Las carabelas del extractivismo

Control de insumos agrícolas y dominio del negocio de la exportación, posicionamiento estratégico en los salares que albergan el litio, beneficios exclusivos para el “fracking” en Vaca Muerta. La historia del saqueo trasnacional con complicidad y aliento de gobiernos y empresas locales se repite como la peor de las tragedias circulares. Perfil y nombres de la entrega.

Por Patricio Eleisegui

Garantizarse el control de recursos e insumos determinantes para la continuidad de modos de vida privilegiados, impertérritos en plena fase de colapso global, sigue siendo el motor que alienta la expansión en la Argentina de multinacionales y compañías que, más allá de contar en algunos casos con ADN local, operan a tiempo completo en pos del status quo del llamado Primer Mundo. 
La avanzada que tuvo su primera luz verde durante el menemato, con una modificación del código de la actividad minera (1995) que abrió la puerta a los mega proyectos a cielo abierto y la irrupción de los transgénicos (1996) a partir de la gestión de Felipe Solá desde la Secretaría de Agricultura, ganó en velocidad durante los gobiernos de las últimas dos décadas. Hasta llegar a un presente en el cual, siempre con respaldo político, el extractivismo ejerce el control socioeconómico del país.
El reparto del mapa tiene nombres propios. Que hoy muerden con fuerza renovada en los territorios donde se aloja el litio o las tierras raras, pero también redoblan la presencia en Vaca Muerta “fracking” mediante, no sueltan el predominio en las zonas de abundancia forestal y ejercen el control absoluto del agronegocio exportador. 
La historia de un estado fundado para proveer al mundo, la aberrante máxima del granero global, se actualiza a partir de aparatos gubernamentales que actúan como garantes de un saqueo en renovación permanente.
El agronegocio, a partir de las identidades que controlan la comercialización de plaguicidas y semillas y ejercen el dominio de la salida de la Argentina de productos agrícolas, es un ejemplo contundente de cómo el capital trasnacional mueve los hilos de la economía. Siempre con respaldo de la política de turno y en sintonía con empresas nacionales que sirven a los mismos fines.
En el caso de las semillas, detrás de la doméstica Don Mario, Nidera –bajo control de la suiza Syngenta, a su vez propiedad de ChemChina– y Monsanto –controlada por la alemana Bayer– predominan en el segmento de los transgénicos (OGM). 
Comenta al respecto un trabajo reciente del Instituto Nacional de Semillas (INASE): “Monsanto (actual Bayer-Monsanto) y Syngenta (actual ChemChina-Syngenta) son, de entre los cuatro principales grupos transnacionales que dominan el mercado mundial de semillas, los que más peso tienen en el registro de variedades de soja nacional, aunque no ocupan los primeros puestos. Los primeros puestos están ocupados por Don Mario y por Nidera”.
Esta última es dueña del 25 por ciento del mercado de soja OGM, en la actualidad sembrada a nivel nacional en casi 17 millones de hectáreas. En cuanto a Bayer Monsanto, el monitoreo del INASE afirma que la multinacional comercializa más 40 de variedades soja transgénica y convencional. Asimismo, y a través de su controlada Dekalb, el fabricante del cancerígeno Roundup también es dueño de un portafolio de 17 variedades de maíz entre híbridos y transgénicos. 
Otro jugador de peso en el segmento de las semillas transgénicas es Pioneer, adquirida por DuPont en 1996 y que a su vez se transformó en Corteva a partir de la unión con Dow informada en diciembre de 2015. Corteva es estadounidense y comercializa en la Argentina variedades híbridas de sorgo y girasol, y OGMs de soja y maíz. 

