Berta Cáceres(h): “A mi mamá le dolían las desigualdades desde niña”

El camino que va uniendo las diferentes historias de lucha y resistencia de Latinoamérica nos llevó desde El Salvador, hasta las tierras catrachas. Escondido entre la Sierra de Puca Opalaca y La Montaña Zapochoco, el valle de La Esperanza nos convocó a adentraros en sus pequeñas calles empedradas para recorrer así, la historia de quien supo ser una de las mujeres más influyentes de Honduras. Berta Cáceres nació en estas tierras, allí también la realidad de su pueblo Lenca, la llevó a dar sus primeros pasos en la lucha por un mundo más justo, sus últimos años de vida la encontraron en el mismo pueblo, defendiendo hasta con su vida el sagrado Rio Gualcarque. 
Hasta allá fuimos para encontrarnos con su hija, Berta Zuñiga Cáceres.  A tres kms del centro del pueblo, sobre un pasaje de tierra y custodiada por muros de seis metros de altura y cámaras de vigilancia se encuentra la Sede del COPINH. Adentro, sentada en una oficina nos espera Berta (hija), quien quizás junto a sus hermanos formaron parte de los últimos pensamientos de Berta antes de que aquel cobarde sicario apretara el gatillo. 

Por Yanina Morinigo y Emilio Mendoza

¿Cuál es la situación actual de la causa que investiga el asesinato de Berta Cáceres?
Estamos cumpliendo siete años desde que comenzamos con el pedido de justicia por el vil asesinato de mi madre y compañera Berta Cáceres. Nuestro objetivo principal es la persecución legal del autor intelectual del crimen que está totalmente impune y plenamente identificado, son siete años de un esfuerzo que no ha sido solo de nosotras como hijas o como COPINH, sino que fue una causa abrazada a nivel internacional. Esto nos ha permitido obtener la información para constatar quienes son las personas que han cometido el crimen. Al margen de la impunidad que rodea al autor intelectual y del peligro potencial que genera, para la comunidad de Río Blanco que el proyecto siga en marcha con un nuevo nombre, hemos logrado la sentencia a ocho personas vinculadas al crimen, varios que forman parte de la estructura sicarial, un mayor de las FF. AA que deja constancia que se trata de un crimen de estado y dos personas vinculadas directamente a la empresa DESA. Aunque uno de estos últimos ha sido condenado como coautor, para nosotros es importante aclarar que no es el autor intelectual, sino que es un actor intermedio que no contaba con el poder absoluto para tomar una decisión de esta envergadura. Se trataba de un actor que coordinaba entre los sicarios y el autor intelectual, David Castillo. Si bien la parte sustantiva de nuestra causa sigue vigente, hemos obtenido victorias parciales, en un país de alta impunidad como lo es Honduras.

¿Qué sensación te genera que el ex presidente Juan Orlando Hernández, esté detenido, aunque no sea en Honduras, ni tampoco por su vinculación con el crimen de Berta Cáceres?
Son sentimientos encontrados, por un lado está la necesidad grande que tenía nuestro país de lograr detenerlo, enjuiciarlo y evidenciar internacionalmente una parte de sus crímenes, pero por otro lado está el hecho de que hay en el país un sistema de impunidad e injusticia que se construyó para garantizarle ocho años de desarrollo de una violencia, que llevó a la represión y asesinato de personas que luchamos, hechos que no han sido juzgados en Honduras y que generan una deuda con el pueblo de Honduras. Lamentablemente queda mucho camino, porque todo esto sigue lacerando la esperanza de transformación, cambio y democracia.

¿Cómo se posiciona el COPINH frente a la llegada de Xiomara Castro al poder?
Las organizaciones que luchamos desde hace años analizamos que quien fuese que tomase el poder iba a tener muchas dificultades, aun cuando contara con el apoyo del pueblo, aun cuando tenga un discurso más cercano a las demandas populares. Hay muchos problemas estructurales que tiene el país: los modelos de concesionamiento, la seguridad pública y la redistribución de la riqueza, siguen siendo cosas muy desafiantes en nuestro país. Además, hay mucha resistencia a cambiar ello. Nuestra compañera Berta bien decía, “ser presidente no te da el poder”. Zelaya no tenía el poder, por eso le dieron un golpe de estado.
El pueblo hondureño necesitaba un descanso, después de doce años de muchísima violencia, pero sabemos que la lucha no tiene descanso, porque los cambios que necesitamos son muy profundos y hay una maquinaria institucional creada para defender a este poder fáctico, en detrimento de las comunidades indígenas y campesinas. Es por esto que es un momento de esperanza, pero que lo vivimos con cautela, porque lógicamente son cosas que no cambiaran de la noche a la mañana, demandas populares en las que quisiéramos que el gobierno tenga más fuerza y más compromiso. Nos falta mucho camino para que se materialicen esos sueños y ese momento de esperanza que significó el gobierno de Xiomara.

