Lenny Cáceres: “Las políticas públicas no están a la altura de la demanda de los territorios”

“La transversalidad de género” es un libro de la periodista pampeana Lenny Cáceres publicado en 2022 por Editorial Sudestada. Frente a la sumisión a la que el patriarcado ha destinado a las mujeres, estas páginas dan lugar a la voz colectiva, esa que se vuelve necesaria cuando los cuerpos siguen siendo violentados por las instituciones, por los medios hegemónicos y por el propio Estado que, muchas veces, sigue mirando hacia otro lado cuando a diario. A las mujeres y diversidades sexuales, las siguen convirtiendo en estadística y placa roja. “El periodismo feminista llegó para desnudar al patriarcado, contar sus formas y sus trampas”, nos dice la autora mientras despliega las claves para entender no solo un presente que atraviesa los cuerpos, sino además la importancia de mirar hacia atrás y entender cuál es el origen la opresión. “Este libro presta la voz”, escribe Nadia Maribel Muñoz en el prólogo. Un inventario de recursos, entrevistas y artículos periodísticos, construyen un encuentro de palabras que muestra las experiencias individuales y los hilos colectivos con los cuales se van tejiendo las tramas de las femineidades. En diálogo con Sudestada pudimos conversar sobre el proceso de materialización de este libro y el trabajo en territorio que viene haciendo la autora junto a otras organizaciones feminista de La Pampa.

Por Natalia Bericat

Tu trabajo como periodista tiene mucho de lo territorial, de todo ese camino que venís haciendo hace mucho en La Pampa…
Si bien tengo formación como periodista, mi compromiso viene desde el aprendizaje en el territorio. Lo mío siempre fue la comunicación. Primero estudié psicología, porque tenía la intención de hacer un trabajo social, con las personas, pero cuando llegué a segundo año me di cuenta de que no era por ahí. Llegué a La Pampa en el 79 y a los dos años asistí a una capacitación que dieron Eva Giberti y Jorge Corsi en el Colegio Médico de la provincia, y era sobre “violencia doméstica”. Digo contradicción porque una de las áreas que más nos cuesta editar con el registro de datos y la atención en relación a todas las formas de violencia, es la salud justamente. Empecé ahí, descubrí un mundo y, sin saber que lo personal es político, al trabajar con violencias empecé a sanar las propias. Pude hacer asistencia territorial y lo hago hasta el día de hoy. Soy feminista, trabajo de periodista y como militante feminista hago trabajo territorial, asistencia, acompañamiento, seguimiento de los casos, todos los días de mi vida a cualquier hora. Me formó la calle. Es duro. Las políticas públicas no están a la altura de las demandas del territorio y escribir me permite esa catarsis, ese reparar la impotencia, aunque sea un poquito, porque sino no podría seguir. Tanto que falta, tanto que no se ve, tanto dinero y tiempo perdido sin poner el foco en lo que se necesita a mí me genera mucha impotencia, entonces van a encontrar en las páginas del libro algunas de las temáticas que conozco, y algunas cosas de amorosidad. Siempre trato de que el mensaje llegue con amor, porque necesito que llegué como me llegó a mí. Pero a veces me enojo. Soy crítica de las políticas públicas de las gestiones, no de las personas, pero lo estoy diciendo todo el tiempo. 

El libro es como una caja de herramientas, podemos encontrar conceptos, profundizar ¿Cómo fue materializar el trabajo en la calle y ponerlo en el papel?
La necesidad primera fue crear Diario Digital Femenino. Porque había falta de compromiso, políticas públicas que no enfocaban. Acá tenés una localidad a 500 kilómetros de la capital, con lo cual está a 1100 de CABA. Casi todas las políticas o campañas más grandes están en las grandes ciudades. Cuando venía una capacitadora hablaba de lo que tenía que ver con la Ciudad de Buenos Aires. Hablaba de ese territorio y de esa realidad. Decían cosas como “cuando vos te tomás un subte”, y no, las mujeres de 25 de Mayo no toman un subte. A mí eso me enoja, cuando hablan de su realidad y no de la nuestra. Y acá en La Pampa tenemos un grupo de feministas espectacular. Hay pioneras en la defensa del aborto, en violencia, legisladoras que han hecho en los 80 el programa de salud sexual reproductiva y procreación responsable.
Mi primera necesidad fue Diario Digital Femenino porque me encontraba con información que no tenía que ver con nosotras o errónea sobre todo lo que tiene que ver con delitos sexuales, síndrome de alienación parental, violencia vicaria, que son temáticas que hace 12 años empezamos a abordar con Sofía. La necesidad de crear el Diario surgió en 2010. Hasta ese momento había sido coordinadora de un seminario muy grande que se hizo en la Universidad de la Pampa, que se llama “Violencia doméstica y escolar”, y después fui asesora en tesis, trabajos prácticos. Por ahí venían las pibas con algo armado y era tremendo lo que habían encontrado en las redes, entonces hice eso. Pensé el Diario para seleccionar información. No es solo producción nuestra, es recopilación de información de otros medios, de otras compañeras. Y el libro surgió de la nada, trabajando con la compañera que hace edición, corrección en el Diario. Ahora somos un equipo de siete. 

