Cantores de propuesta

En los últimos años, se multiplicaron las movilizaciones en la provincia de Córdoba frente a la expansión del monocultivo sojero y el peligro recurrente del arrasamiento del monte, así como el intento de modificación de la Ley de Bosques. Atentos al trabajo de asambleas, coordinadoras y vecinos movilizados, artistas clave de la música de raíz folklórica en Córdoba sumaron su apoyo activo con canciones, testimonios y participación en defensa de la vida. Entre ellos están Raly Barrionuevo, Ramiro González, José Luis Aguirre, el Pachi Herrera y el grupo La Cruza. Aquí, sus voces en alerta, desde Córdoba.

Por Patricio Féminis / Ilustración de Nicolás Vilela

Córdoba se alza en defensa del medio ambiente, frente a la soja transgénica, los desmontes y los agronegocios. Sus pobladores no avanzan en silencio. Los campesinos, los ambientalistas, las asambleas y las voces en defensa del monte se corporizan en las canciones y las acciones conscientes de varios de los nuevos músicos populares argentinos más importantes de hoy. Desde Córdoba, avanzan con las raíces en el puño, con autogestión y con desafíos creadores en sintonía con los conflictos sociales y las causas de los trabajadores rurales y urbanos. El cantar tiene sentido y la tierra afina sus mensajes. Rumbo al futuro colectivo de los pueblos.
“Al que me madruga y padece, a ese me le dicen peón. Al que cómodo enriquece saben llamarle patrón. El señor se anda quejando de que la renta no alcanza. Pa’ cambiar el importado siempre le suebra finanza”, canta el cordobés José Luis Aguirre en su chacarera “La del sin tierra”, de su tercer disco Amuchado (2016). Y remata el cantor y poeta de Traslasierra, uno de los nuevos referentes de la música de raíz folklórica del siglo xxi: “Si soy yo el nacido y criado, ¿por qué la tierra es del otro?”.
Las luchas de los movimientos campesinos y agrarios están, desde siempre, en la voz de Raly Barrionuevo. El santiagueño radicado en Unquillo, en Sierras Chicas, plasmó su defensa de la tierra en su último disco La niña de los andamios (2017). En su carnavalito “Tu memoria y tu mañana” canta acompañado por José Luis Aguirre y por el ineludible cantautor riojano Ramiro González, también afincado en Córdoba. “La frontera se corrió y el avaro destruyó, sin escrúpulo ni son, y sin importarle nada. A la tierra volverás, no la hieras nunca más. Ella cuida de tu flor, tu silencio y tu dolor, tu semilla y tu color, tu memoria y tu mañana”.

