“Ese tatuaje no lo puedo ver sin acordarme de la situación”

Foto: @lechuphotos

“Yo solo fui a tatuarme”, dijo una mujer después de denunciar que la golpearon y abusaron. Esta semana nos enteramos de un caso y de la detención de Ian Lionel Acosta. Sin embargo, historias como estas se repiten constantemente. Las mujeres y disidencias se enfrentan a diario a todo tipo de violencias, y un estudio de tatuajes también puede ser un lugar en donde se vulneran nuestros derechos. Por esto, nació la iniciativa Artistas Corporales en Red que creó una guía para un procedimiento seguro en el arte corporal. 

Por Florencia Da Silva 

“La idea de la guía surge de una serie de conversatorios virtuales sobre perspectiva de género en el mundo del tattoo. Se hizo claro para nosotrxs que hay situaciones de violencia y discriminación que se repiten sistemáticamente en el ámbito del tatuaje, piercing y las modificaciones corporales y decidimos abordarlo colectivamente desde la prevención y la información”, contaron desde Cuerpxs en red. Y agregaron: “La guía ‘Mi cuerpo, mi decisión’  nos sirve para pensar juntxs entre colegxs y clientxs sobre cómo estaría bueno que se hicieran estas prácticas. Hay consejos y red flags sobre consentimiento, aclaraciones de cosas que por ahí parecen obvias, pero no lo son”. 
Cuando vamos a realizarnos un tatuaje o una modificación corporal confiamos en el criterio de lx profesional y solemos pensar que determinadas acciones forman parte del trabajo, ya que involucra el contacto físico, pero muchxs abusan de su poder y perpetúan agresiones físicas o sexuales. “Hay muchas situaciones de violencia graves como acoso y abuso sexual, incluso a menores de edad. Hablamos de acoso verbal y físico. También hostigamiento por redes sociales o mensajes. Muchas insinuaciones, comentarios inapropiados, tocamientos indebidos. Tatuadores acosando mientras vos estás ahí indefensa tatuándote, haciendo abuso de una clara situación de poder. Es recurrente que se pida a las clientas que se saquen más ropa de la que realmente hace falta para realizar el procedimiento. Luego está la falta de consentimiento a nivel artístico, del procedimiento, del después”, explicaron desde la agrupación. También, sostuvieron: “Nosotrxs entendemos que una buena práctica es aquella que se construye desde el consentimiento informado en cada paso. No podemos hacer nada sobre el cuerpo del otrx sin avisarle y pedirle permiso. Registramos también muchos casos de racismo o colorismo, ya que está expandida en el rubro la visión de que los tatuajes quedan mejor en pieles blancas, y se discrimina las pieles marrones y negras. Es común escuchar que ‘no se puede tatuar a color una piel marrón’, cuando esto simplemente no es cierto. También  se discrimina a las personas de cuerpos no hegemónicos -gordofobia-, haciendo comentarios inadecuados sobre su corporalidad, o diciéndoles que un tatuaje no quedará bien cuando, de nuevo, no hay ningún impedimento técnico para realizar el trabajo”. 

Foto: @lechuphotos

La mayoría no tiene acceso a información respecto a cuestiones como las del dolor que nos puede generar un procedimiento y cómo tendría que actuar lx profesional para que la experiencia sea buena y el trato durante la sesión con respecto a nuestros cuerpos sea el indicado. Hay varias alertas a las que se pueden prestar atención para reconocer algún tipo de violencia. Sobre esto, le preguntamos a lxs integrantes del colectivo Cuerpxs en red y respondieron: “Por alertas entendemos varios escalones. Siendo lo primero: cuidar la vida y la integridad física, debemos estar segurxs de que no ‘caemos en cualquier lado’. Más bien nos asesoramos y nos acercamos a profesionales que entendemos que cumplen con las reglas de bioseguridad -higiene, asepsia y esterilidad de los procedimientos-. Del mismo modo podemos investigar dónde se llevará a cabo, si es un estudio privado y/o habrá más personas, qué tipo de intimidad se tendrá y si podemos ir acompañadxs. Por ejemplo: un piercing en la zona genital amerita un acompañante y no lo debería prohibir nadie”. Consejos como estos están en la guía. Algunas alertas rojas que compartieron en este tiempo fueron: 

*En fotos de tatuajes en zonas íntimas prioriza que se vea el cuerpo de sus clientxs en vez del tatuaje.
No se asegura de que te sentis comodx durante la sesión. (No tenés porqué soportar nada que te haga sentir insegurx o expuestx “por el bien del tatuaje”).
*Establece más contacto físico del necesario fuera de la zona del tatuaje, o te pide que te saques ropa que no interfiere con la zona a tatuar.
*Hace observaciones no requeridas o sexuales sobre tu cuerpo. Por ejemplo sobre tu vello corporal, tu peso o tu color de piel.
*Realiza preguntas inadecuadas antes del turno. Es un clásico que te digan de ir al local en un horario nocturno con la excusa de “que no haya nadie para trabajar más tranquilxs”.