Una escucha un coral de voces. No solo tu voz, sino prestar el libro a otras feministas y profesionales. ¿Cómo fue esa selección? 
Me formé así. Para mí eso es una devolución. Me crucé en la vida con mujeres muy generosas, que me enseñaron mucho. Marta Turín de Llano, que era la Secretaria del Consejo Provincial de la mujer fue muy generosa conmigo, me dio mucho espacio. Venía con mi librito de formación en género en los 90 cuando se crearon los consejos de la mujer y ellas estaban ahí organizándose. Para hacer el informe había que recorrer todas las localidades y me dio esa tarea a mí. También fue muy generosa Gladys Russell de Inchaurraga, Diputada, que fue autora de la ley 1.918 y me permitió estar en la redacción. La Ley 1.918 de La Pampa fue la que tomó Eva Giberti como base para hacer el programa de Víctimas contra las Violencias. Fíjense lo importante que era, la ley de violencia, y después salió la 25.485. Yo siento que necesito devolver. Primero porque me nutro con las voces de las otras, también para militar la palabra y con esa generosidad que han tenido conmigo. 

¿Cómo se vive la situación en la provincia con los grupos conservadores?
Yo creo que es porque son lugares más chicos y esos espacios con personas conservadoras se sienten más. Creo que son las personas de estas provincias las que detienen la ESI en todo el país, los que pusieron esa garra en contra de la ley IVE. Entonces es difícil pero también aquí hay una fuerza feminista que veo en La Pampa y que vi también en otras provincias. También se lucha mucho por la identidad de género en muchos espacios, para poder reivindicar y garantizar derechos. Estas cuestiones en las provincias se sienten más pero también es mucho más compleja la situación del trabajo contra las violencias, porque tenés poderes como la Iglesia y la policía que pretenden sostener las familias, o cuando van a hacer una denuncia son amigos, se conocen. Yo vivo en una ciudad que no tiene muchos habitantes y entonces acá se conoce todo el mundo. El que violentó a una mujer juega al fútbol con el juez y come asado con el comisario. Estas cosas que por ahí en otros espacios no se dan y que son más difíciles. Yo también crecí con la fuerza feminista que hay La Pampa, con grandes mujeres que trabajan mucho territorialmente y somos las que demandamos políticas públicas. La escucha no la tenemos todavía. 

La violencia de género, lejos de achicarse, está cada vez más profunda
No me acuerdo si en 2019 o en 2021 en España, media sociedad se levantó porque hubo 49 femicidios. Nosotras tenemos 400 por año y acá a nadie se le movió ni un pelo. No debería haber ni uno. Y la provincia de La Pampa creo que está en segundo o tercer lugar en situaciones de violencia, entonces es preocupante. Hay personas que están cobrando para trabajar en eso, y somos un montón que estamos sosteniendo el territorio. Hace falta formación, políticas públicas, información, compromiso, saber de qué están hablando porque a veces quienes llegan a los espacios de formación jamás hicieron una capacitación con perspectiva de género, y la implementación de la Ley Micaela fue un desastre federalmente, nos perdimos una oportunidad maravillosa.
Siempre les hago hacer memoria a las mujeres más grandes, cuando se trabajó en la campaña de prevención para erradicar el sarampión no había un lugar donde no llegara la campaña, era por folleto, spot radial, la tele, las personas que circulaban la información en la calle. Si te ponés a pensar no hay una sola medida de prevención para evitar la violencia. Todas las que hay son para después. Podrá haber un video pero hoy necesitamos campañas masivas concretas.
Tuve la ilusión de que la Ley Micaela permitiera estas campañas, hasta ahora no pasó nada. No podés dar ni en 45 minutos ni en tres horas una formación en género que es también cambiar una estructura de vida. Nosotras podemos estudiar para ser médica, ingeniera, pero no es lo mismo que formarnos en género porque eso es adquirir información para transformarla o implementarla. Formarse en género es transformar la estructura cultural con la que crecimos y nos socializaron. Requiere de otro compromiso, de un intercambio, saber qué tienen internalizado para buscar herramientas y transformarlo colectivamente, de eso se trata el feminismo: lectura, reflexión y acción colectiva. Y también poder entender que el feminismo no es una cuestión de mujeres y para mujeres, que la perspectiva de género no es de mujeres y para mujeres. El feminismo es un movimiento político y así debe entenderse. Pero con esta cultura machista nos culpan de todo y no van a ver la importancia.

