Con un camino marcado a fuego por la lucha y la resistencia, falleció esta mañana la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini. Años atrás, la entrevistamos en Revista Sudestada para comprenderla en toda su dimensión. La entrevista se realizó en 2010 en un momento bisagra Latinoamericano: Chávez, Evo y Lula ejercían la presidencia. Y en Argentina, meses antes, sectores del campo le ganaban la disputa a Cristina en el Congreso. Parecía que no había espacio para el debate y, sin embargo, Hebe nos abrió las puertas de Madres para charlar y discutir sobre un proceso que estaba muy vivo. En esta entrevista, repasamos su historia combativa pero también las diferencias entre los organismos de Derechos Humanos, los límites del modelo y el futuro de las Madres.
Por Ignacio Portela y Martín Latorraca
En septiembre de 2006, una noticia dividió las aguas entre cientos de militantes de las organizaciones de derechos humanos de todo el país: la Asociación Madres de Plaza de Mayo, encabezada por su presidenta Hebe de Bonafini, anunciaba que iba a dejar de hacer su reconocida “Marcha de la Resistencia” porque “el enemigo ya no estaba en la Casa de Gobierno”. Las dudas de quienes no compartimos esa decisión, pero que respetamos su historia de lucha, son el puntapié inicial para esta entrevista con Sudestada. Hoy volvemos a compartir estas palabras de Hebe en el día de su partida reconociendo su lucha y su lugar en la historia de nuestro país en la búsqueda de Memoria, Verdad y Justicia.
¿Cuál es el balance que hacen las Madres luego de más de 1600 rondas en la Plaza de Mayo?
Hay dos partes. Una es cuando al principio no marchábamos, antes de agosto de 1977. En ese momento no pensábamos que íbamos a quedar en la historia, ni locas. Por lo tanto, el 30 de abril del 77 fue nuestro primer encuentro en la Plaza y es una fecha que supimos registrar no por una preparación especial sino porque coincidía con la desaparición de un hijo de una compañera. A partir de que la policía nos obligó a no quedarnos en un mismo lugar, comenzó la ronda. Todavía en esa época no usábamos el pañuelo, por eso me causa gracia cuando algunos me dicen que me vieron ese día -porque ahora parece que todos fueron a la plaza, que todos eran revolucionarios- y estábamos bastante solas. En el 78 empezamos a usar el pañuelo que fue creado en octubre del año anterior cuando fuimos a Luján. Son dos momentos que me vienen a la memoria de esos comienzos: uno es el momento más difícil, cuando vos venís a la Plaza por primera vez. En mi caso, vine el segundo día de encuentro porque me invitó la madre de un preso que me encontró en el tren. A las primeras que vi fueron a Azucena y a María Adela, todas con la esperanza de encontrarlos, de recuperarlos. También de que no se lleven a los que quedaban en las casas, de que no tengan que pasar a la clandestinidad. El segundo momento es cuando empezamos a marchar, ya era otra cosa. Todas de la mano, recorriendo la Plaza, recorriendo las cosas que nos habían pasado, hablando de lo que te decían en tu familia, porque había quienes te apoyaban pero otros te borraban del mapa, algo apestoso. Fueron momentos diferentes, pero siempre llenos de esperanza, de no medir las consecuencias.
¿A partir de ir a la Plaza obtuviste información sobre el paradero de tus hijos?
Sí, tuve información alrededor del mes de julio, gracias al testimonio de una persona que había estado en la comisaría 5ta. El hermano era el luthier que le había hecho la guitarra a mi hijo. A él lo llevaron preso y mi hijo, que estuvo con él en el campo, le pidió que me avise que estaba vivo. Y se llevaron al otro diez meses después, casi a fin del 77. Y después se llevaron a la otra en el mundial. Era un sablazo que te daban cada tanto. Pero bueno, a cada una de las madres nos pasó más o menos lo mismo.
Y de tu historia, ¿qué otros recuerdos tenés?
