Las pelotas copó Obras

Foto: Malu Campello

El estadio Obras volvió a teñirse de electricidad. El viernes por la noche Las Pelotas arribó al mítico escenario de Av. del Libertador y brindó un show a todo volumen. Los acordes de Desaparecido hicieron la apertura y lo que siguió fue el delirio de un público que se extasió con un amplio repertorio que alternó algunos clásicos y temas de la última etapa (post Sokol). Los comandados por Germán Daffunchio le pusieron oficio a la noche y dejaron en claro sus cualidades para conmover. Después de las presentaciones en teatros para mostrar Versiones desde casa –disco que grabaron durante el confinamiento estricto de la pandemia– , volvieron a su hábitat y saciaron la necesidad de distorsión.  

Por Gustavo Grazioli

“Que lindo tocar para ustedes”, dijo Daffunchio en varios momentos de la noche. Todos los músicos se notaban contentos y con la necesidad de una revancha por ese show del último disco, Es Así, que tenían preparado para el Hipódromo de Palermo y no pudo ser por la pandemia. “Las Pelotas hasta que me muera”, devolvía el público en cada momento de silencio. “Vamos Las Pelo´, Vamos Las Pelo´”, retumbaba en las paredes del “templo del rock”. En el primer tramo del show sonaron temas como Que podés dar, Al final que somos, Para con la papa, Basta, Saben, Ya no estás o la preciosa versión de Víctimas del cielo, que ya ganó terreno, con el arpa de Sonia Álvarez como protagonista. El clima fue balanceado, pero sin perder el bendito caos del rock: podían ir del intimismo a momentos de mucha electricidad.
“Las Pelotas: una banda optimista”, bromeó Daffunchio, consciente de su performance con la voz y las letras. “O realista”, dice, antes de pasar a otra canción. En un contexto donde no hay tiempo para escuchar, más bien para divertirse, este histórico grupo de nuestra música no pierde la brújula y con un herramental nutrido, sostiene la vieja practica de hacer pensar. Cómo es la vida/ Cuántas veces en el cielo/ Cuántas en la oscuridad/ Que sólo es el tiempo/ El que llevará tu vida/ A donde quiere que estés/ Personalmente, creo que todo esto es una locura/ Personalmente, creo que todo esto es una locura, canta en un pasaje de la canción Personalmente y el coro de la gente replica con más fuerza: “Personalmente, creo que todo esto es una locura”.

Foto:  Malu Campello


Un show frontal, directo. Las Pelotas es una banda que debe estar, es una banda que juega con las palabras que quedan fuera del vocerío de las redes sociales. Daffunchio es un cantante que sabe con qué recursos cuenta. Atravesó todas las barreras y la historia lo llevó a transitar por los márgenes. Desde ahí canta. Baja de las sierras de Córdoba con la guitarra y canta con honestidad. No hay más que eso. Y convive con algunos gritos que piden por Sokol. “¿Sabes qué pasa? No es fácil reemplazar al Bocha”, fue su respuesta ante un grito perdido en Obras. Fuiste canción, cómo nunca nadie fue/ por qué razón/ lo perdemos todo, se indaga en la canción Dando Vueltas y quizás mire al cielo para ver dónde andan Luca y Sokol. ¿Qué pensás que soy/ Que no siento nada en mi alma?/ Es que estoy aquí/ Dando vueltas siempre, y no cambia/ No cambia nada, no cambia nada
Sobre el final, el turno fue para Sin Hilo, entre otras, y comenzó el juego de los bises. “Ya saben: si quieren más, tienen que gritar”, dijo Daffunchio con tono socarrón. Promediando las 23:20, la banda (que completan Gabriela Martínez, Gustavo Jove, Tomas Sussmann, Sebastián Schachtel, Alejandro Gómez Ferrero y –ahora también– Gaspar Daffunchio, uno de los hijos de Germán) volvió al escenario para entonar algunos himnos de época. La seguidilla arrancó con Nunca me des la espalda, siguió Día Feliz, Bombachitas rosas y concretó con Capitán América. “América/ debo estar en América del Sur/ bien al sur…/ Garantizado”. Y la trompeta del Pollo Gómez se apoderó de las notas finales. El famoso “Happy birthday to you” decretó que la noche se terminaba. Una foto de Joe Biden en la pantalla acompañó los últimos acordes. Con sus manos abiertas, el presidente de Estados Unidos dejó un claro mensaje: una así de grande.

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