Oesterheld, querido viejo

El 27 de abril de 1977 los genocidas desaparecieron a Héctor Oesterheld. Lo recordamos con un fragmento de “Oesterheld. Viñetas y revolución”, un libro de Hugo Montero editado por Sudestada:

“No tengo nada que decir; no tengo nada que negociar…” Héctor Oesterheld ante sus torturadores, según relata Roberto Baschetti en Campana de palo.

La Plata, 27 de abril de 1977

Ana Di Salvo, la ex detenida-desaparecida que confirmó ante la justicia que Oesterheld fue obligado a escribir una historieta sobre el general San Martín, también acerca un emotivo recuerdo vinculado al Viejo en El Vesubio: “Nos dijeron: ‘Va a venir el Viejo’. Yo, al principio, no sabía quién era. No conocía la historia de El Eternauta. Él tenía un problema en la piel. Había una doctora entre las chicas prisioneras y le ofrecimos una pomada. Pero él no quiso. Desconfiaba. Una noche en la que hacía mucho frío, dormía en el suelo de madera, y le dimos una frazada. La aceptó, pero con desconfianza. Por la mañana se lo llevaban y lo traían de noche” . Poco a poco, Ana fue venciendo el recelo del Viejo y acercándose a su historia trágica, los dos en ese abismo sin salida ni esperanza. “Le hablé de mi hijo Luciano. Le pedí un poema, una pequeña historia para él. Pero no hubo tiempo. Después de estar desaparecida durante 73 días, me devolvieron a casa sin explicaciones. Pero mi hijo, a la vuelta, me rechazaba. Pensaba que lo había abandonado a propósito. Un día le compré un cuento infantil titulado Chipío, el gorrioncito peleador. Aprendió a leer con ese cuento. Me reconcilió con él. Yo no sabía que lo había escrito el Viejo. Muchos años después, en una exposición sobre Oesterheld, le conté la historia a Martín, su nieto, y él me dijo: ‘En ese cuento estaba lo que mi abuelo escribió para tu hijo…’”.

La voz suave de Ana, a los pies de la cama de Luciano, lee emocionada, una y otra vez aquella historia escrita por un viejo sabio.

Editorial Sudestada

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