Mirá, nosotras no queremos contar la historia personal, porque si yo contara la mía, lo único que se sabría sería mi historia y la de otras 3 ó 4 madres más. ¿Y de las demás qué?… entonces preferimos socializar nuestras historias porque el dolor es el mismo, lo que cambia es el lugar de dónde nos secuestraron a nuestros hijos. La represión que fue ejercida sobre nuestros hijos se hizo de manera planificada y no porque estaban anotados en una libreta, yo no creo en esa pavada, para nada. Ningún revolucionario estaba anotado en una libreta, como dicen algunos. Estaban comprometidos. Eso de decir “mi hijo no hizo nada”, no. Mis hijos, por suerte, sí eran revolucionarios, eran personas que sabían lo que hacían y por lo que luchaban, y yo tengo un gran orgullo por eso. Por el trabajo de nuestros hijos en la historia del país. Algunos alfabetizando y otros en la lucha armada. Algunos en la iglesia apoyando a los curas progresistas y otros haciendo trabajo de base en los barrios.
¿Por qué otros motivos no cuentan la historia personal?
Es porque socializamos la maternidad. Qué íbamos a hacer cada una pidiendo por su hijo, adónde íbamos a llegar. Lo personal se agota en sí mismo. Si vos empezás a ver, como nos pasó, que cae un ingenio en Tucumán y desaparecen a casi toda una familia, quién va a pedir por ellos. Si investigás que en fábricas donde hubo más de doscientos desaparecidos, las denuncias no llegaron a 70, quién pide por los demás pibes. Las familias se avergüenzan de algunos hijos, es lamentable, como la familia de mi nuera, la esposa de mi hijo mayor. La madre, cuando se llevaron a su hija, no la contaba más dentro de la familia, la borraban del mapa. Entonces empezamos a pensar cómo ayudar con eso. Socializar la maternidad fue una decisión difícil que discutimos mucho con las madres, y la prensa siempre buscaba encontrar las diferencias entre nosotras. Entonces dijimos que teníamos que empezar a marchar sin las fotos de nuestros hijos, cada una agarraba la foto del hijo de otra. Pero había madres que se pasaban toda la tarde viendo quién tenía la foto de su hijo. Después dijimos que basta, que no había que seguir llevando las fotos, pero algunas no se adaptaban y las sacaban de la cartera cuando venía algún periodista. No era fácil, había que darles un tiempo de adaptación. Entonces hablábamos de lo fantástico que podía ser que en vez de tener un hijo, todas tengamos 30 mil, y que sea una responsabilidad seria la que llevemos adelante. Algunas lo entendieron y otras se fueron porque no quisieron socializar la maternidad y siguen hoy en día con el pañuelo con el nombre de sus hijos y pidiendo solamente por su propio hijo. Y me parece que no es lo que nos enseñaron nuestros hijos, todo lo contrario. Nuestros hijos nos enseñaron cómo es la solidaridad, el trabajo colectivo.
¿Ahí arranca el principal problema por el que se separaron las madres?
Sí, eso y la reparación económica. Nosotras discutimos muchísimo ese tema. Se llamó a elecciones por un pedido de ellas y ganamos nosotras en una asamblea enorme en todo el país. Nosotras dijimos que no íbamos a aceptar que nadie nos imponga nada y no podíamos aceptar que alguien le ponga precio a nuestros hijos, porque sino ¿para qué van a seguir luchando los jóvenes si su vida tiene precio? Además, al enemigo le resulta fácil eso. Te pega, te secuestra, te arremete, te tortura, te desaparece, destruye todo y no deja que hagas algo en conjunto, La reparación económica es una manera de dividir y lo lograron. Imaginate que a mí me daban 275 mil dólares por cada hijo. Iba a ser una madre millonaria sin hijos, ¿para qué? ¿Qué le dejo a mi hija, a mi nieta?, ¿qué les digo a ustedes?, que su vida vale un poco de plata. Entonces no hagan más nada, no escriban, no piensen, su vida es un número. Esa discusión fue muy larga.
Una decisión difícil para muchas por la situación económica…
Sí, pero además vos tenías que poner en un papelito cuándo creías que tu hijo murió. ¿Cómo voy a poner yo qué día creo? Aunque lo sepa, no lo pongo, que se haga cargo alguien. Por eso hay tres cosas que rechazamos siempre: reparación económica, exhumación de cadáveres y homenajes póstumos. Y la socialización nos sirve para mostrar qué es el enemigo y qué quiere. Porque lo ideal es que lo hagas individualmente para ir quitándote fuerzas. Ellos quieren darte un cadáver y una no puede aceptar eso, cuando tu hijo se preparó, estudió, pensaba en hacer la revolución, creyó en un proyecto colectivo. Después te dan un montón de huesos en una caja y que te vayas a tu casa. Eso es lo que quieren imponerte desde la iglesia, esta sociedad del cristianismo y el entierro. Entonces aparecíamos nosotras como salvajes, yo era la peor de todas. El encuentro con nuestros hijos lo hacemos en la Plaza, no necesitamos ir al cementerio. Hay momentos que son sagrados para nosotras.