El año pasado, Raly Barrionuevo lo revelaba en una larga entrevista co Sudestada: “Esta canción habla de la voracidad y de lo insaciable de los empresarios del campo, en Córdoba y en todos lados. Yo a esos tipos no los puedo entender. Allí hablo de manera simbólica de lo que es la resistencia de la gente a todo eso. De vivir en armonía con la naturaleza”.
Raly, así como José Luis Aguirre, Ramiro González y Pachi Herrera ligan sus búsquedas artísticas y testimoniales a las de colegas en Córdoba como Juan Iñaki, Mariano Luque, Paola Bernal, Mery Murúa, el grupo La Cruza, el dúo Punta de Lanza y la banda de rock Sombraitoro, entre muchos otros. Todos ellos saben que las músicas de raíz folklórica no sirven sólo para celebrar paisajes o visiones abstractas de la naturaleza. Construyen o interpretan canciones vinculadas con una de las problemáticas acuciantes del presente argentino: la explotación de los trabajadores de la tierra, los desmontes para extender la frontera de la soja, la contaminación y las consecuencias medio ambientales y culturales de la destrucción de los montes nativos.
“La mayoría de los músicos de esta generación tenemos caminos distintos pero una mirada similar. Casi todos fuimos juzgados por opinar cantando. Por decir ‘paren de fumigar los campos’ o ‘no a los desmontes’”, expone el charanguista y compositor jujeño Pachi Herrera. “Yo desde que nací escucho eso de ‘ay, ya están de nuevo Jorge Cafrune o León Gieco criticando. Que se dediquen a cantar’. Y no, hermano. Los músicos que van a los pueblos y tocan en las escuelas, los comedores o los pueblos fumigados por la soja son los que más saben lo que ocurre porque están ahí con la gente. No lo leyeron en Google”.
A los 16 años, el Pachi tocó en Humahuaca junto al icónico Ricardo Vilca, fue parte del grupo Inti Huayra y expande su búsqueda como solista en Córdoba. En su “Saya de la vida”, de su flamante segundo disco El calladito, atesora: “Esa huella que dejaron los ancestros para vos, es preciso respetarla con conciencia y con amor. Va creciendo la semilla de tu vida con el sol. Vas haciendo con tus actos en el mundo una canción”.
El Pachi también integró la banda de Bruno Arias, y sus temas son cada vez más cantados y versionados. ¿Cómo surgió “Saya de la vida”? “Nació en mi casa de Cuesta Blanca. Se me ocurrió pensar que la vida es música y que cada uno es una canción. ¿Qué música hacés con tu vida? Así como hay gente que hace canciones que destruyen cabezas, niños, ideologías, hay canciones bellas y constructivas. Eso es lo que yo busco en mi vida de música. Y si decís ‘paren de desmontar’, te dicen que te tenés que quedar calladito. Contra ello ironizo un poco en mi tema ‘El calladito’, que titula el disco”, cuenta.
El Pachi abraza las causas de movimientos sociales y asamblearios que rechazan los desmontes de los bosques nativos. O suele alertar acerca del emprendimiento inmobiliario “El Gran Dorado”, en San Antonio de Arredondo –al Sur de Punilla– que requeriría talar casi 20 hectáreas de monte. “Hay pobladores que opinan mal de estas luchas o nos tildan de ambientalistas. Están desinformados. Es más fácil serruchar un algarrobo en veinte minutos con una motosierra que plantar una semilla y esperar cuarenta años a que crezca. Es la conciencia a cambiar. Por ejemplo, si una empresa tira la basura y los plásticos al Lago San Roque, no hay que ser científico para darse cuenta de que se va a pudrir el agua. Por decir algo así me dijeron que yo era ‘un cantor de protesta’. Yo no estoy protestando. Te estoy diciendo que tirar basura al río está mal. Es algo elemental”.
–Pachi, ¿qué les decís a los vecinos cordobeses que defienden la soja?
–¿Quién come soja? Las vacas. Y de la gente que defiende a los campesinos sojeros, ¿quién come soja? Nadie. Hay millones de hectáreas de soja hasta en la vera de la ruta. Yo no soy un protestón. Te estoy diciendo que eso está mal. Como los misiles antigranizo en Jujuy por la cosecha del tabaco. ¿A quién se le ocurre tirarle bombas a la lluvia? Es como el Señor Burns de Los Simpsons, que tapa el sol. Es increíble. Hay que generar conciencia. Como hace falta menos tala de árboles. Yo elijo hablar de esto y lo haré hasta que me muera.

En ciclos viaja la vida
Se elevan voces al horizonte cuando suena un nuevo himno para los artistas y los públicos nuevos: “Pachamama”. “Dame la fuerza pa’ dar lo que jamás se me dio. Déjame tu bendición, Pachamama. Besa mis pies al andar bajo la luna o el sol. ¡Recibe mi corazón, Pachamama!”, reza la famosa canción con música del Pachi Herrera y letra de Ramiro González. “Apenas soy lo que soy, no importa lo que vendrá. ¡Me basta con tu calor, Pachamama!”, celebran cada vez más públicos su ofrenda a la tierra. Como un canto generacional.

Otra canción de González es la saya “Estoy donde debo estar”, de su disco Peñero (2015). Una obra que prendió con rapidez coral en gran parte de la nueva camada de artistas y públicos de la música de raíz folklórica menos pasatista. “El hoy no es más que el ayer, reeditándose en mañana, sin un principio ni fin, ni frívolas esperanzas. Estoy donde debo estar, seré lo que deba ser; una lágrima en el mar y el universo en la piel”.
A fines de 2017, González editó su cuarto disco Bajo la luna y el sol. 20 años (vivo), en el que combina sonidos tradicionales y eléctricos para sus canciones con sustancia. En diálogo con Sudestada, el riojano examina el conflicto medioambiental en Córdoba: “El problema más grave es la expansión del monocultivo de soja, y el cultivo de semillas modificadas genéticamente para ser resistentes a venenos como el glifosato, altamente contaminante y cancerígeno”, grafica González. “Esto es evidente en los barrios del cinturón verde de Córdoba y de los pueblos cercanos. Lo demuestran estudios muy serios de organizaciones y universidades, como la de Río Cuarto. El glifosato es totalmente nocivo para la salud”.
Otra consecuencia del modelo agroexportador es que “en el norte cordobés se empezó a desmontar el sotobosque –que crece debajo del suelo–, donde se reproducen plantas y animales esenciales para la biodiversidad”, detalla González. “Parece algo obvio, pero se lo sigue intentando avasallar. Y los campos sembrados con soja son los que tienen menor capacidad de absorción de agua. Así avanzan en la destrucción del monte”.