Multinacionales de semillas y agrotóxicos controlan las exportaciones
La exportación de lo que genera el agronegocio se reparte entre empresas de igual naturaleza foránea. Según el último informe de la Bolsa de Comercio de Rosario, la estadounidense Cargill encabeza el ranking de exportadores de granos y subproductos de Argentina en lo que va de la campaña 2021/22 con 9,6 millones de toneladas.
“En el ciclo actual, la compañía vendió al exterior principalmente maíz, siendo el segundo mayor exportador del cereal en la campaña 21/22 con 5,2 millones de toneladas. Por otro lado, se ubica segunda en la exportación de trigo en grano con 2,4 millones de toneladas de ventas de exportación anotadas en el registro de Declaraciones Juradas de Exportación (DJVE)”, señala el trabajo.
“Por otro lado, (Cargill) se ubica segundo en la exportación de trigo en grano con 2,4 millones de toneladas de ventas de exportación anotadas en el registro de DJVE. Respecto de las ventas de subproductos de soja al exterior, la empresa se encuentra quinta en harina de soja con 1,5 millones de toneladas. Y en segundo lugar en aceite de soja con 0,4 millones de toneladas, entre otros”, añade.
En términos de volumen, la china COFCO es dueña del segundo lugar: ostenta un acumulado de exportaciones apenas 601.000 toneladas por debajo de lo declarado por Cargill. Ya en el cuarto, quinto y sexto puesto se destacan Bunge -empresa estadounidense-, ADM -también norteamericana-, y Oleaginosa Moreno, propiedad de la suiza Glencore.
Asimismo, COFCO encabeza la venta al exterior de trigo con 2,7 millones de toneladas, seguida por Cargill, Bunge y ADM. En cuanto al control del poroto de soja, la Bolsa de Comercio de Rosario expone a la suiza Syngenta como el principal exportador, con 360.000 toneladas. El segundo lugar es propiedad de la cooperativa estadounidense CHS.
“Se puede decir que en los principales granos que exporta la Argentina (en términos de volumen) predominan los exportadores del grupo ABCD+ (grupo conformado por las siete global trading companies Cargill, ADM, Bunge, Wilmar, LDC, Viterra y COFCO) de empresas exportadoras multinacionales de granos…”, afirma la entidad en su informe.

Minerales para el Primer Mundo
El litio viene marcando el pulso de la minería en estos tiempos de Alberto Fernández al frente del Ejecutivo nacional. La obsesión no es nueva, la gestión de Mauricio Macri sentó pilares determinantes para esta práctica extractivista en particular, pero lo cierto es que desde 2019 la entrega de superficies para ese tipo de explotación no ha hecho más que intensificarse.
La Dirección Nacional de Economía Minera reconoce 18 empresas con permisos entregados para la explotación del metal. Dieciséis son actores privados integrados por capital foráneo con origen en 8 países diferentes. 
Australia, a través de 6 megamineras, encabeza la nómina de naciones con mayor posicionamiento principalmente sobre los salares de la Puna. Le siguen Canadá, con 3 firmas, China suma 2 y luego continúan Gran Bretaña, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia y Japón.
Por su parte, las australianas Orocobre/Galaxy Resources dominan las acciones de los proyectos Olaroz, Cauchari y Sal de la Vida, distribuidos entre Jujuy y Catamarca. Otra firma de peso es la canadiense Lithium Americas, controlante de los emprendimientos Cauchari Olaroz y Pastos Grandes, en Jujuy y Catamarca, respectivamente. 
La francesa Eramet, en tanto, posee el yacimiento Centenario Ratones, en la provincia de Salta, mientras que la estadounidense Livent promueve el proyecto Fenix en Catamarca.
En junio de este año, se probó que Livent subfacturó el mineral que extrae en el Salar del Hombre Muerto, siempre en la provincia de Catamarca, casi un 850 por ciento en comparación con los valores de exportación notificados por Jujuy, la otra provincia que hace gala de la extracción de litio a través del proyecto Olaroz –propiedad de la automotriz japonesa Toyota y la ya mencionada minera australiana Orocobre–. 
Según una auditoria llevada a cabo por la Agencia de Recaudación de Catamarca (ARCA), en abril pasado la compañía norteamericana documentó un precio por kilo del orden de los 6,41 dólares mientras que Jujuy declaró 54,07.
Pluspetrol aparece como la empresa argentina con mayor presencia en el segmento, seguida por la estatal jujeña JEMSE. Esta última sólo posee participaciones minoritarias en algunos de los emprendimientos impulsados en ese distrito. Más datos: de un total de 83 proyectos mineros operativos en la Argentina, 27 comprenden actividades de extractivismo de litio y se concentran en Salta, Jujuy y Catamarca.
En lo que va del año prácticamente no transcurrió un mes sin anuncios de potenciales desembolsos para la apertura de nuevos yacimientos o, en todo caso, promesas multimillonarias de ampliaciones de iniciativas ya activadas.
En la extracción de oro el predominio de la canadiense Barrick Gold no es algo que vayamos a descubrir en este artículo. En su proyecto de Veladero, ubicado en la provincia de San Juan y operativo en sociedad con la china Shandong Gold, la firma explota el metal a razón de 4,4 millones de onzas anuales. En el mismo lugar extrae cobre a volúmenes multimillonarios. 
Entre 2015 y este año, Barrick Gold perpetró al menos cuatro derrames de cianuro, plomo, mercurio, aluminio, níquel y manganeso contaminando las aguas de ríos que proveen a poblaciones cercanas a Veladero como Jáchal. Los peores desastres históricos provocados por la minería en la Argentina han sido potestad de esta compañía, que apenas si recibió alguna que otra multa y continúa operando a partir del blindaje que le garantizan la política y el poder judicial.
McEwen Mining es otra empresa canadiense con predominio en la extracción de oro doméstica. La firma posee la mitad de las acciones del proyecto San José, en la provincia de San Cruz y tiene en estado de perforación avanzada el emprendimiento Los Azules en territorio de San Juan. 
Filo Mining Corp –proyecto Filo del Sol–, Aldebaran Resources –proyecto Altar– y Fortuna Silver Mines –proyecto Lindero–, las tres también de Canadá, son otras de las firmas que, según un reporte de mayo elaborado por la Secretaría de Minería, iniciaron la construcción de minas para la extracción de oro, plata y cobre en San Juan y la provincia de Salta. 