Cuando arrancaron, ¿pensaban que la lucha iba a perdurar?
No, para nada. Lo nuestro fue hacer, hacer y hacer. Siempre lo comparo como cuando uno iba a tener un bebé. Antes no había preparación ni nada de eso: tres meses antes de parir, te hacían un control y, de repente, tenías a tu hijo sin saber nada, salvo lo que te decían tus abuelas o tu madre, que no alcanzaba. Entonces con nosotras pasó lo mismo, nacimos paridas por ellos. Porque ellos desaparecieron y nosotras nacimos sin esperar nada más que encontrarlos y pedir justicia. Y luego supimos que las plazas son la base para que la justicia actúe. Sin plazas y calles llenas protestando no hay pueblo que se libere.
¿Esa conciencia de intervención política cuándo se da?
Nosotras siempre hicimos muchas cosas, pero en la calle, porque hasta el 80 no teníamos un lugar donde reunirnos. Había otros, pero nosotras queríamos estar en la plaza y tener un lugar. Sentíamos que no éramos iguales a otros organismos. Cuando las mujeres holandesas nos mandaron el dinero para comprar una casa, algunas de las madres que después se fueron no querían ni que compráramos muebles; entonces en un principio estábamos en el suelo. Decían que nos iban a matar, porque estábamos encerradas. Pero era para nosotras la posibilidad de hacer reuniones, además de la plaza, porque si íbamos a una confitería nos llevaban presas y nos cagaban a palos, o en la iglesia nos denunciaba el cura. Es muy loco lo que nos pasó a nosotras. Ahora estoy escribiendo unos relatos porque no sólo secuestraron a las tres mejores madres para destruir al movimiento, cuando éramos más de 200 en el 77, sino que después, las que decidimos volver a juntarnos –porque nadie quería volver– fuimos casa por casa para buscarlas porque ahora, además, teníamos que luchar por las tres compañeras desaparecidas. Ese trabajo hizo que nos dieran con un palo. Cuando empezamos a tener la casa, fuimos atacadas. Nos decían subversivas, nos amenazaban. Entonces dijimos que lo mejor era que nos vean. Para eso sacamos una mesa a la calle y nos quedábamos en la vereda para hablar con la gente que pasaba. Igualmente, la prensa nos atacaba con todo. Eso que el Buenos Aires Herald denunciaba es una mentira, el director creó eso. El tema es que había muchos que hablaban bien de nosotras, pero que atacaban a nuestros hijos. Entonces ahí empezaban los problemas. Las cosas que salieron en ese diario, que yo las tengo guardadas, eran siempre sobre las madres, no sobre nuestros hijos, era como no decir nada. Nosotras defendíamos a nuestros hijos y ellos no. Por eso cuando Robert Cox fue a la Plaza, yo no le di ni la hora, quería abrazarse conmigo y le dije “rajá de acá gordo de mierda”. Cuando vino el secretario de la embajada de EEUU, había madres que pensaban que había que recibirlo. Y ese tipo era el que sacaba información, agarraba a las madres por separado y reconstruía los datos para luego pasarlos.
Yendo hacia el presente, con uno de los sectores que se vincularon desde su origen fue con los movimientos piqueteros. ¿Cómo comenzó esa relación y cuál es en la actualidad?