De tanto en tanto, González se junta con José Luis Aguirre en el proyecto Amicho Dúo. Los dos solistas comparten sus temas, vueltos espejos para otros artistas autogestionados, que atesoran las músicas de raíz como armas de transformación social. Allí volverá a sonar la chacarera “La del sin tierra”: “Tan chiquita la arrogancia de un hacendado fuereño, alambrar tres cuartos i’ sierra, creerse de todo el dueño. Ahí viene con topadora, con la justicia halagüeña, a voltear el rancho humilde de una gente lugareña. Pero el pudiente no sabe, chalay, lo que sabo yo. Se ai caer fácil un pino, pero un algarrobo no”.
Los pájaros envuelven el deslumbramiento cotidiano de Aguirre por el paisaje y sus pobladores metidos dentro. Oriundo de Villa Dolores, hace años que vive de este lado de las sierras: en Villa Los Aromos, a más de 40 kilómetros de Córdoba capital (con su compañera, la flautista Susana Freisz, y sus dos hijas). Allí se construyó él mismo su casa de adobe, y desde esa praxis conecta con la mística del monte en acciones concretas.
José Luis Aguirre también podrá interrogarse a sí mismo. Es clave no idealizar a los creadores. “¿Cuál es la función social del artista cuando lo que afecta a nivel ecológico termina afectando al ser humano? Mi participación es esa, como un ser humano en hermandad con los seres vivos. Desde ahí me planto. Y la música, además de mi oficio, es la punta de lanza que tengo para opinar y hacer correr un mensaje. Uno de los más importantes que siento es la defensa de la vida: en lo social, en lo ecológico, en lo que sea. Mi herramienta más efectiva es la letra acompañada de una música”.
¿Cuál es el rol de la actual generación de la música popular?
El cantautor transerrano concibe: “Los nuevos músicos que luchan por la vida son esa punta de lanza, porque el mensaje llega mucho más rápido a lugares donde el tecnicismo o la ciencia no pueden. Una canción viaja lejos, entra a través del oído y se mete en el corazón, como dijo Atahualpa Yupanqui. Lo que estamos sufriendo es la falta de conciencia. Y una conciencia práctica es saber que si destruye el medio ambiente, el hombre se destruye a sí mismo. Ese el mensaje que trato de dar. Y creo que esta generación de músicos y de seres humanos (no sólo los que defendemos el bosque sino todos) está ayudando a despertar esa convicción. Y un montón más va pechando detrás”.

Allí también elige mirar González: “La principal fortaleza del movimiento de artistas es que somos muchos de diversas ramas del arte, no sólo de la música. No hacemos esto por moda, por snobismo o por llamar la atención. Es algo que rige nuestras vidas desde siempre. De hecho, la mayoría de los que nos manifestamos nos conocemos de la militancia, de caminar las calles, marchar y participar en asambleas y en muchas movidas”

