Boxeo Popular: La Cultura del Barrio

La Cultura del Barrio es el primer club barrial antifascista del país y de Latinoamérica, libre de “xenofobia, racismo y machismo” y dan clases de boxeo popular. Ubicado en Villa Crespo, se convirtió en centro de la escena punk Oi! de Buenos Aires, y en 2017 el Gobierno de la Ciudad les otorgó la razón social de Asociación Civil.

Por Sofía Lescano 

Hoy por hoy el boxeo aún permanece en la mira de prejuicios que lo describen como “violento y salvaje”. Por el contrario, su política es la no violencia: “acá no se hace de forma violenta, no se insulta, no se hacen comentarios despectivos”, explicó Luis Tabera uno de los fundadores del club. Su percepción de trabajo es que los pibes la pasen bien y se respeten: “vos respetas, nosotros te respetamos, se respetan entre ustedes”, detalló Tabera. Con esas claves construyen el proyecto: “Al principio costó un montón que lo entendieran, después lo lograron y ahora son un grupo hermoso, son muy unidos”, puntualizó Laura Olivera, licenciada en Trabajo Social especializada en Niñez y Adolescencia y referente del proyecto.
En un mundo tan cruel, que es tan violento, en los barrios donde hay tanta muerte, tanta violencia generada por el Estado que se multiplica, y se reproduce constantemente. ”Que los pibes tengan un espacio donde no haya violencia, que el deporte se haga sin que lo estén mirando si lo hace bien, sin que lo estén descansando y verdugueando es un montón”, continuó la sociología.
El alma y esencia de La Cultura del Barrio proviene del movimiento Skinhead, que nació a finales de los 60 en Londres, Inglaterra y fusiona la estética y las prácticas culturales de las dos subculturas del momento: los Rudeboys jamaiquinos y los Mods ingleses. Sin embargo, La Cultura, se denomina SHARP, sigla de Skinheads Against Racial Prejudice (Skins Contra el Prejuicio Racial), otro movimiento proveniente de los Skinheads pero nacido en los 80 en Nueva York. Tambíen, hace 21 años, que forman parte de la organización llamada Accion Antifascista de Buenos Aires.
Durante la época del 2001 formaron parte del movimiento de desocupados en Avellaneda. Luego hicieron una cooperativa de trabajo, una panadería, y hasta un taller textil. Hoy están en un edificio restaurado, en donde antes funcionaba una fábrica que ensamblaba computadoras y tiene más de 11 años de existencia.

Imagen: Facebook de Boxeo Popular

Durante la entrevista Tabera, uno de los fundadores del club, explicó la historia del lugar. El club se dedica a fomentar distintas disciplinas: el Muay Thai, el Kick boxing, el yoga, el fútbol, la defensa personal o el entrenamiento funcional. Sin embargo, se especializan en boxeo y los sábados a la mañana dan clases de “Boxeo Popular”.
Inspirado en sus diversas versiones como Boxeo Barrial Gratuito de Claypole, Provincia de Buenos Aires; Boxe Autónomo de San Pablo, Brasil; y Boxe Populaire de Saint-Étienne, Francia; el club quiso encontrar una forma de poder ingresar a los barrios. Su versión piloto era destinada para todas las edades, y sin importar si se había practicado boxeo alguna vez en tu vida. Además, las clases eran totalmente gratis, dictadas por Bruno Szerman, uno de los profesores, que practicó el deporte y luego realizó el curso de Director Técnico en la Federación Argentina de Boxeo (FAB).
Actualmente “Boxeo Popular” es un proyecto a nivel territorial que arrancó en Dock Sud y la Isla Maciel. Sin embargo, está pensado en términos de ser descentralizado, ya que puede funcionar tanto en Buenos Aires, como en Jujuy, en alguna plaza o un club barrial.
La idea principal era comenzar en el club como una idea piloto. Pero, un tiempo después, se decidió llevarlo a los barrios donde eligieron abordarlo con un contenido más social. Enfocándose con un anclaje más territorial para poder utilizar el deporte como un medio, el proyecto está ligado ideológicamente a los principios del club: “contra toda forma de opresión, discriminación y prejuicios”. Además logran potenciar, a través de la disciplina deportiva, las relaciones afectivas como personas, y al mismo tiempo, el intercambio con otros como forma de contención con todas las cuestiones que tenían que ver las problemáticas que atraviesan los niños y adolescentes, generando un espacio de contención, de cuidado personal, de prevención y promoción sus derechos.