Nosotras fuimos las primeras que acompañamos a los piqueteros en Cutral-có, que entonces se llamaban “fogoneros”. Y después siempre estuvimos a su lado en los reclamos, quemando gomas, en la calle, cortando rutas a la noche, donde sea. Después ya se fue desfigurando un poco todo cuando apareció la plata. Eso de pelearse por las bolsas de comida y los planes no nos gustaba. En vez de pedir trabajo, pedían los planes trabajar por 150 pesos miserables. Y los piqueteros empezaron a tener una dirección que los políticos oportunistas aprovecharon. La gente no sabe. Y los llevaban de las narices a los cortes. Cuando fue la toma de Brukman, nosotras les decíamos a muchos que se tenían que ir porque iban a reprimir y la gente no entendía. Le preguntábamos por qué estaban ahí y la gente no sabía qué responder. Eso me parece de terror, a la gente no se la puede usar así, hay que decirle la verdad. Entonces los empezamos a sacar, a una viejita de 80 años la metimos en una estación de servicio y al rato empezaron con los gases. Me pareció que tomó un rumbo distinto, creo que la razón en la calle es muy importante, pero me parece que no se puede cortar la calle porque sí, para manejar los planes. Pasó a no ser tan verdadera la lucha, entonces es muy complicado. Actualmente no tenemos más relación. Nos joden los del PO y la gente de Castells y nos corren a los tiros en los lugares donde las madres estamos edificando. Ellos dicen que es al revés, pero es mentira. El tema es que Castells va a Clarín y empiezan a tirarnos mierda con una pala.
¿Cómo explican que el gobierno siga teniendo una estructura clientelar y punteril y muchos aliados vinculados al duhaldismo que hoy se pasaron de vereda?
Hoy casualmente grabé el programa que va a salir el sábado y leí una parte del discurso de Eva Perón, donde habla de los traidores, que están al lado de los que dirigen, que se escudan con los presidentes y muchas veces uno no los ve porque en el lugar que están no se los percibe, pero siempre son los mismos. Nosotras igualmente apoyamos este proyecto, porque nos sirve para hacer escuelas y hospitales, y para nosotras es muy importante. Y se puede hacer porque el gobierno lo aceptó y pone la plata. Nos parece bárbaro que el Estado acepte el proyecto de las Madres sin tocarle una coma. Lo mismo con la universidad, sin reformar un solo punto del plan de estudio. Lo que está, como está. Si les gusta bien y si no, no. Las casas que hacemos son viviendas como las que quisiéramos para nosotras, no viviendas sociales como se acostumbraba. Pienso que uno tiene que modificar las estructuras del estado, y si uno está cerca es más fácil. No conozco otro proyecto mejor que el actual, a pesar de que está lleno el peronismo de duhaldistas y de basuras; pero uno estando donde está puede ir ayudando a apoyar lo que cree que está bien y decir lo que está mal.
¿Cómo fue la decisión de dejar de hacer la “marcha de la resistencia”?
La marcha la dejamos de hacer porque considerábamos que el enemigo ya no estaba en la casa de gobierno. Y en las marchas siempre le íbamos a pedir al gobierno nuestras consignas: la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto final y las demás reivindicaciones que se empezaban a hacer, entonces… ¿qué le íbamos a pedir?, nuestro enemigo no estaba ahí.
Y las reivindicaciones de fondo sobre el socialismo, el hombre nuevo…
Es que lo que está pasando tiene que ver con un proceso muy profundo, yo estoy recapitulando para hacer un cuaderno de lo que se hizo durante este tiempo, con respecto a los jubilados, por ejemplo. Entonces no reconocer los logros como la asignación universal, la igualdad del matrimonio… son pasos impresionantes, más allá de que no lleguemos al marxismo. Pero no hay otra cosa mejor que esto; el que tenga algo mejor, que me lo muestre.
Más allá de estos logros que son fruto de la lucha de muchos compañeros durante estos años, ¿no pensás que el gobierno todavía no tocó los intereses de los grandes grupos económicos?
Yo creo que sí, fijate con el campo lo que pasó por hacerlo a través del parlamento. Desgraciadamente por el voto de un pelotudo, perdimos. Por un traidor, perdimos. La pelea es muy dura y sería muy ingrato no reconocerlo, muy de pensar que está todo mal en el café y tirar bombas nada más; eso no es así. Todo lo que está hecho hay que reconocerlo y las cosas que están mal hay que cambiarlas, pero tenemos que estar adentro del proyecto, no adentro del gobierno, por eso seguimos en la plaza. El otro día le decía a Cristina que necesitamos que saque a la iglesia del Estado, me cago en los curas y me cago en dios, dije en la plaza. Yo tengo la plaza y puedo decir lo que quiera desde ahí, aunque apoye a este proyecto. La ley de minerías está pendiente, por eso trajimos a la gente de las provincias para que digan lo que pasa concretamente y los funcionarios la escuchen.
