Trabajadoras de un negocio que vende ropa en Lomas de Zamora -Provincia de Buenos Aires-, “Ahí Lupita”, denunciaron en las redes sociales las precarias condiciones laborales. Contaron que las hacen trabajar más de 8 horas paradas, con descanso de 15 minutos y con un sueldo bajo. Les exigen ir maquilladas, las discriminan si no entran en el estándar de belleza. Muchas relataron que llegaron a sufrir ataques de ansiedad, producto de los malos tratos y la presión que se ejercía en el trabajo.
A partir de que una se animó a hablar, otras 50 personas contaron su historia: todas atravesadas por la precarización laboral. “Renuncié porque no soporté más. Me intoxiqué por comer al lado del inodoro en el piso. No nos dejaban sentar en las jornadas de 10 horas, nos obligaban a competir entre nosotras por una comisión de venta. Los dueños nos maltrataban y nos cag*ban con la plata”, expresó una mujer que trabajó en el lugar.
En diálogo con Sudestada, otra ex empleada del lugar sostuvo: “Entré en marzo de 2022 como asesora de ventas. Estuve cinco meses. Trabajábamos 10 horas. Hubo una semana que estuvimos 13 horas sin poder sentarnos. Teníamos 6 horas en blanco y todas las demás en negro. Un día vino la AFIP y tuve que fingir que era una clienta porque no tenían los papeles al día. Nos exigían que digamos que teníamos horarios rotativos y francos semanales, algo que no era cierto”. Y agregó: “Sufrí malos tratos. Muchas veces se burlaban de nuestro cuerpo, nos decían cómo teníamos que ir vestidas. El contador del lugar nos acosaba. Además, tomaban chicas por tres meses y después las despedían. Si teníamos algún problema que nos imposibilitaba trabajar, aunque tuviéramos certificado, nos descontaban las horas”.
El laburo precario e informal es moneda corriente. Historias como estas se repiten en todo el país, en donde se aprovechan de la necesidad para ofrecer la precariedad y lo inhumano como si fuera un favor. No es trabajo, es precarización laboral.
