La frase más escuchada de la noche fue “de Bonzi al Luna Park” y lo cierto es que esa sencilla y lacónica oración es la que mejor define lo que pasó el viernes pasado en el show que brindaron Los Pérez García en el “Palacio de los deportes”, ubicado en Bouchard y Av. Corrientes.
Por Gustavo Grazioli
La banda de Aldo Bonzi, que ya lleva más de 25 años en la ruta de la música, llegó a uno de los escenarios más imponentes de Buenos Aires para dar un concierto que va a quedar guardado por siempre en el corazón de los fanáticos. Con una lista de más de 30 canciones, demostraron el oficio para conmover y emocionar, y durante tres horas cautivaron la atención de 4 mil personas.
Antes de salir a escena, los músicos recorrieron los camarines con caminatas frenéticas y las sonrisas no pudieron disimular los nervios y la algarabía de llevar adelante su primera visita al Luna Park. Las charlas profundizaron sobre la cantidad de shows que vieron en ese mismo escenario e incluso uno de los encargados de la sesión de vientos de la banda, recordaba que hacía poco había estado presente en la presentación de Rubén Blades. Y por su parte, su cantante Beto Olguin, días previos al show, le contó a Olé: “Cuando nos dijeron de tocar en el Luna lo primero que se nos vino a la cabeza fue las veces que fuimos ahí a ver artistas. Yo, por ejemplo, ahí vi a Charly, a Oasis, el regreso de Caballeros de la Quema… Además, todas las cosas que pasaron ahí: los récords de Rodrigo, el casamiento de Diego…”
Infinidad de espectáculos musicales nacionales e internacionales, sumado a otros eventos históricos que pasaron por ahí y que tuvieron como grandes protagonistas a los máximos boxeadores del país: Ringo Bonavena, Horacio Accavallo, Luis Ángel Firpo, Carlos Monzón o José María Gatica, entre otros. Y ahora también fue el turno para esta banda de La Matanza que tuvo su recompensa por no tirar la toalla – como dicen en una de sus canciones – y saber persistir sin la espalda de ningún apellido que los apadrine.
Pasadas las 21:10 se apagaron las luces, la gente preparó los globos, las banderas comenzaron a flamear y ni bien saltó la banda al escenario, el grito unísono del público ocupó todos los espacios de este mítico lugar, icono de la cultura popular. La velada comenzó con un tema alusivo al contexto y sonaron los primeros acordes de Festejar (tema del disco No se lo cuentes a nadie). El tándem continuó con algunos clásicos de los más nuevos que mantuvo en vilo la alegría y se sumaron Resaca de carnaval, Peaky Blenders, Vino de la casa, Knock Out, Los años que vivimos en peligro, Cuando pase el huracán (canción que forma parte de su último disco, Después de la tormenta).
Muchos optaron por ver el recital a través del celular y registrar todo. Otros bailaron y se dejaron abrazar por las frases de ese cancionero que ocupa tazas, banderas, cuadros, remeras y paredones virtuales. Olguin fue un buen anfitrión de la fiesta y nadie quedó sin emocionarse. La histórica Perro Salado, agrupó a los seguidores de los primeros años, mediados de los ’90, y en clave de época se ocuparon de cantar la letra de principio a fin.
Los Pérez García suman ocho discos de estudio: Buenas noches (1997), ¡Ya! (2004), Santo remedio (2007), Asuntos de familia (2009), La mesa está servida (2011), No se lo cuentes a nadie (2014), Más fuerte, más alto, más lejos (2016), Después de la tormenta (2022) y uno grabado en vivo (Salud! – 2018), que se gestó en su concierto del Gran Rex. Y la banda la terminan de integrar: Mingo Catanzariti (bajo), Julio Medina (teclados), Fede Esquivel (guitarra), Pablo Tofanari (batería), Gonzo Gómez (guitarra acústica/ eléctrica y coros). Y el siempre recordado Tatu Garibaldi, su histórico percusionista, a quien en este show se lo vio en las pantallas gigantes del Luna Park por intermedio de fotos que puso la gente en sus celulares. Y a través de la dedicatoria de Beto antes de soltar los acordes del tema final, Todo eso que nos queda, y acentuar especial énfasis en las estrofas que dicen: Queda tiempo, queda gente/ Sobretodo buena gente/ Quedan amigos como soldados.
Beto, Mingo y Julio, el grupo de amigos que empezó el sueño de la banda en los recreos del colegio secundario de Aldo Bonzi y se demoraba en regresar al aula para tocar una canción más en la guitarra criolla, logró escribir su propia historia y timonear el destino de una aventura que surgió en el patio de una escuela pública, sin plata y con un puñado de acordes que ya movilizaba corazones. Queda fe y la frente alta/ Queda todo lo que falta.
Imágenes: Gustavo Herrador