Desde que comenzó el aislamiento social, preventivo y obligatorio se observó una disminución general en los delitos comunes, pero un aumento alarmante de la violencia de género. El abuso sexual en las infancias y adolescencias (ASI) es otra de las formas que adquiere esta violencia y que, desde fines de marzo, no cesa de crecer. “Parecería que los números hubieran sido dictados, porque, así como aumentó la violencia en general, los abusos contra niños, niñas y adolescentes aparecen de una manera feroz”, describe Eva Giberti, coordinadora del Programa Las Víctimas Contra Las Violencias.
La reconocida psicoanalista y asistente social comenta que reciben denuncias permanentemente en las dos líneas telefónicas gratuitas que funcionan las 24 horas, todos los días del año: la línea 137 en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires y la línea 0800-222-1717 de alcance nacional. “Tenemos a los equipos continuamente en la calle. Ante la llamada mandamos un móvil con una trabajadora social, una psicóloga y, al mismo tiempo, un policía que se hace presente en la casa de la persona en situación de abuso”.
De acuerdo al análisis de los datos del Programa a cargo del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos que coordina Giberti, entre el 1 de octubre de 2018 y el 30 de septiembre de 2019, fueron atendidxs 2986 niñas, niños y adolescentes que sufrieron abuso sexual. A pesar de que no se cuenta con estadísticas oficiales, precisas y actuales que profundicen sobre el alcance nacional de la problemática, algunos números construidos desde las líneas telefónicas de asistencia y otras organizaciones anuncian que el 80 por ciento de los abusos suceden dentro del ámbito familiar, lo que implica que, en este contexto, niñxs y adolescentes se encuentren encerradxs con sus agresores.
Enrique Stola, médico psiquiatra, feminista y activista político y de derechos humanos asegura: “La situación de niñxs y adolescentes que pueden estar sufriendo incesto paternofilial, o por alguien de su grupo familiar con el cual están transitando la cuarentena, es terrible. Antes, la situación de poder ir al colegio, hablar con sus maestras, recibir información sobre ESI, le daba espacio a esxs chicxs para que pudieran hablar y denunciar. Hoy están en manos de sus abusadores”.
De acuerdo con los datos publicados por la Secretaría de Niñez y Adolescencia de la Provincia de Buenos Aires, más del 50 por ciento de las consultas y denuncias recibidas en la línea 102, se deben a maltrato contra lxs niñxs. En lo que va del 2020, recibieron 917 contactos, de los cuales 395 fueron por violencias que afectan a 727 chicxs.
Yama Corín, madre protectora y militante de la Asociación Civil Mundanas – Agrupación de Mujeres, insiste con que todavía no existe una política de estado que haya hecho un relevamiento serio para la problemática del abuso sexual en las infancias y adolescencias. “La información con la que contamos es que esas situaciones se dan dentro del ámbito familiar. Por ende, si no hay escuelas y no hay relaciones sociales de lxs niñxs por fuera del ámbito de la casa, ya sabemos que están en una situación de riesgo”, denuncia.
Desde Unicef, mediante una encuesta sobre el impacto de la pandemia, relevaron 2678 hogares con menores a nivel nacional, y determinaron que en el 50 por ciento de los casos se perciben aumentos de discusiones y enojos. En el 1 por ciento de los hogares se vivieron situaciones de violencia familiar durante el confinamiento: en el 74 por ciento, hay mujeres involucradas y en 51 por ciento, niños y niñas.
Qué es el ASI
Se considera Abuso Sexual en la Infancia (ASI) a involucrar a niñxs en actividades sexuales que no llegan a comprender totalmente, para las cuales no están en condiciones de dar consentimiento informado, o para las que se encuentran evolutivamente inmadurxs. Silvia Ongini, psiquiatra del Centro de Prevención y Atención del ASI define: “Cuando hablamos de ASI, estamos hablando de un vínculo. Es distinto a una violación o acoso, porque este vínculo se apoya sobre uno previo de amor, confianza o dependencia que es asimétrico. El abusador tiene conocimientos de sexualidad con maduración o poder diferentes de la persona abusada”.
