7 años sin la pequeña saltamontes

Foto: Florencia Guimaraes

El 11 de octubre del año 2015 muchas esperábamos ansiosas a nuestra compañera Diana Sacayan en lo que era el Encuentro Nacional de Mujeres, aquella ocasión en Mar del Plata. En el taller sobre abolicionismo de la prostitución su hermana de batallas, Lohana Berkins, se preguntaba ¿dónde andará la Sacayan que no llega?

Por Florencia Guimaraes

Diana nunca llegó, Gabriel David Marino y su cómplice, aún buscado, la habían asesinado en su departamento de Flores. Diana fue asesinada brutalmente y apuñalada por estos dos travesticidas. No es posible ni debemos dejar de denunciar la saña, crueldad y el odio contra nuestros cuerpos, contra nuestras identidades. La pequeña saltamontes, como la llamaba Lohana, tampoco logró superar los 40 años de edad. Pero todo ese odio cisheterosexual y toda la crueldad con la que fue asesinada Diana se transformó en lucha y organización popular, porque eso era lo que ella generaba y representaba. A pesar de que muchas travas teníamos miedo, ese miedo se convirtió en furia y activamos fuertemente, nos organizamos, tomamos conciencia colectiva de que había que salir a luchar no solo por el crimen político de Diana, el travesticidio, sino por nuestras propias vidas, por todas aquellas compañeras que hoy no están y por las que vendrán.
Todo ese odio y toda esa fuerza que pone el patriarcado para matar a compañeras como Diana, Maite, Lohana, Melody, Cynthia o Ale Ironici, es la misma fuerza que le pusimos muchas para salir a hacer las cientas de actividades exigiendo justicia por ella, creando la marcha contra los travesticidios y transfemicidios, exigiendo por la Ley de Cupo Laboral a nivel nacional, y luchando hoy por la reparación histórica para aquellas que fueron encarceladas y perseguidas simplemente por ser travas.
El dolor de saber que no está físicamente se transformó en rebeldía y construcción militante. Las travestis que despedimos a Lohana le prometimos seguir peleando por la justicia a Diana y de todas las compañeras asesinadas. Y lo hacemos desde múltiples lugares, porque no existe un solo lugar donde luchar por Diana y por todas. Lo hacemos desde todos los espacios que habitamos las travestis, que no es solamente una esquina como quiere el sistema capitalista, patriarcal y prostituyente. 
Hoy, gracias a las incansables luchas que impulsaron Diana y Lohana, podemos batallar dentro de partidos políticos, sindicatos, y lugares de trabajo que ocupamos y que creímos imposible.
Diana es sin dudas un faro hacia ese horizonte rojo, multicolor, que muchas y muches deseamos.

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