“Son las amigas el verdadero eje del discurso amoroso”

Samantha San Romé es poeta, escritora y docente. También es autora de los libros como Permanente (Árbol Gordo, 2016 ), Ojalá el tiempo no fuera una prisión (El ojo del mármol, 2017), Todo lo que nos pasa (2017) y El cielo de los exnovios (2020). Recientemente publicó su último poemario Un lugar en mundo. “Samantha San Romé anda atenta por la vida: abraza a sus compañeras/os de ruta mientras mira de frente a los fantasmas”, escribe Tomás Rosner en el prólogo. En esta obra, Samantha nos interpela, nos acerca amorosamente a las mujeres de nuestras vidas y destaca el rol de la amistad. En diálogo con Sudestada, habló sobre este libro, su trabajo como docente, su relación con las letras y la importancia de la amistad en su escritura.

Amiga, tengamos nuestros nunca más
y empecemos ahora:
nunca más llamar amor
a lo que nos deja sin hambre
nunca más una mujer
llorando sola en un baño
nunca más ninguna regla
que no hayamos inventado nosotras
nunca más arrepentirnos
de vivir como escribimos
.
Samantha San Romé

Por Florencia Da Silva

¿Cómo empieza este amor por la escritura que después se convirtió en oficio?
No sé si puedo ubicar temporal y espacialmente cuándo. Creo que nació conmigo. Mis viejos escribían, seguro algo empezó ahí. Generalmente, siento que pienso mejor cuando escribo. Necesito ese filtro de la escritura, ese tratamiento específico del lenguaje para pensar o para no decir pavadas. Quizás no es que me sale mejor escribir, sino que me sale peor hablar. Pero vos me preguntaste cómo y no cuándo y creo que empieza como deseo, como un proceso íntimo de descolonización, desdomesticación, de encontrar las propias ideas, la identidad, la libertad, lo salvaje, el cuerpo, de atrapar el sentido de la vida. Escribir no es una tarea solitaria. Siempre hay otras voces. Yo pienso que toda escritura es cultural, colectiva, social. Una transcripción. En oficio se convierte con la propia maduración, que no termina nunca, pero hay un momento en el que tenés que aprender a despegarte del yo para que aparezca la voz poética y ese/a otro/a que es el/la lector/a. Aunque escribas “no ficción” y tus poemas tengan imágenes de tu vida, tenés que poder desapegarte de tu historia para dársela a la literatura como ofrenda. Es la única forma de ser honesta. Como dice un poema del libro, quizás las cosas y las personas sobre las que escribo no son tal cual fueron, pero no por eso son menos verdaderas.

Este poemario está repleto de referencias a las mujeres y muchos poemas son un tributo a la amistad, algo que no suele estar tan tratado en la poesía y en general es sobrevalorada, ¿cómo nació esta necesidad de escribir sobre ellas y abordar de esta forma la amistad?
Justo así. Íbamos en subte con una amiga, Cande, y estábamos las dos un poco tristes. Alguien se pone a tocar una canción en el subte y nos pareció que estábamos en una escena de película romántica. Hablábamos de que son las amigas el verdadero eje del discurso amoroso, una especie de interlínea o de narrativa paralela, pero central si cambiamos la mirada. Entonces nos empezamos a escribir poemas mientras desanudábamos cosas en relación con el amor, la relación con nuestras madres, el pánico, la violencia, el dolor. Poemas de amor. Hacía no mucho había salido el poemario Amiga de Malena Saito. Estábamos peleando por la legalización del aborto. Me acuerdo que en mi adolescencia no quise festejar un cumpleaños porque me había peleado con un exnovio y él no iba a venir. Entonces no iba a haber fiesta. Sin él no había fiesta posible para mí. Sin embargo, en mi casa me estaban esperando mis amigas, mis hermanas, mi familia. El amor lo teníamos nosotras. La fiesta es de las amigas. Hicimos un taller que se llamó Cartas entre amigas en las que recolectamos mucho material teórico, cartas de Woolf, Ocampo, Lispector, Pizarnik, escenas de series o de pelis que tienen a la amistad como protagonista, historias personales como esta que te conté. Miramos el final de Thelma y Louise y lloramos. La amiga en este libro tiene que ver con cuál es el lugar en el mundo, con una categoría política desde la cual pensar todas las relaciones y vínculos, no solo con las personas sino también con la naturaleza, los animales, el medioambiente. En línea con pensar una política de la fraternidad, sororidad para vivir mejor, esta poesía quiere hablar de una política de la amistad.

Has publicado otros poemarios y una novela. ¿Hay algo que se modificó en tu escritura a lo largo de estos años que se refleje en este último trabajo?
Claro, aunque la particularidad de este libro es que los poemas que reuní mezclan diferentes temporalidades y acontecimientos bisagra de mi vida. En ese sentido hubo como dos momentos. El momento de escritura de cada poema y el momento de ordenar, corregir, editar, poner y sacar que es también una reescritura. En este segundo momento es en el que se hace más consciente esa transformación porque la viví con mucha responsabilidad. No quería hacer una antología de mis propios poemas, quería encontrar el hilo, la narrativa general dentro de esas micronarrativas que se vaya tejiendo con esos puntos que aparecen como temas del libro pero que son categorías para pensar: la infancia, la ternura de la poesía, la amistad, las mujeres, los secretos, el abuso, la muerte, el dolor y el miedo, la maternidad, la familia, también, el lugar de privilegio desde el que escribo.