Foto: @lechuphotos

“Muchas veces el instinto lo percibe, a veces no y es mejor investigar, pedir referencias, no sólo guiarse por el estilo o resultado artístico, la cantidad de seguidores, o lo conocido que sea el local. Podemos preguntar si podemos acudir con acompañante o no. A veces el espacio de trabajo no lo permite. Podemos conocer a la persona antes del procedimiento, pero informarse es clave”, aclararon desde el colectivo.
Recientemente, la agrupación habló en sus redes sociales sobre la historia repetida de clientes que quieren tapar o corregir tatuajes a partir de una mala experiencia durante el proceso. “Me di cuenta de que los tattoos que más suelo borrar son los de personas víctimas de violencia cometida en algunos estudios de tatuajes(…) les cambiaban de la nada parte del diseño y les decían que así se vería mejor, o que en zonas más íntimas quedaría mejor, sin su consentimiento”; “Trabajé en un estudio donde se mataban de risa contando la historia de cómo un ex compañero de ellos ponía en bolas a las minas para tatuarles el brazo  (…) Me discutieron a los gritos diciendo que la culpa era de ellas por ser tontas, que nadie las obligó a sacarse la remera”, fueron algunos de los testimonios que recibieron. Sobre esto, dijeron: “El tema de los tatuajes que se corrigen o tapan proveniente de una mala experiencia es muy probablemente lo que inspiró el origen de nuestra grupa. Hubo una escucha sistemática de clientxs que se acercaron con piezas que incluso a veces unx como profesional piensa ¡qué buena que está! Pero lx clientx tiene para decir ‘si.. pero no es lo que quería, no me explicó lo que me iba a hacer o lo modificó sin que lo viera, tomó decisiones en el momento que no me comunicó, no me preguntó si estaba bien, sufrí en exceso y no me ofreció parar, me invitó a salir, me tocó’, y siempre se puede poner peor”. Además, aclaró: “Lo que arroja esto es que el piercing, el tatuaje, la modificación corporal, son experiencias. El resultado artístico es un registro permanente de la misma y un testimonio fiel de cómo ha sido esa experiencia entre dos personas. Si la pasaste mal, vas a recordar eso antes de ver el decorado en tu cuerpo o aquel homenaje que querías inicialmente. El arte debería empoderarnos, celebrar nuestro cuerpo, no tallar una herida. Hay una frase que salió de uno de los conversatorios que lo ilustra a la perfección : ‘Yo ese tatuaje no lo puedo ver sin acordarme de la situación’”. 

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Ante estas violencias que sufrimos las mujeres cis, trans, travestis e identidades no heterocisnormativas, aparece el feminismo para dar herramientas mediante protocolos, normativas, lucha colectiva, concientizar y aportar conocimiento para crear espacios seguros. Sobre esto, el colectivo expuso: “La perspectiva de género atraviesa todas las relaciones socioculturales. La experiencia del arte corporal no es ajena y el mundo del tattoo y piercing son hace décadas territorio de varones heterocis. Súper excluyente por años, patriarcal y machista. Así, la profesión fue heredando maneras de trabajar que quedan naturalizadas y son formas de ejercer violencia. En ese sentido uno de los ejes más importantes de nuestro trabajo como grupa tiene que ver con la capacitación y formación profesional, no solo en técnica y bioseguridad, sino en el trato, en el respeto, la no discriminación. Trabajamos con personas -aunque muchas veces se las nombra como lienzos-. Trabajamos con cuerpxs diversos y el arte corporal debería ser una celebración de esa diversidad”.
Por último, concluyeron: “Otro eje clave es la práctica constante del consentimiento informado. No nos olvidemos que la situación de tatuarse o perforarse es un encuentro muy íntimo con la otra persona: exponemos el cuerpo a una herida que va a dejar una marca permanente. Nos acercamos a unx profesional con un deseo de modificar nuestro cuerpo y la confianza que depositamos es enorme. Entendemos que lo principal que podemos hacer para honrar esa confianza es manejarnos todo el tiempo bajo la premisa del consentimiento informado. La guía se llama ‘mi cuerpx, mi decisión’, y eso es muy ilustrativo porque hace referencia a una consigna que usamos cuando hablamos de aborto, pero que va mucho mas allá. Las mujeres y disidencias sabemos hoy que todo lo que suceda en nuestra cuerpa debe responder a nuestrxs deseos. Informar, preguntar, escuchar la respuesta, respetar la decisión, así todo el tiempo desde la primera consulta hasta que el trabajo esté cicatrizado”.

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