La especialista sostiene que, de esta manera, se realiza una transferencia de la sexualidad adulta. “El niño, niña o adolescente no tiene la maduración biológica, ni la simbólica subjetiva para poder aceptar la relación. Es justamente esta asimetría la constitutiva de que sea un abuso”.
Con la reforma constitucional de 1994, la Convención de los Derechos del Niño adquiere jerarquía constitucional y es a través de ésta que Argentina logra importantes avances en la protección de la niñez y la adolescencia. En 2005, se sanciona la Ley Nacional 26.061 de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, que regula la convención y establece como objeto garantizar el ejercicio y disfrute pleno, efectivo y permanente de aquellos derechos reconocidos en la constitución nacional y en los tratados internacionales.
El hecho de no contar con cifras exactas que den cuenta del alcance de la problemática en el país y de cómo afecta en cada estrato social, permite que se instalen mitos como que los abusos suceden mayormente en las clases populares. Tanto lxs especialistas, como las organizaciones de la sociedad civil que trabajan con ASI, aseguran que esto es falso. Las situaciones de abuso atraviesan a todas las personas. “Los sectores populares están estigmatizados por creencias sociales. Las clases medias y altas son iguales y peores que las populares en tema de abusos sexuales. Lo que tienen es más vergüenza para contarlo, tratan de ocultarlo mucho más. Y la justicia es más benévola con quienes tienen mayor poder adquisitivo, que tratan de mantenerlo en silencio”, puntualiza Giberti.
Madres Protectoras: las sujetas políticas del ASI
Hay un paralelismo político entre las Madres de la Plaza y las Madres Protectoras, son mujeres que se encontraron en la lucha de defender a sus hijxs y fue en esa búsqueda de justicia que las tildaron de locas y exageradas. Mujeres que, apostando a una reparación, descubrieron lo perversa que puede ser la justicia, pero también, la potencia política de la batalla personal cuando se tejen redes de amor.
“El hecho de reconocernos como mamás protectoras tiene que ver con que a nosotras nos tocaba tratar esta realidad. Nos fuimos encontrando en este contexto, pudiendo elaborar, como en todo el feminismo, herramientas propias”, sostiene Corín.
En todos los juzgados se encuentra revictimización, se repite la práctica de intentar revincular a lxs niñxs con sus agresores y se descree de las mujeres utilizando el falso Sistema de Alienación Parental (SAP). La madre protectora aparece, como una construcción de identidad y su fuerza reside en que da cuenta de que ya no es una tragedia individual, sino una violencia patriarcal extendida y una posición política desde la cual pelean para que estas violencias no sucedan, ni se repitan en ninguna infancia ni adolescencia.
Stola, en su experiencia de trabajo con casos de este tipo, refuerza: “Las madres protectoras saben que no pueden acercarse ingenuamente al poder judicial. Frente a una situación de ASI, lo mejor es que hablen con otras mujeres, con compañeras y abogadas feministas para poder denunciar, teniendo conocimiento de las cosas que van a suceder entrando a la justicia, que es un espacio muy poco amigable para las mujeres”.
A la justicia patriarcal, organización feminista
La falta de políticas públicas integrales para abordar el abuso sexual en las infancias y adolescencias se refleja también en el acceso a la justicia de aquellas personas que se animan a denunciar. Especialistas, militantes feministas y médicxs coinciden en que la falta de formación se suma a la lista de vulneraciones y violencias a las que se exponen quienes alzan la voz y que, en cuarentana, esto se intensifica. “Cuando van a la comisaría se encuentran con alguien que les dice: ¿estás segura de lo que vas a denunciar? Mirá que es el padre y lo vamos a tener que sacar de la casa”, cuenta Ongini sobre la situación de una paciente del CePASI.
“Nosotras siempre ponemos el ejemplo de que si vamos a una comisaría y decimos que entraron a nuestras casas a robar, nadie pone en cuestión la veracidad de esa denuncia. Pero cuando decimos que nos violaron o que abusaron de nuestras hijas, entran a jugar una cantidad interminable de situaciones posibles que llevan al descreimiento”, describe Corín y resalta: “Esto es el SAP, no solamente lo que escribió Richard Garner, es esta lógica patriarcal que opera sobre la justicia”.
