Cadáver exquisito: una lectura desde el presente

Somos millones en un mundo descarnado y consumido.
José Saramago.

Por Natalia Bericat

Leemos Cadáver exquisito de Agustina Bazterrica desde las vísceras. La recorremos desde el horror de la temática que atraviesa: la cría, comercialización y consumo de carne humana. Canibalismo. Antropofagia. Un supuesto virus ataca a los animales y quedan fuera del consumo. Un nuevo orden social se impone. La materia prima es el único elemento de la cadena de producción, del ciclo de la carne, que se modifica en la trama de la novela. El resto parece perpetuarse con la misma lógica del mercado de los últimos siglos. Marcos Trejo, el protagonista de este relato, es el encargado de un frigorífico; desde allí se hace visible el espanto. En esta sociedad futura, se plantean dos tipos de humanos: los consumidores y los que son comidos.
Desde un lente, casi fotográfico, la autora nos introduce en un universo visual. Gracias a estas imágenes, entramos en el texto desde los sentidos. Bazterrica crea un tipo de lenguaje simple, al estilo Stephen King. El lector no se detiene más que para sentir en el cuerpo lo que las palabras dicen. La escritura se vuelve un martillazo en la cabeza. Por momentos nos aturde, como si fuésemos una media res humana colgada de un gancho.  

Existe en Cadáver exquisito un trabajo minucioso de la palabra. Incluso nos invita, en un ejercicio metalingüístico, a reflexionar sobre ella. En medio de esta historia, el narrador enuncia: las palabras son agujeros negros (…) la palabra se resistió a desaparecer (…) las palabras se abrieron en dos. La oscuridad, lo tenebroso y el propio silencio invaden la novela. Lo que se dice, y lo que no, termina de completar nuestro mapa de lectura. Hay un trasfondo en la novela por desenhebrar. Este nos lleva a pensar en el presente, en el ahora. ¿Qué nos atemoriza de ese mundo creado? ¿Contra qué espejos nos chocamos cuando leemos Cadáver exquisito? Una mirada que apunta a nuestras propias contradicciones. Un sistema que explota los cuerpos y donde la carne se carga de significado. Un mundo que pareciera no haber cambiado demasiado. A esos lugares nos lleva Agustina Bazterrica (y la Literatura que cuestiona lo establecido): a cavar hondo sobre las miserias de la humanidad.

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