Que despierte, Madre Tierra
“Mi abuelo, con unos vinos, gritaba ¡Viva Perón! ¡Yo grito vivan los sin tierra y la agraria revolución!”, sigue desafiando Aguirre en “La del sin tierra”. “Pero el pudiente no sabe, chalay, lo que sabo yo. Se ai caer fácil un pino, pero un algarrobo no. Yo supe que una doñita sacó carpiendo a un gigante. ¡Que viva nuestra ‘ña Ramona, Doña Ramona Bustamante!”.
Lo narró Aguirre el 9 de abril de 2016 en las redes sociales. “Hoy festeja sus noventa años nuestra abuela guerrera del monte Doña Ramona Bustamante. Campesina a la que los empresarios del monocultivo intentaron desalojar de sus tierras y a quien le voltearon el rancho dos veces, y que aún sigue de pie sosteniendo la esperanza en su pequeño terruño, y junto con ella los últimos pájaros y árboles y bichos de la tierra. Te celebramos, Ramona de la tierra, y a través de vos a los campesinos que nos iluminan en estos días donde la ambición, la estupidez y la oscuridad de unos pocos pretende dividirnos como pueblo”.
Ramona Bustamante se volvió un modelo inspirador para otros compositores nodales de la raíz folklórica del siglo xxi. “Oye, Marcos, iremos a lo de Ramona, a visitar a los cumpa de APENOC”, escribió Raly Barrionuevo en su ya clásico “Oye, Marcos”, de su disco Ey paisano (2004). A la manera de un sueño liberador, invita al Subcomandante Marcos, símbolo del Ejercicio Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), a que visite a los campesinos del MOCASE de Santiago del Estero, y que de paso se dé una vuelta para conocer a la Asociación de Pequeños Productores del Noreste de Córdoba (APENOC).
Siempre consustanciado con las luchas ambientales y campesinas, entre 2016 y 2017 Raly fue una de las voces cantantes de una histórica acción colectiva en Córdoba. Él, Piñón Fijo y Doña Jovita (la pícara anciana folklorista que encarna el músico y actor José Luis Serrano) se pronunciaron públicamente en contra del proyecto de modificación de la Ley de Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos, que pretendía autorizar el arrasamiento de mayor cantidad de monte para extender la frontera de la soja transgénica.
Pero Córdoba está en emergencia forestal: según datos oficiales, entre 1998 y 2014 se deforestaron 300 mil hectáreas. Sólo quedan el cuatro por ciento de sus bosques nativos originales. Por eso la reacción contra esta nueva carta blanca a la deforestación fue masiva y el caso se volvió nacional. Junto a la Coordinadora en Defensa del Bosque Nativo corrió mucha agua en Córdoba, hasta que la movilización del 28 de diciembre de 2016 determinó que se suspendiera el tratamiento de la modificación de la Ley de Bosques. Por ahora.
En tanto, una patronal sojera pretendió acallar a los artistas. El 9 de enero de 2017, la Confederación de Asociaciones Rurales de la Tercera Zona (CARTEZ) publicó una carta mencionando a Raly Barrionuevo y Doña Jovita, diciéndoles que cesaran sus “declaraciones y enunciados de juicios de valor que generan confusión en la opinión pública y llevan el foco de la discusión al ámbito de las ideologías extremas”. Traducción: que no alertaran a la gente contra los desmontes seriales y sus riesgos probados científicamente.
Raly no se quedó callado. El 17 de enero difundió una carta pública para CARTEZ, titulada “A los señores que me invitan a callar”. Y escribió: “Hablo de ese monte que tantas veces recorrí de la mano de mi madre, una mujer nacida y criada bajo los algarrobos blancos y negros, quebrachos, tintitakos, tuscas e innumerables plantas de nuestra tierra; ese monte que canta por mi garganta y hace música a través de mis manos. Claro, seguramente para ustedes esto no significa absolutamente nada, pero para mí y para tantos paisanos significa la vida misma”.
Luego consignó: “La tierra canta, llora, recuerda, camina, se manifiesta y nosotros la honramos como nuestra madre total, mientras que ustedes la castigan con sus topadoras y sus venenos milagrosos”. Y cerró así, Raly: “El monte nos enseña, todos los días alguna lección nos da, nos purifica el alma y el camino. Es por eso, señores, que para arrasar con el monte que nos queda tendrán que mirar a sus hijos a la cara y luego pasar sobre nosotros”.
El 30 de diciembre de 2016, José Luis Aguirre había subido a Internet su zamba “Monte es libertad”, dedicada “a los hermanos que marcharon para defender la vida”. La melodía recobra el misterio de los pájaros y la letra dice: “Trabajando la tierra, criando el amor, los abuelos supieron: ‘Monte es Libertad’. Que no vaya este mundo a cambiar, demasiado es lo que se nos fue. No vengamos más a desmontar y aprendamos a cuidar y a querer. ¡Que despierte, Madre Tierra, de una vez, el dormido corazón de la Humanidad!”.

