Cientificas de Acá: “la participación de mujeres en las investigaciones plantea nuevas preguntas”

En 1968 cuatro mujeres -Irene, Maria Adela, Elena y Carmen- de entre 52 y 72 años fueron a la Antártida durante dos meses y medio a investigar. Fueron las primeras científicas en llegar al continente blanco. Su aporte al conocimiento de las algas marinas, esponjas silíceas, estrellas, erizos de mar y otros invertebrados fue enorme. Se las recuerda como las cuatro de Melchior, sin embargo poca información circula sobre ellas si las buscamos en internet o en libros. 
Así como ellas, hay miles: Rebeca Gerschman, quien expuso su teoría de la toxicidad del oxígeno, que recibió el rechazo y las críticas hasta que 15 años después la aceptaron o Felicitas Arias -astrónoma argentina- y sus enormes contribuciones para la realización Sistema Internacional de Referencia Celestial. 
Los nombres de ellos aparecen en los manuales, en los nombres de las calles, de institutos, salas, teorías. A ellos se los nombra en las universidades y se los expone con marcos dorados. En cambio, a ellas, las borraron de la historia. No importó su trayectoria, sus avances, ni sus conocimientos. Quedaron olvidadas, en la memoria de pocos, y en casi ningún documento. Sin embargo, dejaron semillas que todavía germinan.

Por Florencia Da Silva

Sobre este asunto puso la lupa el colectivo de Científicas de acá. El proyecto busca visibilizar a las miles de mujeres que trabajaron y trabajan en ciencia y tecnología en la Argentina. “Científicas surge a partir de inquietudes personales. Con Juleta Alcain y Carolina Hadad  nos dimos cuenta de que, siendo de áreas de conocimiento bastante diversas, no conocíamos a científicas referentas en ninguna de nuestras disciplinas y por ende en nuestro país. Conocíamos pocas y algunas científicas internacionales siempre muy relegadas e invisibilizadas en relación a los hombres. A raíz de esto surgió esta idea de empezar a investigar quiénes eran las científicas, qué habían trabajado en cada disciplina, cuáles eran sus historias, de dónde salían. En ese recorrido también nos encontramos a Valeria Edelsztein, que es científica y química, comunicadora de la ciencia”, contó  Julieta Elffman, comunicadora y cofundadora de Científicas de Acá.  
El proyecto que difunde las historias de estas mujeres en las redes sociales, se convirtió en libro el año pasado. A lo largo de las páginas, recorren 25 historias de vida de diferentes disciplinas, épocas y regiones de nuestro país. 

¿Te acordás de esas primeras científicas que dieron el puntapié que las inspiró?
Hay muchísimas. Una que me acuerdo es Sara Rietti, que fue una química y muy importante en la organización de lxs científicos que se exiliaron después de la noche de los bastones largos. Ayudó mucho a organizar las corrientes de exilio, trabajó mucho para que las líneas de investigación no se desarmaran y que los equipos pudieran exiliarse de manera organizada, y colaboró activamente en el regreso de esas personas con la democracia.
Hubo muchas historias que descubrimos y de hecho nos sorprendía no haberlas conocido antes. Fueron muchísimas en diferentes disciplinas, muchas que salieron en el libro. Después nos seguíamos encontrando historias y a veces se trataba de mujeres que acababan de fallecer y no podíamos creer no haber podido hablar con esas personas que no sabíamos que existían. Nos íbamos enterando que había pioneras muy grosas en diferentes disciplinas que todavía estaban vivas entre nosotras y queríamos devolverles el lugar que creíamos que merecían, en el centro de la historia y no siempre en los márgenes al costadito de hombres. 

¿Cuál es el analisis de ustedes en cuanto a la discriminación a las personas LGBT en las áreas científicas?
El colectivo LGBTIQ+ estuvo históricamente marginado, discriminado y tiene menos oportunidades y acceso a muchos trabajos, y en nuestro ámbito no es la excepción. La ciencia tiene los mismos problemas que tienen los otros trabajos, agravados probablemente porque el sistema científico está muy jerarquizado y con muchos resabios patriarcales y expulsivos. Para entrar al sistema se requieren ciertos niveles de educación y formación, que muy posiblemente del colectivo trans no hayan podido acceder por cuestiones sociales de discriminación histórica. En el libro contamos la historia de una científica trans, Fran Bubani, que es una ingeniera mecánica nacida en Brasil que se arraigo en Argentina después de hacer su doctorado es investigadora del CONICET. Nos parece importante que esté esta representación de las personas trans. Nos damos cuenta de que si no se cuenta que esas personas forman parte del sistema científico tecnológico, no se las incluye y las personas piensan que es un ámbito en el que no tienen un lugar. Tienen derecho a investigar como todas las personas, no tendría que hacer falta decirlo. El género no tiene nada que ver con lo que podemos hacer en materia de investigación y desarrollo.

