándo los van a entregar.

La comida se pudre, y el Ministerio de Capital In-Humano muestra que el adjetivo de perversos les queda corto. Pero la agenda mediática se “olvidó” de los alimentos y ahora replican a Caputo, Sturzenegger, y el falso “crecimiento” económico, o como Clarín y La Nación, te dan consejos de cómo llegar a fin de mes “evitando el café y el postre de la noche”.

Y la realidad en la calle, y en los barrios. Mientras se disputaba el partido de Argentina, con un frío demoledor, hubo largas filas en el comedor Los Horneritos -en Mendoza- para pedir alimentos, para llevarse un bolsón de comida.

Las filas de hambre regresan a la par que el presidente sigue de gira para alimentar su ego y el narcisismo fascista. Y esta cruda realidad se profundiza en los barrios con un Estado que no responde, que de ausente pasa a ser criminal, y que pareciera soñar con que este empobrecimiento masivo puede continuar sin ningún costo político.

Festejan despidos. Se ríen del hambre. Sueñan con el paraíso fiscal y el enriquecimiento ilícito empresarial, y el pueblo condenado a la miseria planificada.

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