También están las infancias. No hay tantas herramientas para abordar temáticas como el abuso sexual, la violencia. 
Al no incorporar la perspectiva de género en todas las personas, esas cuestiones se siguen guardando en los pactos de silencio familiares. Yo vivo en la provincia y ciudad en donde asesinaron a Lucio  -que es gravísimo y un horror- pero no nos podemos quedar solo con su caso. Hay muchos y muchas otras. Y no vamos a poder cambiar el futuro, ahí hay una estructura y una historia que viene desde muy lejos. Venimos hablando de la ESI, tanto para los chicos en el aula como para los padres y madres para que estas cuestiones sean habladas en la familia. No podemos esperar que hablen de sexualidad solo en la escuela y que en casa de eso no se hable. Todavía hay un montón de gente que piensa que hablar de sexualidad es hablar de genitalidad, pero involucra emociones, cuidados, prevención. Si todas las niñas y niños tuvieran ESI en la escuela, podrían sacar la cuenta que sacó yo, que digo que a mí el feminismo me salvó la vida, pero ojalá la hubiera tenido desde los 6 años porque me hubiera ahorrado el 70% de las violencias que atravesé. 
En La Pampa tenemos alrededor de 100 abusos por mes, que en realidad se le llama violencia porque abuso significa que excediste con algo que podías realizar, pero no podés tener sexo con niñas, niños y adolescentes. Entonces hay unas recomendaciones, que van a salir en UNICEF, para llamarlo violencias o agresiones sexuales.

La importancia de cómo llamamos las cosas. Cuánto tiempo le dijimos abuso infantil… También lo hablás en el libro el tema del lenguaje. 
Me parece fundamental porque si nosotras nos socializamos, creamos cultura a partir de las palabras que escuchamos y repetimos, cómo vamos a hacer para romper y armar de nuevo esta estructura cultural si no prestamos atención a la comunicación del lenguaje, qué estamos diciendo, comunicando. Por supuesto que se hizo muchas cosas mal. Hablar de abuso infantil, un concepto equivocado, es hablar de una cuestión entre pares que oculta absolutamente al adulto abusador. Pero esto también es un proceso., Yo invito a que no tengan miedo de hacerlo mal, porque no estamos señalando, sino que estamos diciendo “vayamos por acá”. Es un proceso, cuesta, pero lo tenemos que hacer. También nos pasa con el lenguaje no sexista, y un montón de personas todavía no entienden que hay una diferencia entre lenguaje inclusivo y lenguaje no sexista. Que brevemente el lenguaje inclusivo tiene que ver con etnias, discapacidades y solamente el no sexista tiene que ver con mujer y diversidades. Y hay proyectos de ley para eliminar el lenguaje inclusivo pero ¿En serio quieren los subtítulos en vídeos? ¿Quieren eliminar a los intérpretes para personas de pueblos originarios en el área de salud o Justicia? ¿No quieren que haya lenguaje de señas en la televisión? Eso es lenguaje inclusivo, el otro es el no sexista. Sabemos que genera rechazo. 

Las nuevas generaciones de pibas vienen revolucionando todo…
Eso es hermoso. Me gusta mucho trabajar con las pibas. De hecho, en el Diario son todas más jóvenes que yo. También me gusta trabajar con las “viejas”. Tengo un grupo de compañeras de “La revolución de las viejas” que me siguen enseñando el camino. Es fundamental escuchar a las pibas. Ahora estoy haciendo un relevamiento que tiene que ver con qué están percibiendo las pibas con respecto a la ESI. Ojalá que cuando lo termine esté todo resuelto, pero lo que pasa es que dicen que se habla de ESI en las escuelas y queremos saber que dicen ellas que están ahí.
¿Qué pasa con los medios y las mujeres, Lenny?
Imagínate hace 25 años… desde que vengo trabajando género. En un comienzo estaba en una redacción con todos varones. Eso era ir a sufrir, a que te maltratan. Era muy difícil.
Desde la Secretaría de la Mujer y el Estado se está intentando poner freno a algunos medios digitales. No digo sancionar, sino armar una serie de recomendaciones sobre cómo comunicar con perspectiva de género. En el caso de La Pampa, en algunos medios, empezaron a ocupar ese espacio más mujeres recibidas de Lic. En Comunicación en nuestra Universidad.
En relación a lo que pasa en las redacciones, yo integro un organismo internacional y es un horror lo que viven las mujeres periodistas en otros países. A nosotras nos maltratan y allá las matan. Cuando nosotras sumamos nuestras voces es cuando se empiezan a generar los cambios. En los 90 yo venía con mi librito de género y no me escuchaba nadie.
Hemos avanzado un montonazo en los últimos años. También hay que decir que hay muchos que encontrar en esto un negocio. Salen a capacitar o a asistir sin haberse formado y esto puede provocar un daño. No cualquiera puede capacitar en género porque las universidades en general no forman con perspectiva de género.

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