En su charla Ted, Juli Alcain menciona que la participación de las mujeres en la ciencia no solo es algo positivo para ellas sino también para el sistema científico por las temáticas que se investigan y cómo se resuelven ¿Qué tematicas creen que quedaron invisibilizadas por la ciencia al tener una mayoría de varones hetero-cis?
Las epistemologías feministas lo tienen muy estudiado el cómo la participación de mujeres en las investigaciones científicas realmente plantean nuevas preguntas. Un caso que puedo contar, pero que hay un montón, fue cuando empezó el tema de las vacunas y sus efectos secundarios. Tardó un montón de tiempo en detectarse que la irregularidad en el ciclo menstrual era uno de los efectos secundarios de las vacunas. No era algo grave, pero no estaba incluído en los cuestionarios ni  en los estudios. Hay cosas que les pasan a las mujeres y diversidades que están mucho menos estudiadas en comparación con  las que les pasan a los varones, porque durante mucho tiempo los sujetos de conocimiento fueron varones. Las mujeres fuimos con suerte meros objetos de conocimiento y a veces ni siquiera. Otro ejemplo muy clásico, que ya tiene que ver con el desarrollo de la industria, es el de los cinturones de seguridad en los autos. Están pensados y testeados para anatomías masculinas, los diseñaron ingenieros varones pensando en usuarios varones. Por lo tanto, las feminidades estamos menos protegidas por los cinturones de seguridad, sufrimos más el impacto de un choque porque no están preparados para nuestra anatomía. Recién ahora se empiezan a utilizar de prueba las anatomías femeninas. Así hay un montón de ejemplos, como en los estudios médicos clínicos que no tienen en cuenta particularidades de las mujeres; como en ciencias sociales hay cuestiones sociológicas que están pensadas desde la perspectiva de varones de clase media, propietarios, con determinadas características que no nos incluyen como colectivo, como género, como personas. Realmente la ciencia ha estudiado el mundo como si fuera una cosa solo de hombres. Tenemos que formar parte del sistema científico para poder problematizar estas cosas, con nuestras necesidades, nuestros recorridos. No es una cuestión de voluntad, es una cuestión de formar parte de los equipos de diseños para poder plantear otras problemáticas.

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En el Diagnóstico sobre la situación de las mujeres en Ciencia y Tecnología, elaborado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación,  publicado en 2021 y actualizado en febrero de 2022, indica que solo el 31% de los puestos directivos de los Organismos de ciencia y tecnología son ocupados por ellas aunque de acuerdo a las estadísticas que el propio Ministerio viene realizando y publicando desde hace unos años, la mayoría de quienes investigan en Argentina son mujeres. 

Aunque hubo grandes avances en los ultimos años, todavia continua la batalla contra el techo de cristal, las cabezas de equipo están ocupadas por varones hetero cis, los salarios más altos los tienen ellos ¿Qué discusiones se están dando en el espacio? 
Lentamente empieza a revertirse, empieza a haber más directoras en investigación, siempre con atravesando mucha resistencia. No es fácil llegar a cargos jerárquicos, también está la cuestión de la brecha salarial. Si comparás la capacitación, la trayectoria, el recorrido para un mismo cargo, la mayoría de las las mujeres están más preparadas, más calificadas y esto tiene que ver con que a los hombres se les asciende más rápidamente, se les exige menos formación. También podés verlo como que a las mujeres se les exige más, como tener que justificar el estar ahí, es un fenómeno muy notable. Además, las mujeres reciben menos financiamiento para proyectos de investigación comparándolo con proyectos similares de varones, es un 25% de diferencia.
Todo tiene que ver con estereotipos de género, como con las cosas que se nos han dicho a las mujeres que podemos o no hacer. Incluso con cuestiones psicológicas de cómo es la calificación de las mujeres que son líderes: a los hombres se les resalta que tienen autoridad, en cambio a las mujeres se les dice que son mandonas, gritonas, víboras o histéricas.

