Leandro es un pibe de la Matanza que presta libros en su bicicleta. Creó un proyecto llamado Verso nómade donde ya son 150 libros los que llegaron a la casa de sus vecinxs. Entrega gratuitamente desde Laferrere, Rafael Castillo o Isidro Casanova. En diálogo con Sudestada, nos contó como nació este sueño de repartir libros.
¿Cómo fue tu relación con los libros? ¿Cómo comienza la experiencia de Verso Nómade?
Tuvo una repercusión muy buena, muy linda. Muchas gracias por la difusión, fue un salto muy grande. Mucha gente se enteró de distintos lugares, de distintas provincias y países y me contactaron. De a poco voy contestando. Soy empleado de comercio y trabajo muchas horas. Me sorprendió la cantidad de gente que se comunicó. Imagine que iba a tener una gran difusión cuando me mandaste el mensaje para publicar.
Por el 2017 yo no tenía mucha relación con los libros. El primer libro que leo llegó acompañando a una amiga a la feria del libro. Recuerdo que le decía a modo de chiste, ‘vas a pagar una entrada para ir a ver libros’. En ese entonces, venía con mis viejos enfermos hacía varios años. A los 17 o 18 años pasé a ser el sostén de la familia con mis viejos incapacitados por salud. Mi viejo en silla de ruedas y mi vieja con los pulmones enfermos, por eso venía arrastrando mucho estrés. Dentro de la feria del libro encuentro un stand de la Fundación Favaloro y por la admiración que le tengo al doctor por una salud verdaderamente pública, me acerque a ver qué había y justo estaban dando una charla de los estados de ánimo. En un momento, el orador dijo, `bueno ya está, todo lo que hicieron los trajo hasta acá, y ahora qué están haciendo de distinto para cambiar algo”. Me quedó picando eso en la cabeza. No sé el funcionamiento de la cabeza, pero en ese momento, en el 2017, me vino un recuerdo de mi profesora de lengua y literatura del año 2009. La profe había terminado la clase, vuelve y nos dice, ‘chicos no se ni por qué vuelvo, pero tengo ganas de decirles algo, tengo ganas de recomendarle libros si alguna vez quieren leer. Les recomiendo “Las venas abiertas de América Latina”, de Galeano. Y eso quedó ahí. Entonces 8 años después ese consejo se me desbloquea con lo que dijo ese muchacho. Ahí mismo, dentro de la feria, fui a buscar ese libro. Y ese fue mi primer acercamiento con la literatura, con Las venas abiertas de América Latina de Galeano y me explotó la cabeza y desde ahí empecé a leer.
Esa semilla que se despierta como muta en lo que hacés hoy…
Con el Verso Nómade arranque en enero del año pasado. En un momento estaba limpiando un poco la biblioteca y me agarró nostalgia porque pensaba que esos libros me habían ayudado un montón a mí. Se me vino a la cabeza una frase, ‘es absurdo el libro que tiene mas plumereadas que páginas leídas. Pensaba que esto podía servirle a alguien más. Esa misma noche entré al grupo del barrio de Villa Scasso, y publiqué que mis libros iban a ser un bien público para el barrio y que lo podían solicitar quienes quieran. Era un grupo de compra y venta donde la gente se la rebusca.
¿Y cómo fue esa recepción?
Tuvo mucha repercusión porque además de la gente que te pide libros está la gente que te felicita por el gesto y que dice que hacen falta más personas que hagan estas cosas en el barrio. Yo les digo: “vos sos una persona en el barrio, no tenés que hacer lo mismo que yo, pero de una u otra manera vos podés ser ese vecino que necesita tu barrio”.
Actualmente el Verso Nómade es una biblioteca que tiene 700 libros, que arrancó con 30 libros. Es un proyecto que motiva a la gente, las personas interactúan, ponen su grano de arena, donan un libro, se ofrecen a que les deje libros en sus casas.