El Argentina prima el derecho positivo, por el cual toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario. En los casos de ASI, poder demostrar lo contrario requiere de la generación de herramientas precisas y eficientes. “Por eso la primera intervención es fundamental. Contar con profesionales calificados que sepan de lo que estamos hablando, que no le pregunten a quien denuncia por qué no avisó antes o cómo estaba vestida cuando pasó lo que pasó. Necesitamos una justicia sin revictimización y con conocimiento de los matices y tipos de abuso”, subraya Ongini.
La aplicación de la Ley Micaela en todos los poderes nacionales es una necesidad recurrente y que, en este contexto particular, se hace imprescindible. La Educación Sexual Integral (ESI) también es una herramienta que, desde las distintas disciplinas, insisten que es importante buscar estrategias para hacerla extensiva a lxs chicxs, sobre todo estando en sus casas.
A comienzos de este año, el Ministerio Público Tutelar de la Ciudad de Buenos Aires, reveló que entre el 70 y el 80 por ciento de los niños, niñas y adolescentes de 12 a 14 años entrevistadxs por el organismo en el 2019, pudieron identificar situaciones de violencia luego de haber recibido clases de ESI. “Ahora, además de estar encerradxs con sus abusadores, no cuentan con la detección real de la escuela, donde muchísimos chicos tomaban conciencia de lo que vivián y encontraban un otro habilitado para que escuchara lo que les estaba pasando”, asegura la psiquiatra infantil.
“Lo otro que sucede es que lxs chicxs que están en psicoterapia, no es lo mismo con las pantallas. Si antes la psicóloga se daba cuenta de lo que le pasaba a través de un juego o un dibujo, hoy tiene que estar mucho más despierta y aún así es muy difícil”. Eva Giberti, que lleva más de 10 años delante del Programa Las Víctimas contra las Violencias, sostiene que es fundamental creer en la palabra de lxs niñxs, esperar marcas físicas para confirmar las sospechas es llegar demasiado tarde. Ongini, recalca: “la minimización del abuso sexual es porque no terminamos de ver cómo se inscribe en la subjetividad del otrx. Pero cuando se interviene tempranamente, se cambian destinos”.
Para las personas que sufrieron alguna situación de abuso, el acceso a la justicia es necesario, terapéutico y reparador. Y para todxs quienes se encuentran atravesando estas situaciones es urgente visibilizarlo. “Lograr que lxs especialistas hablemos y contemos, cuanto más se diga, cuanto más se especialice a la gente en hablar sin reparos o falsos pudores, mejor es. Hay que contar lo que lxs adultxs hacen a lxs niñxs sin eufemismos. Dejar de ocultarlo para liberar a lxs chicxs”, concluye Giberti.
A dónde comunicarse
Líneas telefónicas gratuitas que funcionan las 24hs, todos los días del año: 137 en Ciudad de Buenos Aires, 0800-222-1717 en el resto del territorio nacional, ambas del Programa Las Víctimas contra las Violencias del Ministerio de Justicia de la Nación. Línea 102 de atención gratuita y confidencial a niñas, niños y adolescentes en ciudad y provincia de Buenos Aires, Jujuy, Salta, Tucumán, La Rioja, Catamarca, Santiago del Estero, Formosa, Chaco, Misiones, Corrientes, Entre Ríos, San Juan, Neuquén, Mendoza y Córdoba.
En caso de encontrarse en situación de violencia o allegadas que quisieran consultar para ayudar o asesorarse sobre cómo proceder pueden comunicarse vía WhatsApp y correo electrónico: 11-2771-6463, 11-2775-9047 y 11-2775-9048, por mail escribiendo a linea144@mingeneros.gob.ar o por teléfono a través de la Línea 144. Si escuchás una situación de violencia, no dudes en llamar al *911 o *101 según residencia.
Durante la cuarentena están habilitadas las salidas para realizar denuncias. En ese caso dirigirse a las comisarías, a la Comisaría de la Mujer, a las fiscalías penales o unidades fiscales específicas para delitos contra la integridad sexual, juzgados penales y de familia, asesorías o a la Defensoría de Menores.
Organizaciones que brindan información: Mundanas – Agrupación de Mujeres en su página web: mundanas.org.ar ; y el Centro de Atención y Prevención del Abuso Sexual en la Infancia y Adolescencia (CePASI) en su correo: cepabusosexualinfantil@gmail.com