¿Esas demandas pueden llegar a materializarse desde el gobierno de Xiomara o deben ser construidas desde abajo con las organizaciones sociales, campesinas o indígenas?
Lo que hemos aprendido en nuestra lucha es que es una combinación de ambas cosas. Por un lado el trabajo comprometido que tiene que hacer la maquinaria gubernamental y por otro lado, nosotros hemos aprendido que las transformaciones llegan por el esfuerzo de los pueblos, no por lo que hace un gobierno u otro. Por eso es necesario aprovechar este momento para ganar fuerza, ahora que ha disminuido la represión del estado, para fortalecernos políticamente, y llegar a ser un brazo que logre torcer la fuerza de estas estructuras fácticas que siguen en el poder, con pactos económicos, políticos y de impunidad.

En los últimos días se han cometido dos nuevos asesinatos de militantes sociales (suman siete en los últimos dos meses y casi doscientos en los últimos años), daría la sensación de que el cambio de gobierno no ha sido suficiente para poner fin a este derramamiento de sangre. ¿Por dónde está la punta para desarmar estos conflictos?
Creo que hay tres maneras. Por un lado, muchos de estos son asesinatos se dan por los conflictos por el territorio que siguen irresueltos y del que hay un reclamo permanente del COPINH y de la UAN para que se haga entrega de la tierra a las comunidades indígenas y campesinas que vivimos en estos territorios, y hasta tanto no se resuelva la entrega de la tierra, los conflictos seguirán. Un ejemplo es la comunidad de Río Blanco donde las comunidades no poseen títulos de propiedad de la tierra que por generaciones habitan este territorio y por eso llegan las empresas y se apropian ilegalmente de las tierras.
Hemos aprendido que hasta que no se resuelva el conflicto de la tierra y el INA cumpla con su deber, difícilmente va a cambiar el panorama. Por otro lado, hay que desmontar las estructuras criminales que operan para estas empresas contra las comunidades de la UAN, Garífunas y Lencas, cosa que vimos en la muerte de mi mami, nuestra compañera Berta Cáceres. El tercer punto es buscar lógicas de seguridad pública distintas de la militarización de los territorios, de la presencia policial y militar, porque nos consta que estas instituciones forman parte del crimen organizado, violentando los derechos de las comunidades.

¿Cómo viviste como hija, tener una madre que era una referente social?
A ella le dolía las desigualdades desde niña. Nos contaba mi abuela que un día una persona le hizo tirar un muñeco porque era negro y ella se quedó muy mal porque no comprendía porque existía esa diferencia entre unos muñecos y otros. De esa manera lo vivió siempre, por eso para mí era como normal, era una persona hiper politizada. En cada cena de mi casa era hablar de política, era todo el tiempo recibir gente. Ella me enseñaba mucho la lucha desde la coherencia. Decía que la lucha no era una cosa de aquí para afuera, sino que la lucha se practicaba en la casa, desde las injusticias en la casa y del no ser indiferente de las cosas que pasan. 
Ella era una persona muy exigente, lo que no sabe mucha gente es que ella tenía un carácter muy fuerte. Si veía que nosotros no queríamos participar de algo político ella decía: “No, mis hijos no van a ser indiferentes a esto”. Yo le decía a mi mami “¿por qué no sales de ese trabajo? ahí ni ganan dinero, nadie le va agradecer eso, usted es maestra de profesión, puede ejercer la docencia, va a tener un trabajo estable, tranquilo”. Me decía: “es que yo no le estoy preguntando. Es el compromiso que yo tengo, es más, ninguno de mis hijos va a ser indiferente a eso. Ustedes pueden estudiar en donde quieran, pero van a volver al pueblo a enseñar lo que ustedes aprendieron”. Era así, nos interpelaba fuerte y eso que yo tenía cinco años.
Ella cuestionaba, cuando veía una incoherencia en la familia de gente que era racista. Ella se lo decía o aquí cuando veía una situación de violencia de algún compañero lo sentaba, le decía “siéntese compa vamos a ver qué está pasando”. Ella enseñaba mucho la lucha a través de su vida, desde sus principios de no venderse, de ser coherente en todo espacio.