Tuve que superar dos miedos para comenzar con Verso Nómade. El primero fue el de los libros que amo. Al principio los tenía separados y en un momento me sentí re traicionado, pensaba de qué me la doy de que te estoy compartiendo lo que a mí me hizo bien si lo ve que me hizo re contra bien los sigo dejando separados. Entonces tuve que trabajar el desapego con esos libros para también ofrecerlos y luego el desapego con mi bicicleta. Es barrio como en todos lados y puedo doblar en la esquina y me la pueden sacar. Me trae una satisfacción enorme, no lo había pensado. El hecho de que lo lleve en bicicleta surgió cuando una persona me dijo que no podía y yo quise llevárselo en bicicleta y de ahí en más los empecé a llevar en bici. La facilidad de que te lo lleve a la puerta, de recomendarme vos porque nunca había leído entonces ahí está la facilidad de que la gente empiece a leer, que te lo dejen en la puerta cambia todo. Así es como se fue dando, al día de hoy hay 150 libros ya prestados. No gusta decir eso. Prefiero decir que son 150 personas que eligieron leer, más que 150 libros prestados, así toma el verdadero sentido de esto.
Laburás en la semana, imagino que te armás una hoja de ruta y harás los fines de semana las entregas…
Claro, de vez en cuando tengo libre algún sábado, pero son más bien los domingos salgo con la bicicleta. En la semana me van pidiendo, voy anotando y cuando llega el domingo me pego una pedaleada. A veces es cerca y otras lejos y hay que pedalear.
Siempre tengo muy presente el por qué se dan las cosas y la gente que comparte. No es el like lo que necesita el Verso Nómade, sino que se comparta, así es como le llega al vecino, a una persona conocida y esa es la verdadera función de las redes que alimenta al Verso Nómade. Cuando ustedes compartieron se expandió un montón. Apareció alguien de Merlo y entonces fue la primera vez que sacamos un libro fuera de La Matanza.
En tiempos de mucho distanciamiento, virtualidad, quizás el libro es una excusa para estar cara a cara con una persona, para dialogar, para conocer
Tuve la posibilidad de conocer mucha gente a través de la literatura y el arte. El mensaje que yo llevo del libro o de la cultura y el arte en general es que son una herramienta, para construir, reparar, reconstruir. Para mí tiene 3 fases, como contención, como acompañamiento y luego como transformación. Yo lo viví así. En lugar de volver en el bondi sufriendo, cansada y parada, venía leyendo. También como disfrute.
Hay una concepción de que cierto arte no se involucra porque va por otro lado, y vos no, la consideras una herramienta para transformar y para vincularte. ¿Cómo ves eso?
Si totalmente es una herramienta valida para transformar esas cosas que vemos mal en la sociedad o que las queremos mejorar y principalmente a nosotros mismos.
La Matanza es mucho más de lo que te muestran los medios hegemónicos, que generalmente te lo muestran cuando llueve o cuando hay casos de violencia. Sin embargo, esta lleno de personas desinteresadas, que hacen todos los días para que sea un lugar mejor.
¿Cómo lo ves en el tiempo a Verso Nómade?
No pienso tanto a futuro. Quizás si la gente no leyera… pero ya 150 personas pidieron libros para leer, entonces vivo y disfruto eso. Aprovecho para llevar un mensaje. La oportunidad de sembrar semillas que tiene cada persona todo el tiempo. Voy disfrutando de este momento y de lo que se da, llevando los mensajes que considero valiosos y también los que están dando otras personas, como los vecinos de la reserva natural de Laferrere, como la Comunidad Tres Ombúes como la justicia por Lucas Verón, por Octavio Miguel. Son cosas que no se ven y gracias a toda la difusión que se hizo de nómade es llevar esos mensajes. En cuanto para el futuro es aprovechar el disfrute que me esta dando en el presente.
¿Cuáles son los libros que más te piden?
Siempre Galeano y Cortázar, pero también trato de ofrecer siempre autores de la zona. Me gusta que la gente lea a los autores de su barrio, que sientan esa identidad de la gente que pisa el mismo suelo y que también está escribiendo, generalmente no están en las librerías, son independientes.