Imagen: Facebook de Boxeo Popular


Durante febrero del 2019, empezaron a implementar el programa en la Isla Maciel. A pesar de que estaba destinado para adolescentes, también comenzaron a trabajar con niños, ya que los alumnos iban acompañados por sus hermanos menores. El proyecto terminó siendo una dinámica entre 100 niños y adolescentes de 3 a 17 años, donde no solo se dictan clases de boxeo popular, sino que también se realiza un espacio recreativo con juegotecas, almuerzos y meriendas.
Al mismo tiempo, formaron un espacio de Educadores Populares. Donde se enseña cómo ser educadores populares especializados en niñez y adolescencia en los barrios. En este proyecto, el club decide “darle una vuelta de rosca”, porque saben cómo elaborar y trabajar de acuerdo a las complejas problemáticas. Por lo tanto, por un lado: garantizan el acceso al deporte, donde una actividad como boxeo es cara pagarla y mantenerla; y por el otro, restituyen derechos con un anclaje político.
“Boxeo Popular es un proyecto por laburantes, para laburantes, con gente del barrio, de otros barrios para el barrio que siempre está circulando, no constantemente en la palabra pero sí en acciones”, dijo la referente del proyecto, licenciada en Trabajo Social especializada en Niñez y Adolescencia. Además, agregó: hoy estamos nosotros, mañana estas vos y vamos, generando una relación con las familias de estar siempre para lo que necesitaran.
Su objetivo es que los participantes se puedan capacitar, formar, y hasta tener incluso una salida laboral pero, por sobretodo, que el día de mañana pueda ser llevado adelante por los propios pibes. En el proyecto siempre van a ingresar familias, adolescentes y niños que quieran crecer y ser parte de este trabajo siendo profesores.
Utilizando al deporte como herramienta, y no como fin, el proyecto impacta tanto en las niñeces, como en la comunidad y en las familias. Durante estos tres años el trabajo fue gradual: primero empezaron con los chicos, después tomaron a las familias y ahora están en un tercer momento que son las instituciones con las que trabajaron por sobre todo en la pandemia.

Imagen: Facebook de Boxeo Popular

Por otro lado, el trabajo social con los chicos se logra ver. “No sólo en la calidad deportiva, sino también en materia de restitución de derechos. Depende de la situación, que son muchas y variadas”, comentó Olivera.
Del mismo modo, lograron que las familias tengan confianza en ellos: les confían a sus hijos durante un par de horas para hacer una actividad de deporte de contacto como es el boxeo; y también en la parte social, de contención de los chicos.
Desde la Cultura del Barrio, al ser un club social y deportivo, demuestran que se pueden hacer las cosas de otra manera. En Argentina existen millones de clubes de barrio, sin embargo se debe saber cómo diferenciarse del resto. Y esta diferencia está en que justamente su creencia es que las cosas se pueden realizar desde otras alternativas. Al venir del antifascismo creen en un montón de formas que son alternativas a lo que ya existe: en el cooperativismo y la economía popular.

Imagen: Facebook de Boxeo Popular

El club, en este caso, se denomina autosustentable. “Nosotros tenemos en claro cómo queremos hacer las cosas, no tenemos una bandera partidaria atrás, ya que somos a partidarios y nos auto-financiamos”, explicó Tabera. Mediante el trabajo cooperativo generan fechas, realizan rifas, reciben aporte de la gente que los apoya brindándoles su tiempo o juntan alimentos no perecederos, entre otras cosas cómo útiles para el colegio o ropa, de los y las profesionales que forman parte del equipo. Además de eso, está la parte monetaria que gracias al club detrás y sin el apoyo popular no podrían subsistir. Realizan kermeses, festivales donde las bandas proponen tocar y realizar, o compañeros que viven en el exterior que mandan plata o simplemente algún aporte monetario que reciben de parte de la gente.
Su propósito es colectivo y al trabajar en la realidad, sobre todo siendo de la clase trabajadora y con la clase trabajadora, saben lo que hacen, saben cuál es el límite y cuál es el techo. No obstante, lo importante es que con el deporte -al requerir disciplina, horarios, esfuerzo, otra calidad de vida- generan una línea de contención, de arraigo, entidad, inclusión, compañerismo y amistad. 
En este proyecto lo primero que les explican es que es un espacio libre de prejuicios y discriminación: “¿Vos sabes lo que es la discriminación? Se lo explicamos, ¿vos sabes lo que son los prejuicios? se lo explicamos”, cuenta Olivera. Eso para los pibes es un montón. Un espacio donde pueden ir, decir y hacerse escuchar es lo más importante: ”cuando afuera cuesta, donde en el barrio tienen que estar portando una identidad que no quieran portar y es la única forma de sentirse parte de él: La mayor ganancia de este proyecto es que los pibes tengan un lugar”, finalizó Tabera.

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