“Toda persona debería tener la posibilidad de hacer arte”

Foto: @maiaalcire

Nina Ferrari es poeta, escritora, docente en Moreno y también tallerista. Ha publicado los libros Sustancia, Los días se volvieron cenizas, Mariposas negras, Piedra sobre piedra y recientemente Suave Vorágine. En diálogo con Sudestada, habló de su último poemario, la importancia de lo social y político en su trabajo, y su rol como educadora.

El dolor
corría detrás de mí
intentando decirme
que no era un asesino,
sino
un maestro
.
Nina Ferrari.

En Suave Vorágine nos encontramos con lo íntimo y confesional ¿cómo fue trabajar esos poemas?
Fue un proceso que dialogó con el período post pandémico: cómo volver a nosotrxs mismxs, luego de semejante cimbronazo que nos transformó profundamente. El proceso creativo fue una síntesis del título: poder suavizar la vorágine con la que tenía asociada la producción literaria hasta ese momento. Fue un frenar, mirar hacia adentro y poder dar cuenta de cómo había impactado todo lo transitado en estos últimos años tan veloces como voraces.

Has dicho que en el nuevo poemario aparece otra Nina, tal vez distinta a la que escribió Sustancia, y que corresponde a tu voz poética y lírica ¿Qué cambió en tu poesía? 
Creo que crecí porque me formé (o sea pude estudiar, leer, conceptualizar, sistematizar).  Antes mi vínculo con la producción artística era mucho más caótico e inestable. Formame fue una decisión, sí,  pero tengo plena consciencia de que pude hacerlo, porque tuve la posibilidad y el tiempo, algo que hasta entonces no había tenido.  

Lo político y lo social aparecen constantemente en tu escritura ¿es una decisión? ¿cómo lo construiste?
Sí, es una decisión posicionarse políticamente, pero por otro lado es algo que surge naturalmente en todo lo que hago, porque es un aspecto que me atraviesa profundamente, entonces es muy difícil correrlo a un costado. Es parte de lo que soy, y se escribe con todo lo que se es.

También trabajas dando talleres y como docente ¿cómo nutre eso tu escritura?
Sí, y soy plenamente feliz dando clases. Creo que lo voy a seguir haciendo hasta el último día de mi vida. Hay algo de ese encuentro, ese rito, donde se dinamiza la circularización del conocimiento y el amor, que me conmueve y me convoca profundamente. Cuando doy clases en mis talleres, siento lo mismo que cuando escribo y dirijo (teatro): podría estar acá toda la vida, éste es mi lugar en el mundo.
Y lo que surge en las clases retroalimenta lo que escribo, lo que dirijo y viceversa. Es realmente maravilloso, me siento muy afortunada de amar lo que hago y soy consciente de que soy privilegiada, de que no es lo que le sucede a la mayoría. Por eso intento estar a la altura de las circunstancias, tomándolo con seriedad y pasión. 

Hay una discusión constante sobre lo político en el arte ¿Cuál es tu mirada?
Creo que la discusión tiene que trascender lo meramente enunciativo, para poder abordar lo material: la distribución de los recursos y las lógicas con las que se produce. El brasilero Augusto Boal dice: “los medios de producción artística deberían estar al servicio del pueblo, como deberían estarlo todos los medios de producción”.
Mi postura es que toda persona debería tener la posibilidad de hacer arte, en términos de poder acceder a ese tipo de conocimiento particular y esa experiencia expresiva que muchas veces, con suerte, es transformadora y sanadora. Luego, quién se dedica profesionalmente a formarse y producir arte, y cómo lo pone al servicio de su comunidad, es otro tema. 
Cuando como artista pasás a ser un referente, una figura pública, pronunciarse políticamente es un gesto noble, de coherencia. Pero las brechas de desigualdad en el acceso y consumo de productos culturales y medios de producción artística, no se achican con posturas, con decires. Se modifican con prácticas concretas, con políticas públicas. Creo que el debate que nos estamos debiendo como artistas es ese. 

Has creado y difundido literatura del conurbano. Tuviste el ciclo de entrevistas de postales del subsuelo con invitades de distintas partes ¿qué te llevás de esa poesía y ese intercambio con otres poetas?
Sí, lo disfruté muchísimo. Siempre como artistas nos nutrimos al compartir con los demás: descubrimos nuevos mundos, nuevos estilos, puntos de vista. Por eso como docentes, deberíamos promover entre nuestrxs alumnxs que estén abiertos a conocer otras formas de narrar, otros temas. Romper la lógica de ghetto que promueve esta cultura del algoritmo en la que estamos inmersos, y salir al encuentro con lo distinto, lo diferente, que es lo que nos enriquece y nos hace crecer. Y además creo que, en términos políticos,  estratégicamente tenemos que estar unidxs y sostenernos entre nosotrxs, porque ya es sabido que el mercado no lo va a hacer. La famosa comunidad organizada, donde cada unx es útil sirviendo a su comunidad, sin perder lo propio. La lógica del marketing es etiquetarte en la frente, ponerte en la góndola y chuparte la sangre creativa, mientras no “incomodes” al poder real. Si tiene que descartarte como a un desecho, lo va a hacer sin piedad, como lo hace con todo lo demás. 

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