Aumentar “por las dudas”, una triste costumbre

Por Editorial Sudestada

Esta semana subió todo sin ningún criterio. No es algo nuevo, no está atado a ningún cambio radical ni tiene una razón que lo justifique. Sin embargo, hay que aumentar, “por las dudas”, para especular sobre alguna disparada del dólar blue o simplemente para tener siempre más margen. En todos los rubros, sean productos nacionales o importados la lógica se repite. Lo hacen desde las grandes empresas hasta los pequeños comercios. Antes de reponer se remarca, como un ejercicio de desconfianza y boicot cotidiano. Lo decimos ahora (con un gobierno que económicamente no da pie con bola) y lo decíamos antes (cuando el macrismo arruinó miles de comercios). En aquellos años, abrimos nuestra librería y cuando fuimos a comprar un trapo de piso para limpiar el local en un negocio de barrio nos dijeron: “no hay precio”. ¿Si actuamos así con un trapo, qué nos queda con los alimentos? Hay algo en nuestra cultura que siempre nos hace intentar sacar una diferencia. Porque la mayoría de los que remarcan siempre le ganan a la inflación y los que pagan esos aumentos no llegan a fin de mes. Por citar algunos ejemplos sobre el delirio actual en el rubro donde conocemos de primera mano. En lo que va del año, solo aumentamos precios en los libros de nuestra editorial una vez y nos va bien. Sin embargo, las editoriales transnacionales (y otras tantas) lo hacen mes a mes, semana a semana algunas. Pareciera que para ellos vender libros es lo mismo que vender tornillos, no se les cruza por la cabeza la importancia de la lectura en la vida de las personas.
Dentro del mismo panorama, las papeleras no solo se guardan la producción para exportación sino que aumentan sin tener el producto a disposición. “El lunes aumentará el papel un 30%” anunciaron la semana pasada, sin que Guzmán haya renunciado. ¿Este lunes que viene será otro tanto más? ¿Cuánto quieren ganar estos operadores que encanutan el papel para las grandes empresas? No recibimos pauta de ningún gobierno, ni del actual ni de ninguno de los anteriores. Vivimos gracias al aporte de nuestrxs lectorxs que compran nuestros libros en todo el país. ¿Cómo vamos a aumentar “por las dudas” a quien nos da de comer y nos permite seguir editando? No cuenten con nosotros para eso.
Para quienes hacemos Sudestada los libros son refugio, salvan vidas y son la esperanza de una sociedad más justa e igualitaria. Somos de la escuela de Osvaldo Bayer, que decía cuando algún distraído le preguntaba porque vivía en El tugurio, su casa repleta de libros: “¿Qué más quiero?, tengo una computadora, un teléfono, una cama para dormir y puedo comprar mis alimentos. ¿Qué más necesito? Todo lo demás trae obligaciones”.

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