¿Qué pensás que te diría a vos que estás en este lugar y en este contexto?
Yo no creo que ella me hubiese imaginado en este espacio, ni yo lo hubiese imaginado. Porque nosotras siempre fuimos parte de los equipos técnicos de apoyo de otra gente. Realmente esto fue muy circunstancial porque nosotros procuramos dentro del COPINH, desde su nacimiento, que la organización sea liderada por mucha gente de las comunidades. Fue muy circunstancial por la confianza política, por lo que fue mi mamá para las comunidades, y por muchas cosas del azar yo quedé aquí pero no creo que fuera algo que ella se imaginó o se propuso.

¿Qué desafíos tienen para los años siguientes?
Estos años han hecho que el COPINH ponga mucho esfuerzo en el proceso de justicia, pero eso ha implicado que la fuerza que pusimos nos haya hecho abandonar algunas cosas del trabajo histórico del fortalecimiento territorial también algunas prácticas metodológicas de lucha del COPINH. Estamos trabajando hacia eso, que con la capacidad que tenemos logremos desplegar mucho mejor su lucha. Nuestra organización con su militancia que tiene una formación política que no cualquier organización tienen en sus 30 años, tiene la capacidad de que propusiera lo que se propusiera lo logra, pero necesitamos organizarnos mucho mejor.
Y muchas cosas relacionadas a la participación política de las mujeres, los niveles de violencia que se viven, la violencia sexual a las niñas, adolescente y mujeres son cosas que debemos abordar como organización. Creo que todo pasa por una organización más fuerte, con eso y con lo que nos propongamos seríamos capaces de lograrlo.

Sabemos que ella tenía mucha relación con Argentina ¿Qué pensás que Berta les diría hoy a los y las argentinas?
A mi mami siempre la caracterizó su esperanza o su confianza en la sabiduría que tenemos los pueblos de encontrar las soluciones a nuestros problemas o encontrar los caminos por dónde forjar nuestra autonomía, nuestra lucha, nuestras resistencias, nuestra libertad y nuestros sueños.
Y, por otro lado, lo que a mi mami la marcó mucho de Argentina es conocer los territorios mapuches. Seguramente estaría muy triste e indignada por toda persecución judicial que se vive. Entonces por ahí no olvidarse de los pueblos originarios que también son la esperanza de la vida, porque de eso se trata la lucha, de los territorios, de la dignidad de los pueblos. Somos los pueblos quienes más cuidamos la naturaleza pagando la deuda ambiental que hicieron los países más desarrollados. Sería un mensaje de aliento, a que continuemos con la organización, porque todos los países estamos pasando un momento muy complejo de guerra internacional que la vivimos de una manera u otra, queramos o no. Pero que también creo que nos estamos cuestionando nuestras utopías y los caminos para lograr nuestros sueños.

 ¿Qué mensaje le dejás vos a las mujeres de Latinoamérica?
Estamos alegres porque todo el proceso de lucha que hubo en Argentina ha resonado en América Latina y se presenta como un referente para nosotras. También porque se están haciendo muchos esfuerzos por integrar y romper todo el tema de las fronteras y amarrar el feminismo como aporte a la libertad y a la justicia que estamos viviendo. Pero también algo muy importante es que la justicia que buscamos los pueblos, no tiene que ver con la institucionalidad de la justicia, sino que son las acciones que construimos nosotras desde nuestros esfuerzos y  espacios para lograr denunciar el modelo extractivista –empresarial que nos saquea, para denunciar todo el hostigamiento, violencia y acoso que sufrimos las mujeres y otras identidades que son parte de ese feminismo, así como también construir un país y un continente de mayor justicia.
También creo que son la esperanza y por eso les quiero mandar la fuerza porque estamos en un contexto bien complejo para resolver la vida material en el cotidiano, esto es bien complicado y es en donde se sigue profundizando esas desigualdades.

Anterior

“Toda persona debería tener la posibilidad de hacer arte”

Próxima

Transformando el cuidado: el aporte de las trabajadoras travestis y trans