Chevron, YPF y el “fracking” en Vaca Muerta
Desde la presidencia de Cristina Fernández para acá, la estatal YPF no ha hecho más que abrirles la puerta a todas las trasnacionales con ganas de intervenir en el negocio de los no convencionales montado en Vaca Muerta.
En la actualidad, de los más de 30 equipos de perforación distribuidos en ese apartado de la Patagonia, la mitad responde a las asociaciones que, justamente, YPF mantiene con la estadounidense Chevron –área de Loma Campana–, la estatal malaya Petronas –área La Amarga Chica–, la noruega Equinor y la británica de origen neerlandés Shell –ambas, en el área Bandurria Sur–. 
Equinor es la firma que, a principios de 2022, recibió los primeros avales de exploración otorgados por la cartera de Ambiente que encabeza Juan Cabandié para la búsqueda de petróleo frente a las costas de Mar del Plata. 
Vista, una compañía basada en capitales mexicanos pero encabezada por Miguel Galuccio, ex mandamás de YPF, es otra de las firmas que integra el pelotón de multinacionales en Vaca Muerta.
Para garantizarse la presencia de estas empresas, los gobiernos de Mauricio Macri y Alberto Fernández no han hecho más que establecer precios preferenciales para la comercialización del barril de petróleo dentro del país, planes de beneficios impositivos para la extracción de gas y exenciones impositivas. A estas compañías también se les otorgaron facilidades para el giro de regalías a sus respectivas casas matrices.
A fines del mes pasado, y tras una gira de negocios por Estados Unidos, Sergio Massa, actual ministro de Economía, reactivó el llamado “decreto Chevron” (929/13) que, firmado por Cristina Fernández en 2014 pero sin aplicar durante el macrismo, garantiza a la petrolera el acceso a dólares a valor oficial, le permite exportar el 20 por ciento de lo que extraiga en la Patagonia con una alícuota igual a 0 y habilita a la empresa para que haga lo que le plazca con las divisas que genere.
“La resolución 929 era una vieja deuda con Chevron. Con ella, se reconoce el cumplimiento de inversiones que hizo la firma durante este tiempo”, declaró Flavia Royón, secretaria de Minería y Energía en funciones, a principios de septiembre. 
Sin inmutarse, la funcionaria agregó que este movimiento debe interpretarse como “un mensaje al sector de que habrá una continuidad del Estado con las políticas en un sector donde los tiempos para dar sus frutos son de largo plazo”.
Desde el Gobierno remarcaron que este beneficio es exclusivo para Chevron. Como si garantizarle un predominio por demás de contundente en el negocio de los hidrocarburos no convencionales no hubiese sido hasta ahora un premio suficiente.
Para el final, ya fuera del ámbito petrolero pero siempre en la línea del peor extractivismo, no quiero olvidarme de la chilena Arauco, la ex Alto Paraná, que en sus redes se jacta de contar, desde el año 2000, con “el más grande y moderno aserradero de Argentina en la localidad de Puerto Piray, Misiones”, dotado “con una capacidad de producción de 300.000 metros cúbicos anuales de madera aserrada y seca”. 
La firma reconoce el control de más de 260.000 hectáreas distribuidas entre el territorio misionero y las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe, en las que explota plantaciones de pino, eucalipto, araucaria, sauce y álamo. Y que son base casi permanente de incendios que originan reiteradas catástrofes ambientales.

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