A 50 años del tucumanazo

En Muñecas al 200, en la capital de Tucumán, funcionaba el comedor de la universidad de la provincia. El intento de cierre de este lugar en 1970 fue el detonante de la mayor movilización obrero-estudiantil tucumana. Hoy funciona allí un comercio de ropa deportiva, en pleno microcentro.

Por: Camila Brizuela

Son alrededor de las 11 de la mañana del 9 de noviembre de 1970, los estudiantes que se encuentran en el comedor universitario de la calle Muñecas al 200 sacan las mesas y las sillas para comer en la vereda y resistir al intento de cierre. Se produce el primer choque con la Infantería de la Policía. Los manifestantes se repliegan al interior del comedor. A las 12, los disparos inundan el lugar. Mesas y sillas que vuelan. Gente que siente el efecto de los gases. Desmayos, llantos, gritos. Estalla el Tucumanazo.

El Comedor Universitario de la calle Muñecas albergaba 500 plazas para los 16 mil estudiantes de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Hoy allí funciona un gran comercio de ropa deportiva; 50 años después, pocos recuerdan lo que pasó, pero todavía hay una generación que no olvida. 

Muchos de los gremialistas, militantes y estudiantes que salieron a las calles para resistir el cierre del comedor hoy en día ya no están. En gran medida, fueron víctimas del terrorismo de estado que se inició en Tucumán con el gobierno civil de Isabel Martínez de Perón, en 1974. El 68% de los desaparecidos de la UNT iban al comedor universitario y la mayoría fue secuestrada y murió en las peores situaciones. Pero los pocos sobrevivientes nunca van a olvidar la historia.

Uno comedor que sobrevive

“El comedor se había convertido en un cabildo abierto para el apoyo de toda la población”, recuerda José “Macho” Luna, uno de los protagonistas del Tucumanazo, quien estuvo a cargo de la conducción del Comedor Universitario y fue militante del Frente Antiimperialista por el Socialismo (FAS). Él cuenta que desde el inicio de la dictadura de Juan Carlos Onganía, en 1966, habían intentado cerrar el comedor. Pero que los estudiantes construyeron un poder popular en 4 años y lograron evitarlo. Y que el 9 de noviembre de 1970 gracias a las primeras barricadas de las manzanas y la ciudad tomada, se liberó el comedor, lo que produjo un retroceso de la represión después de respirar por casi dos horas gases, con muchos enfermos y más de 14 estudiantes presos en la zona. 

La manzana de Muñecas, Mendoza, Maipú y San Martín esconde mucha historia. Era el lugar que concentraba las demandas de los estudiantes por la gran cantidad de escuelas y sedes universitarias que había en la zona. En esos tiempos, los jóvenes se congregaban en el comedor que les permitía comer por poco dinero y no dejar la universidad. Había días en los que era frecuente la instalación de ollas populares. También, la toma de la calle como modo de protesta.

La provincia de Tucumán fue una de las más afectadas por las medidas del dictador Onganía. El cierre de 11 ingenios, la intervención en la UNT y otras disposiciones de la dictadura golpearon duramente en la estructura social, económica y cultural de la provincia que, en contrapartida, es una de las de mayor número de movilizaciones y alzamientos tanto urbano como rural, en una alianza obrero-estudiantil con pocos precedentes. La resistencia del Tucumanazo tomó las calles hasta el 15 de noviembre, cuando la dictadura sintió la derrota política: “Ya conocían la furia, el heroísmo, la valentía, la entrega y el espíritu combativo del pueblo del Tucumanazo, aceptaron su derrota y aprobaron todas las demandas populares”, afirma Luna.

50 años

Pero el protagonismo que esta parte de San Miguel de Tucumán tuvo 50 años atrás es un tema fantasma para las nuevas (y no tan nuevas) generaciones. “La clase política de Tucumán no quiere que se hable de eso, tienen terror a que la gente piense. Es una cosa prohibida, a mí me cuesta mucho hablar en la provincia de estos temas”, dice Luna, que vive en Venezuela, el país que eligió para quedarse luego de la represión de la década del 70: varias cárceles y exilio. 

Pero para algunos historiadores, militantes y gremialistas esta historia no puede quedar en el olvido. En septiembre de 2007, Rubén Kotler, profesor de historia de la UNT, formó parte de la investigación histórica de El Tucumanazo, un documental necesario, dirigido por Diego Heluani. Esta producción audiovisual comienza con diferentes reporteros que caminan por Muñecas mientras le consultan a la gente si sabían que en esa calle había funcionado un Comedor Universitario. “La mayoría ni siquiera sabía la historia de los Tucumanazos, desconocían que había habido una dictadura. Hay pocas referencias sobre las historias recientes de Tucumán”, comenta Kotler. 

Los sectores económicos y políticos de los partidos de derecha, la Iglesia y los militares tratan de que esto no se conozca. El “Macho” Luna dice que los políticos son los que se encargan de que no se enseñe en la escuela, de que no se hable en ningún lado para que poco a poco vaya muriendo: “No se encargan de reivindicar a la generación que lo vivió”.

En 2010, 40 años después de estos hechos, se conformó una Comisión de Homenaje en la que participaron estudiantes, organizaciones gremiales, fuerzas políticas y profesionales, entre los que se encontraba Kotler. Lo primero que hicieron fue colocar una placa en la baldosa que estaba bajo lo que había sido la fachada del comedor, que al momento levantaba un negocio próximo a abrir: A 40 años del Tucumanazo, aquí funcionó un comedor universitario, decía. “Esta señal que nosotros habíamos marcado, hoy ya no existe”, afirma Kotler, quien cuenta que fue sacada por la Municipalidad después de una modificación en la peatonal.

Movimiento que hace historia

Ya en ese entonces se desconocía la historia del Comedor: muchos de los peatones miraban con desprecio la intervención, otros preguntaban curiosos qué estaban haciendo y algunos pocos recordaban que habían estado ahí. Por los 40 años también se inauguró un mural colectivo en el que estaba representada la unidad obrero-estudiantil. José “Macho” Luna, con sus 73 años, sigue recordando lo que ocurrió medio siglo atrás: “Nuestra idea es mostrar lo que pasó para que la gente realmente tenga dos visiones: la nada y esta historia. Esto se resuelve con conciencia”.

El Tucumanazo concluyó con la victoria del sector obrero-estudiantil, que logró mantener en funcionamiento el comedor y la aprobación del presupuesto para pasar de las 500 plazas de la calle Muñecas a 5000, en otros dos espacios: uno en la calle Ayacucho al 800 y otro en la Quinta Agronómica. También se logró el aumento del presupuesto para las becas, la residencia, las bibliotecas y pagos a los No Docentes y a toda la comunidad universitaria. 

Aunque la historia que desencadenó el comedor de la calle Muñecas al 200 hoy es tapada por un local de ropa deportiva, por el constante caminar de los tucumanos y sobre todo por los años oscuros que siguieron para los militantes, estudiantes y obreros, todavía hay una generación que se encarga de mantenerla viva. “La memoria no solo es condenar al criminal –dice el investigador y docente José “Yeyé” Martinelli, en el final de Tucumanazo, el poder popular–, es recuperar el objetivo y el principio del que fue vencido”.

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