En la dedicatoria mencionás a Gilda y Evita ¿Cómo influyeron en tu vida y en este libro?
Ellas son los símbolos sagrados de mi escritura que condensan lo popular y lo político. Lo que me corre en las venas. Ambas tienen en común que fueron dos mujeres que se metieron en mundos muy machistas, la cumbia y la política, y se hicieron un lugar en la historia. Sus muertes tempranas y jóvenes las convirtieron en santas y heroínas. Porque hicieron algo grande, dieron alegría donde había tristeza. Las dos fueron elegidas por el pueblo para hacer milagros, pero ellas antes ya habían elegido al pueblo. En mi casa se escuchaba Gilda, teníamos los casetes y discos. Cuando era chica me gustaba mucho cantar se me ha perdido un corazón y creo que vivo dejando y perdiendo el corazón todo el tiempo. Y Evita es mi referente. Sus discursos son pura poesía, su manera de sentir propio el sufrimiento de los pobres, los enfermos, los niños y los ancianos, el rechazo a la oligarquía, la pasión, la vehemencia. Quiero una escritura con eso y con cumbia.

También das talleres de escritura ¿Qué rol juega la docencia en tu vida? ¿Cómo afectan esas clases tu escritura?
Ahora soy docente, pero en el profesorado, y en materias relacionadas a las tecnologías de la educación. La docencia y la escritura van de la mano, tienen el mismo valor. Empecé a dar talleres de poesía en el 2015. En ese momento fue una salida emocional y económica para muchos/as poetas y personas de otras áreas que encontraron en la formación una salida al desempleo que instaló el macrismo. A mí me habían echado del trabajo de un día para el otro y un amigo me alentó a hacer un taller. En esos días Juan Solá compartió un texto mío que se viralizó y siempre me parece necesario contarlo porque Juan “se compartió” a muchos colegas y ese gesto fue clave para que yo pueda armar un grupo de escritura en Buenos Aires. Empecé con uno allá y otro chiquito en Chivilcoy. Lo duro era que cuando nos presentábamos, todos/as los/as jóvenes estábamos en la misma: sin trabajo, por perderlo o sin saber si había un lugar para nuestras carreras en el futuro. Nunca fue mi medio de vida material, pero sí espiritual. Yo creo que esos espacios transforman día a día el entorno que vivimos. La poesía muestra la belleza o la saca de donde parece que no hay. Por muchos años, porque fueron casi siete, sostuve esos espacios que fueron como un sistema aparte, una trinchera. Ahí nació la idea de la poesía al poder, parafraseando el mayo francés. No eran clases, era un refugio para escuchar, para aprender, escribir y compartir conocimientos y lecturas. Ahí te das cuenta que se necesita la educación, la cultura y la poesía para diseñar el mundo y de su poder. Me hice amigos/as. Conocí a mis poetas preferidas/os y los extraño mucho porque ahora mismo no estoy dando. No pude organizarme con los otros trabajos que tengo que sostener, más el de ser mamá, pero hicimos cosas hermosas y estamos siempre por volver.

En el proceso de escritura tuviste a tu primera hija. Has dicho que la maternidad fue una bisagra en tu escritura ¿cómo se juega esto en este libro?
Ese fue el verdadero aprendizaje del libro porque la maternidad te pasa por arriba en todo. Todo se cayó, todo cambió y no podía pretender que mi voz poética no cambie. Primero quedé analfabeta, después empezó a aparecer otra Yo que escribe. Tuve que ser paciente, esperar y dejarme nacer de vuelta. Y morir también. Al principio me asustó y pensé que nunca más iba a escribir, que se había ido la poesía, que no iba a tener tiempo y me costaba reconocerme en esos textos que había escrito hace dos días. Otra cosa que me asustó es escribir tanto sobre miedo, dolor, pesadillas. Se derrumbaron algunas ideas que tenía, como que el amor no duele. Claro que duele, pero hay felicidad en el dolor, hay entrega, hay ternura. Después me pareció maravilloso cambiar y todo lo que apareció. Incluso tener que encerrarme en el baño o hacerlo en sus siestas, lo que me daba menos tiempo de controlar todo lo que iba a escribir porque tenía que hacerlo antes de que se despierte o abra la puerta y a mí siempre me costó mucho liberar la mano, dejarme llevar. Soy más bien de quedarme una semana buscando una palabra. El rap, por ejemplo, no es para mí. No me animo a improvisar, a soltar una palabra sin pensar. No tengo esa valentía. Entonces lo que pasó es que en la velocidad de la vida de madre solté un poco el control y hay más libertad, más presente, ¿más coraje? También me volví más obsesiva y estoy intentando escribir todo como si tuviera que dejarle una memoria. Otra vez el control. En fin, esta pregunta es otro libro que estoy escribiendo y no sé hasta cuándo. 

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