Alternativa en las calles
De Córdoba llega de nuevo la voz de Ramiro González, mirando alrededor. Autor de obras ya emblemáticas como “Dele retumbar”, “Los amanecidos”, “La copla triste” o “Lucero cantor”, dentro de un mapa fecundo que no para de expandirse. Con su historia riojana impregnada de futuro, González puede manejar un tono poético de hondo fluir, o retomar el análisis del medio ambiente, sin impostar tecnicismos. “Otra de las cosas que pasan en Córdoba es que se empezaron a realizar a modificaciones en algunas rutas para destruir el monte. Cerca de donde yo vivo está el Camino a Las Jarillas: sin licencia ni estudios de impacto ambiental, destrozaron un montón de bosque nativo dentro de una reserva, lo cual está prohibido por la Ley de Bosques”, dice. “Por otro lado, se hace mucho ruido con el proyecto de la autovía de montaña, cuya obra más grande es el puente que cruzaría el paredón del Dique San Roque. Es un ecocidio. Rompen las laderas de las montañas y siguen destrozando el monte en lugares protegidos”.
González da más ejemplos. “Tenemos como experiencia nefasta la de Camino del Cuadrado: la ruta que une La Falda, Cosquín (toda esa zona del Valle de Punilla) con las Sierras Chicas (Unquillo, Mendiolaza, Río Ceballos). Estuvo mucho tiempo cerrada porque no se habían hecho los estudios del suelo y era una zona de derrumbes. Hasta tuvieron que revocar una ladera para evitarlos, pero cuando hay lluvias el camino está clausurado. Se gastan millones y millones de pesos en hacer obras que no sirven, y se perjudica a la naturaleza. Todas esas cosas son las que nos preocupan, no sólo a los músicos: en las últimas marchas hubo 40 mil personas. Los medios masivos no se hacen eco porque están comprados por la pauta publicitaria de estos mega emprendimientos. Su tarea es desinformar”.
–¿Qué cambió para los artistas al denunciar estas realidades?
–Lo que cambia, después de tantos años, es ser un poco más conocidos, nada más. Pero somos gente común y corriente como la mayoría de nuestros vecinos, con quienes marchamos. El hecho de ser conocidos nos hizo estar más expuestos y tenemos situaciones como la de José Luis Serrano, Doña Jovita, con un juicio con Andrés Carpio, el periodista de Cadena 3. No sé si llamarlo periodista, en realidad. En enero de 2017,dijo en una marcha por la Ley de Bosques que éramos trescientas personas, cuando en verdad fuimos diez mil. Dijo que el trazado de la marcha había doblado por otro lado. Quiso tergiversar los hechos para generar una opinión negativa de la manifestación. Son las consecuencias de estar expuestos mediáticamente. Le tocó al querido José Luis Serrano, pero le puede tocar a cualquiera. Eso nos preocupa.

