Los envenenados de la empresa del veneno

Pergamino volvió a transformarse en territorio de otra fumigación homicida. Un avión pulverizó agrotóxicos sobre más de 20 personas, que tuvieron que ser asistidas en el hospital local. Los afectados y un detalle funesto: al momento de resultar intoxicados trabajaban en un lote de Corteva Agriscience, un gigante mundial de plaguicidas.

Por Patricio Eleisegui

Levantaron la cabeza y lo vieron venir. Ya el ruido previo les había parecido extraño. No era el motor de un camión, menos todavía de un auto o una motocicleta. El avión los sobrevoló y una neblina fétida, aún más densa que los 40 grados que azotaban en ese horario de la mañana, sopló 21 rostros. Todos terminaron en el hospital interzonal general de agudos San José de la sojera Pergamino. 
Está asentado que ocurrió el martes 11 de enero. Dice el parte, escueto, por cierto, del nosocomio: “En la mañana de hoy, ingresaron por la Guardia de Adultos, de manera escalonada, 21 personas, con aparente intoxicación por órgano fosforado. Las mismas fueron inmediatamente atendidas, y tras constatar que se encontraban en buen estado de salud fueron externadas”.
Fin del tema para el aparato sanitario local.
Inicio de un nuevo capítulo del desastre socioambiental que generan los agrotóxicos. Otro desafío para quienes batallan contra un modelo agrícola basado en regar alimentos y forrajes con auténticas bombas químicas. 
Que este envenenamiento masivo haya ocurrido en Pergamino no es una rareza: es la ciudad donde sobreviven familias como la de Sabrina Ortiz, abogada con glifosato en sangre y daño genético al igual que su hija, su hijo y su ex esposo. Distrito donde, en octubre de 2019, la Justicia procesó a tres productores tras considerarlos coautores penalmente responsables del delito de contaminación del ambiente. Y fijó embargo de 3 millones de pesos para cada uno de los imputados.  
Pergamino es otra de las cabeceras bonaerenses del agua intomable. En abril (también) de 2019, la Corte Suprema de la Nación definió como “no apto para el consumo humano” a ese recurso vital tras constatarse la presencia de hasta 18 agrotóxicos en la red que abastece a barrios como La Guarida, Luard Kayad y Villa Alicia.
En mayo de ese mismo año, el juez federal Carlos Villafuerte Russo ordenó “suspender provisoriamente las autorizaciones de aplicación para fumigaciones y/o pulverizaciones en la totalidad del partido de Pergamino, con el límite restrictivo de 1.095 metros para las aplicaciones terrestres y 3.000 metros para las aéreas en áreas urbanas y periurbanas”.
Lo ocurrido el martes prueba que el agronegocio de los plaguicidas goza aún de luz verde en ese distrito. El peso local de los actores de este modelo es tal que, en mayo de 2020, con la pandemia ya consolidada, el municipio habilitó a varios “mosquitos” de fumigación terrestre para que pulvericen varias calles con cloro con la excusa de la desinfección.
Pergamino también protagoniza el mapa de las escuelas rurales fumigadas. El establecimiento 37 de paraje Gornatti, por mencionar un caso, es víctima recurrente de los vuelos que enferman y matan.
Es en este contexto y escenario, con antecedentes y pronunciamientos judiciales cercanos en el tiempo, que tuvo lugar la pulverización del martes 11. Con un ingrediente extra que hizo más funesta la situación: las 21 personas intoxicadas por la aplicación aérea, al momento de recibir la lluvia de pesticidas, se encontraban trabajando en un lote de Corteva Agriscience sembrado con sorgo. 
Sí: Corteva Agriscience, una multinacional –ex división de DuPont– dedicada a la producción y venta de glifosato, 2,4-D y clorpirifos, entre otros plaguicidas. Dueña, además, de campos donde efectúa pruebas con semillas híbridas y transgénicas.
Los fumigados fueron los empleados de una empresa cuyo negocio son los agrotóxicos. 