¿Pensás que hay oído para todas las críticas?
Sí, te digo que el tratamiento que nos dan a las Madres nunca existió.
Y el enemigo, entonces, ¿dónde está ahora para las Madres?
En Duhalde, en De Narváez, en muchos funcionarios que pertenecen a la oligarquía, que no están lejos de los militares. Nilda Garré esta cambiando los planes de estudio, pero siguen quedando hijos de puta adentro que conspiran todavía. Hay funcionarios que se visten de kirchneristas y son la resaca podrida.
Cuando asumió este gobierno en 2003, algunos cercanos a él decían que había dos caminos: enfrentar al poder mafioso del duhaldismo en el conurbano o cooptarlo para que los dejaran gobernar. ¿Cómo pensás que se saldó esa disputa?
Lo que pasa es que Cristina es una presidenta de todos, no de algunos intendentes de la provincia de Buenos Aires. Yo sé que ella hace lo que puede, que no es fácil. Yo pienso que las Madres dimos un paso muy importante diciendo que vamos a apoyar el proyecto, y pelear por lo que está mal, debatirlo y oponernos a eso. Por eso nos quedamos en la plaza, y por eso hay un discurso cada jueves.
¿La Plaza es la voz de la conciencia, que señala lo que está mal?
Hace poco me llama la gente de Pepino Fernández para contarme que lo habían metido preso; entonces lo llamo a Alak y no me atendía. Fui a la Plaza y dije “no sé qué carajo pasa que Alak me dejó un teléfono para que lo llame cuando pase algo y no me atiende”. Al otro día me llamó desde Chile y me dijo: ”Hebe, vos dijiste en la plaza que yo no te atiendo”. Y sí, si viajás tenés que dejar a alguien en ese teléfono, o vamos a esperar que lo maten a Pepino en la comisaría. Al instante lo soltó, y eso que yo no tengo ningún compromiso con Alak, pero fui y lo dije en la plaza. Y fijate que le llegó a Chile, y desde ahí me llamó.
¿Cuáles son las reivindicaciones que hoy las Madres plantearían como urgentes?
Yo creo que todavía el mayor problema social es la falta de trabajo, porque nosotras vemos en los barrios cómo la gente está encantada de trabajar, te dicen cosas que para uno resultan increíbles. Por ejemplo, cuando empezaron a cobrar por quincenas, estaban contentos porque el carnicero les fiaba. El trabajo dignifica a toda la familia, se dan vuelta todas las ideas. Es impresionante. Creo que hace falta abrir más industrias, necesitamos abrir fuentes de trabajo para la gente. No sé si vamos a recuperar todas las industrias que hubo alguna vez, pero todas las que podamos las vamos a recuperar.
¿Vos sentís que las políticas del gobierno son también tuyas?
Yo creo que son de todos, y que todos tenemos las responsabilidad de sostener y de defender lo que hemos logrado y exigir lo que falta. Eso es responsabilidad de todos, todos tenemos que colaborar. Si vos sos honesto y estás trabajando, tenés todo el derecho a criticar; ahora si vos no tenés propuestas y sólo protestás, no sirve para nada. Además, hay que ser duro, no hay que tener miedo. Fijate que cuando a veces no nos pagan a nosotras el dinero para los trabajadores, yo llamo por teléfono y les aviso que los escracho en la plaza, no me importa nada. Yo los respeto mucho, pero exijo que me respeten no a mí, sino a los que están trabajando con nosotras, que somos las que ponemos la cara. El respeto que nos tienen nunca en la vida lo tuvimos. De la Rúa nunca nos dejó entrar, Menem nos asaltó la casa las veces que quiso, con Alfonsín nos pegaron hasta que se cansaron, a mi hija casi la matan durante el gobierno de Menem. Entonces, ¿cómo no voy a querer esto que está pasando?
Después de tantos años en no creer que se podía, ¿hoy creés que con la democracia se puede? En este aspecto, ¿ves en el país alguna intención de combatir a la burocracia del Estado burgués?