Lo mismo se ve con los premios, que los distinguen sobre todo a los varones
Sí, en los premios nobel es tan escandaloso que ya casi da gracia. La proporción de varones y mujeres es increíble. Entre las poquísimas mujeres que ganaron premios fueron en literatura y el nobel de la paz son muy pocas las que ganaron en disciplinas científicas. No se revierte aunque sea un escándalo, hasta ahora no sucedió, continúa en todos los campos. Cuándo lo ves y despertás esa conciencia, no podes dejar de verlo en todos lados.
Son un montón las que no fueron reconocidas ni premiadas. Pero por ejemplo en el caso de las científicas que trabajaron en la cuestión del COVID hubo mucha visibilidad porque afortunadamente había muchas mujeres eligiendo proyectos de investigación relacionados con el COVID, desarrollando los test rápidos, en el desarrollo de vacunas, de los materiales para los barbijos y por suerte tuvieron su momento de visibilidad.
Sin embargo, siguen estando las mujeres a la sombra de algún varón. Sigue siendo un espacio que hay que disputar y ganar, porque ahí estamos cuestionadas todo el tiempo. Tenemos referentas muy importantes en todas las ciencias, por eso contamos historias de pioneras, pero también hay muchas historias de científicas contemporáneas en Argentina para enorgullecernos. Y también tenemos aportes en investigaciones, porque ciencia no es solo los grandes descubrimientos. Se hace en equipo, no sólo en laboratorio y con una bata blanca mezclando líquidos. Hay mucho estereotipo para desarmar, que tiene que ver con el género pero también con cuestiones de clase, geográficas, de origen. La imagen que se nos han transmitido por mucho tiempo y a través de muchos medios tiene que ver con un tipo de persona que hace ciencia: un hombre blanco, cis, heterosexual, de clase media, propietario, en un laboratorio en una gran ciudad, con una bata blanca, mezclando líquidos de colores en un tubo de ensayo y haciendo un descubrimiento en soledad, como un genio. Y la verdad es que la mayoría de las personas que hacen ciencia no coinciden con esa descripción. Así no se hace ciencia hoy y es importante contar eso, porque sino la ciencia queda como un espacio reservado a unos pocos genios iluminados y esto hace que pensemos que no es para nosotras.

Es sabido que es uno de los rubros más golpeados cuando se achican presupuestos y que no tienen la valoración que merecen en Argentina ¿Cómo ven la situación actual de lxs trabajadorxs de la ciencia? 
Hacer ciencia en un país como Argentina es difícil por el funcionamiento del sistema científico a nivel internacional, por el acceso a las publicaciones, por los costos y los insumos de investigación que en muchos casos están dolarizados. El sistema se perjudica enormemente cuando hay grandes crisis y grandes ajustes y recortes como hubo a lo largo de la historia, como la noche de los bastones largos que afectaron directamente al sistema científico o como en la época de Menem, Cavallo o Macri. Son golpes que afectan y el sistema tarda en recuperarse, son temas que afectan a muy largo plazo. Formar recursos y personas en ciencias es un trabajo de muchos años y cuando esa persona deja de investigar en el país se pierde un recurso en el que se invirtió mucho tiempo y esfuerzo. Es un sistema muy vulnerable a los cambios de rumbo y a las crisis socioeconómicas, como toda la sociedad en general. Asimismo es un sistema que tiene grandes problemas en la base, lxs becarixs en el CONICET, donde se concentra un porcentaje importante de las personas que se dedican a la investigación -aunque no es el único- están en una situación muy precaria. De hecho no son empleadas, su situación es muy irregular y eso afecta en las perspectivas, posibilidades de desarrollo y de futuro del sistema científico tecnológico. Hay que poner en valor el trabajo de las personas que se dedican a las diversas investigaciones estratégicas para el país, darles los recursos que necesitan para sostener esos trabajos, con el fin de que esas personas puedan hacer lo mejor posible para su desarrollo en pos del beneficio real del país.

¿Cuáles son los reclamos y luchas actuales para lograr espacios más equitativo en la ciencia?
Por suerte hay muchísimas luchas. Espacios de becarixs organizadex que reclaman cuestiones básicas, como que haya jardines maternales, aspectos que tienen que ver con cuestiones de género. Son cuestiones que nos afectan más a las mujeres, el embarazo y la maternidad nos atraviesa físicamente de otra manera que a los varones cis pero también por la inequidad en las licencias por maternidad y paternidad, por las desigualdades en las tareas de cuidado. Son reclamos importantes y concretos que tienen que ver con políticas públicas que hay que empezar a cambiar. Por suerte hoy en el CONICET hay una mujer que está ocupándose de estas cuestiones, junto a otras mujeres. Nosotras en Científicas de acá tenemos una militancia más simbólica, si se quiere, porque lo que hacemos es comunicar estas historias, reivindicar el lugar de estas mujeres en la historia de la ciencia y la tecnología. Para nosotras fue muy importante la inclusión de mujeres en el Salón de las Ciencias de la Casa Rosada y haber alcanzado la equidad de género en la representación de las personas que se dedican a la ciencia en ese salón. Tal vez no tiene un impacto en el día a día pero hay una cuestión simbólica importante, empezar a hacer ruido. Nosotras tenemos esta militancia que tiene que ver con la comunicación, con contar historias, con estar en redes, con hacer el libro. También con haber hecho la versión infantil del libro para llevarles estas historias a un público más pequeño, para que las niñas vean que hay científicas que pueden tomarlas como referencia y que pueden reflejarse en ellas. Ojalá inspire a muchas niñas y adolescentes, que sepan que pueden tener un espacio allí. Lo mismo con las personas trans, con las personas del colectivo LGBTIQ, con las personas de género no binario, queremos que sea un espejo donde todes podamos vernos reflejades.

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