Contra el modelo
Arden las guitarras eléctricas del grupo La Cruza abriendo la semilla conectora, con aires folklóricos urbanos para vibrar con el ritmo de las calles de asfalto y de tierra. Su corazón está en el barrio Villa El Libertador, del sur de Córdoba capital, y desde allá extienden sus redes para marchar y cantar sin eufemismos contra las empresas que degradan el monte y los políticos que buscan oprimir a los pueblos. Pero aquí nadie olvida de dónde viene y con quiénes camina. Por eso ellos traen su cuna y su destino en su nombre completo: La Cruza VL.
Los oídos atentos los recordarán –o redescubrirán– por “Marta Juana González”, su poderosa chacarera enchufada, dedicada a la maestra que militó en el barrio cordobés y que fuera desaparecida en la dictadura del 76. Una canción que también grabó Bruno Arias para expandir su mensaje con casi 124 mil visualizaciones en YouTube. Como el jujeño o el mismo Raly (quien los invitó a tocar en Cosquín años atrás), La Cruza tiene un vasto sendero con sus voces al frente. Martín Mamonde y Marcos Mamonde en guitarras, su hermano Gonzalo en bajo y su sobrino Tobías Ceballos en batería ofrecieron sus desvelos sobre la ardua realidad y la resistencia cordobesa en sus discos Central rojo y el conceptual La película de los nuestros (2016).
“Basada en hechos reales. Rechazada por la crítica y los medios”, se lee en su tapa, en la que dos perros ovejeros y un gorila apuntan a una nena y a un bebé. Arriba están los rostros de Jorge Julio López, Carlos Fuentealba, Luciano Arruga, Mariano Ferreyra, Kosteki y Santillán, entre otros. Cada canción ajusta cuentas contra olvidos. En “Semilla conectora” los de La Cruza declaran: “Canción es ser árbol, color, vida, trabajo, educación y amor. Campos de flor traerá la unión de estar. Todo lo que puedas dar, darás”. Luego los envuelve un rap: “Somos el más fuerte y poderoso engranaje; aunque el hambre se arrime y quiera aventajarme salgo a la calle”.
Por eso Martín Mamonde elige mirar atrás para ver a dónde ir por delante. “Con La Cruza apoyamos las luchas en varios festivales, en marchas y asambleas, por una cuestión de urgencia ambiental”, le dice a Sudestada. “Hace 16 años que tenemos un gobierno pro-soja en Córdoba. Esa política les abrió las puertas a muchas multinacionales como Monsanto, que contaminan y dieron rienda libre al desmonte. Hace tres años, por las luchas, logramos que Monsanto no se instalara a diez cuadras de una escuela, en el pueblo de Malvinas Argentinas”.
La movilización frenó a la empresa de semillas más poderosa del mundo, en manos de Bayer: buscaba instalar una gigantesca planta de acondicionamiento de maíz transgénico. La historia fue contada muchas veces pero algo es claro. “Después de lo de Monsanto en Malvinas Argentinas se empezaron a armar muchas asambleas y agrupaciones, a las que fuimos acompañando los músicos, en festivales y cortes de ruta”, evoca Mamonde. “Pero se abrió una puerta para otras empresas que funcionan casi clandestinamente. Por ejemplo, se está luchando por la reinstalación de la alcoholera Porta Hermanos, en pleno barrio de San Antonio. Son los que fabrican el Fernet 1882 y el Bialcohol, y están denunciados por contaminación”.
Al sur de la capital, Porta Hermanos produce Bioetanol, vinculado con el maíz transgénico. El caso motivó rechazos y audiencias públicas, pero la empresa sigue en el sur de Córdoba capital. “El caso de Porta es emblemático”, se suma Ramiro González. “Está contaminando dentro de Córdoba y tiene un montón de irregularidades que fueron pasadas por alto. Los organismos de contralor y el Estado hacen la vista gorda. Es necesario que se erradiquen estos emprendimientos comerciales que intoxican también en la ciudad”.
–¿Se transformó la conciencia de la población no siempre empática con el medio ambiente?
Responde Martín Mamonde: “Lo más difícil es llegar a las casas comunes. Será difícil que la gente se sienta parte de la lucha mientras sigamos teniendo un medio tan fuerte como Cadena 3, en Córdoba capital, cuyo discurso siempre es pro gobierno. Nos cuesta muchísimo que los vecinos y los mismos artistas se comprometan. De un tiempo a esta parte, con las redes sociales se pudo armar una red comunitaria para comunicarnos de otra forma. Todo esto no sale en la radio o en la televisión. Cuando Monsanto no se instaló en Malvinas Argentinas nos dimos cuenta de la red que habíamos podido crear. La evolución va despacio pero avanza”.
Aquí, ¿qué siente Ramiro González? “Yo soy bastante pesimista. Es abrumador ver cómo el discurso de los medios hegemónicos –que arman la opinión pública– es mucho mayor que el trabajo de hormiga, a pulmón y sin presupuesto, que hace mucha gente para tratar de exponer situaciones invisibilizadas”, dice. Aunque el horizonte seguirá en movimiento. Como la conciencia ambiental. “Gran parte de la población afectada entiende lo que pasa cuando se encuentra con un vecino o con un familiar enfermo. A partir de ahí se genera conciencia: no sólo con las manifestaciones, sino con las consecuencias de este modelo que no tiene en cuenta la vida. Ante los hechos no hay manipulación mediática que alcance”.

Anterior

Acuerdo de Escazú: un horizonte para lxs activistas ambientales

Próxima

“QUE EL ESTADO ENCUENTRE CON VIDA A TEHUEL”