Los hechos
Mencioné antes a Sabrina Ortiz. Mamá con plaguicidas en su cuerpo. Pero, también, abanderada de la lucha para erradicar el uso de estos químicos en Pergamino. 
Y una abogada ambientalista implacable.
Sucedida la pulverización, Sabrina fue la primera en elevar una denuncia formal. Tuvo la amabilidad de acercarme el documento con precisiones que aquí comparto. 
“… siendo las 13.15 Hs. tomo conocimiento de que se habría producido una fumigación con sustancias agrotóxicas a la hora 7.30 en un predio ubicado en ruta 178 KM 9.5, de Pergamino, lindero a la empresa productora de agrotóxicos CORTEVA AGRISCIENCE, que la misma se habría realizado de manera AÉREA”, inicia la denuncia.
“… los trabajadores (mencionados como changos) permanecían sin protección, sin resguardo alguno, por lo que recibieron parte de esas sustancias, hecho que derivó posteriormente, en la convocatoria del sistema de emergencias médicas SAME y el ingreso de veinte personas hacia la guardia del hospital zonal San José de Agudos para ser atendidos con síntomas de intoxicación”, añade.
Sigue: “Cabe aclarar que el mencionado predio fumigado se encuentra a escasos metros de un curso de agua, ‘La Botija’, que se desprende del arroyo Pergamino, y a unos 200 metros de un barrio cerrado que consume agua de pozo domiciliario, por lo que pudo haberse puesto en riesgo la calidad de la misma contaminándola, como también poner en riesgo la salud de sus habitantes.”
La denuncia de Ortiz derivó en una acción penal por parte de Matías Di Lello, fiscal del Foro Federal de San Nicolás. Detallan los colegas de Primera Plana que la investigación ahora en marcha incluirá “allanamientos y secuestros de materiales”.
De la salud de los 21 afectados no se volvió a hablar a partir del miércoles 12. 
Corteva Agriscience por supuesto que no emitió pronunciamiento alguno. En Pergamino también sobrevuela la idea de que el avión que intoxicó a los empleados de la empresa incluso podría haber aplicado productos adquiridos a la misma Corveta Agriscience. 
Las calamidades que auspicia el modelo agrotóxico rompen los límites de la sorpresa.
Las autoridades por encima del distrito reaccionaron como siempre: tarde y casi de forma simbólica. El Ministerio de Desarrollo Agrario bonaerense labró actas por contravenciones contra el propietario de la firma que realizó las aplicaciones sobre las personas. Como es tradición en la mayoría de los casos de fumigación homicida, hubo especial cuidado en esconder la identidad del empresario.

Connivencia política
Con penas y sanciones prácticamente inexistentes, el modelo agrotóxico sigue garantizándose una continuidad nociva que es hija de la connivencia política y, también, judicial. Le pregunto a Ortiz por el contexto y el devenir en Pergamino. 
Sabrina responde lo siguiente: “El hecho del martes fue aberrante. Cuando recibimos las imágenes que muestran cómo fue la fumigación aérea, bueno, quedamos impresionados. El avión pasaba y las personas, abajo, paradas, resultaban rociadas con agrotóxicos. Agradecemos la valentía de quien se animó a grabar todo lo que ocurrió”. 
“Confiamos en que se arribará a la verdad, que habrá justicia, que esto no quedará como algo que ya pasó. Pretendemos que este caso no quede impune. Y que las personas afectadas reciban la atención médica que corresponde. El hospital de Pergamino les dio el alta sin revisar si los afectados tienen o no veneno en la sangre, por ejemplo”, agregó. 
Exigió que la Justicia investigue el tipo de venenos que fueron aplicados sobre el lote de Corteva Agriscience. “Y que se sepa si, además de la afectación de los cuerpos, también se contaminaron los cursos de agua cercanos y el barrio ubicado a sólo 200 metros de donde se hizo la fumigación”, agregó. 
Ortiz definió lo sucedido como una muestra renovada “de la perversidad del sistema”. Pidió por una intervención ampliada de los vecinos de Pergamino en lo referente a la presentación de denuncias contra las pulverizaciones con agrotóxicos. 
Y concluyó: “El municipio se ha puesto en contra de la salud de las personas. Se dedica a resguardar a los envenenados. Por eso el compromiso de los vecinos es cada vez más necesario. Hay que exponer permanentemente envenenamientos como el de esa semana”. 

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