Están pudiendo otros países. Evo, con todos los problemas que te puedas imaginar, lo está haciendo; Chávez, con unos problemas bárbaros, también. Allá son peor que los corruptos de acá, porque el tipo con el que tenías que llevar a cabo el proyecto mañana se descubre que es un corrupto y Chávez lo echa y te quedás sin nadie para eso que habías emprendido. No sabés la gente que ha tenido que echar Chávez, por corruptos, por ladrones. Acá se ha ido mejorando mucho. El tiempo de la gente, las cosas que pasan, las leyes que salen, como la de violencia de género. Ahí estaban las mujeres de los barrios, y no otras. Eso de recibir a la gente de igual a igual, como cuando fueron los pueblos originarios, fue una cosa increíble. Muchas cosas pasan, demasiadas.
¿Pensás que este gobierno modificó la estructura mafiosa y represiva de la policía Bonaerense?
Creo que el gobierno debe hacer algo, en estos casos se debe ir a lo imposible. Pero no sé cómo hacer para limpiar esa policía, porque las purgas nunca son verdaderas. Todavía hay muchos intereses, como la droga, metidos en esa estructura. Creo que la policía es una cuenta pendiente de este gobierno, pero también hay una gran parte de la población que quiere más y más policía. Hasta que esa gente no entienda que más policía no es vivir mejor, sino peor, es muy difícil el cambio. Los policías están metidos en todo lo gordo: el robo, la prostitución, la droga, las apuestas, en todo están ellos. Nosotras eso lo denunciamos en la plaza y en el programa de Canal 7, no nos callamos. Desde que empecé, me tildaron como un diablo, como la peor y yo nunca me pongo a aclarar que soy buena, soy esto. Siempre vivo en la misma casa en La Plata, siempre ando en zapatillas, con carteras de plástico. Ahora el que me quiere ver como esa imagen que construyeron los medios, es una lástima, porque por suerte hay miles y miles que nos apoyan. En los festejos del Bicentenario, pasaban más de 12 mil personas por día por nuestro stand a estar con las Madres. Eso demostró que la gente nos quiere.
¿Cómo están preparadas para continuar con la lucha y el emblema de Madres?
Estamos preparadas porque todo está en manos de jóvenes; nosotras miramos que las cosas vayan bien, pero los jóvenes llevan adelante la tarea. La imprenta, la radio, la universidad, la librería, todo. Siempre creímos en los jóvenes. Creo que por eso la juventud, los pibes, se nos acercan tanto: creemos y confiamos en ellos. Tenemos mucho feeling porque cuando agarrás a un chico y le decís que la vida de tu hijo no tiene precio, el pibe se da cuenta de la importancia de eso aunque no le contés la historia de las Madres. Eso es muy fuerte para un joven que está peleando. Y que se lo digas de verdad, no que es un dibujito o una consigna. Que vos rechazás la reparación, que no aceptás los huesos, que no querés homenajes póstumos, que es lo que hace el enemigo. Te caga a palos y después te entrega muerto y te hace un homenaje. Te pone un cartelito con la fecha de tu supuesta muerte, pero no dice por qué te mataron ni qué hiciste. Yo rechazo todo eso. Y las Madres también. No queremos homenajes mientras no se diga que fueron revolucionarios, que dieron la vida por la patria. Si no se reconoce eso, no sirve. Es como lavarse la cara. Encima les ponen baldosas. ¿Te parece que encima la gente los tenga que ir pisando, las meen, las escupan? Cómo puede ser que aunque sea no estén en la pared, a qué idiota se le ocurrió eso de ponerlos en el piso, es una idea pelotuda y fácil. Es una reivindicación sin compromiso. Mis hijos serán vengados cuando los niños sean felices, más que con los milicos presos. Por eso elegimos que los abogados sigan con los juicios y nosotras nos ocupamos de que los niños sean felices.
Si este proceso político se corta en 2011, ¿qué pasa con el proyecto de las Madres?
Las Madres seguiremos porque nosotras nunca paramos, venga el gobierno que venga. Lo que sí nos vamos a sentir muy mal con un gobierno fascista. Creo que nos vamos a sentir mal todos, porque no hay alternativa: todos los que se presentan como oposición son fascistas, no tengo dudas.
(Publicada originalmente en la edición gráfica de Sudestada Nº 92 – Septiembre 2010)