Imagen: Revista Mu
En 2009 se promulgó la Ley de Medios (26.522) que estableció normativas para regir el funcionamiento y la distribución de licencias en radio y televisión. Uno de los principales objetivos era debilitar el monopolio en los medios de comunicación, es decir que no existan unos pocos que posean un poder hegemónico sobre la distribución de la información en el país. Por eso se había dispuesto que ningún grupo pudiese tener más de 10 licencias entre canales de tv abierta y radio. La idea fundamental era la distribución más equitativa para que una diversidad de voces puedan hacer eco en los diversos rincones del país, y que no sean miradas sesgadas las que lleguen a la población sobre los hechos.
Por Florencia Da Silva
Al igual que hace 13 años, Clarín está en la cúpula del poder mediático: actualmente es dueño de 17 canales de televisión, 4 diarios, 9 medios online, 13 radios y una plataforma de streaming. Le sigue en nuestro país Disney, con 15 canales de televisión; Grupo América con dos canales de televisión, 10 radios y 7 medios online. También aparecen en la lista AT&T, Grupo Indalo, Octubre y Perfil.
¿Qué pasó entonces? Durante años el grupo Clarín hizo lobby para eliminar cuatro artículos de la Ley (el 41, 45, 48 y el 161), lo que paralizó su aplicación durante más de cuatro años. Luego, en 2015, con el macrismo se dispuso mediante un decreto que se modificaran esos artículos que regulaban la venta de licencias y los topes de las cantidades que pueden poseer, entre otras cuestiones. Nuevamente Magnetto ganó la batalla.
“La ley de servicios de comunicación audiovisual nació al calor de debates democráticos a lo largo y ancho del país. Generó profunda adhesión pero también duros cuestionamientos que se llevaron a la justicia. La declaración de constitucionalidad por parte de la Corte pareció allanar el camino para la adecuación a la Ley. Sin embargo, este proceso se truncó. El decreto 267 de diciembre del 2015 flexibilizó la cantidad de licencias que puede tener un licenciatario de Radio y Televisión abierta, eliminó límites a la titularidad de registros de señales, y excluyó obligaciones en cuanto a inclusión de señales locales en las grillas de los cableoperadores, entre otras muchas cuestiones. Hoy en día se debate en distintos foros la necesidad de derogación de este decreto y el regreso a la vigencia completa de la ley”, explicó la periodista y actual Defensora del Público Miriam Lewin.
Por otro lado, no podemos ignorar que, con el avance de la tecnología y las redes sociales, los tiempos han cambiado para los medios. Las plataformas como Instagram, Facebook, Twitter, Youtube -entre otras- son un nuevo espacio de difusión y brindaron, en cierta medida, la democratización de los discursos, aunque en los últimos años se comenzó a atravesar un proceso de recorte de visibilidad para muchxs comunicadorxs, porque quienes pagan publicidad tienen más posibilidad de aparecer en las pantallas. Lo destacable es que ya no solo escuchamos la voz de los poderosos, sino que también a medios independientes e incluso activistas o agrupaciones tienen otro espacio para expresarse.
Con estos enormes cambios en las reglas del juego es necesario volver a pensar la Ley de Medios, de acuerdo a los tiempos que corren. “Si bien es indudable la influencia de la radio y televisión, lo real es que lo digital irrumpió en nuestra cotidianidad con una fuerza arrolladora. Y la ilusión democratizadora que generaron la internet en los 90, las redes sociales y plataformas un poco más tarde en cuanto a la capacidad de las audiencias de difundir sus propios mensajes tiene una contracara oscura, la de la desinformación y los contenidos violentos”, sostuvo Lewin. Y agregó: “Una herramienta válida para garantizar que la plaza pública sea escenario de un debate democrático donde todos los sectores, incluso los históricamente vulnerados, tengan su voz es la Alfabetización Mediática e Informacional. Aprender sobre cómo identificar la desinformación, cómo generar anticuerpos para no viralizar mensajes estigmatizantes o criminalizantes, a qué fuentes confiables acudir, cómo construir una dieta informativa variada y no caer en una cámara de eco donde escuchar siempre a quienes refuerzan mis creencias o peor, mis prejuicios son conocimientos cada vez más necesarios en la actualidad”.
¿A dónde quedan los medios independientes?
Según el último censo de AReCIA, de las revistas culturales independientes que tuvieron relación con el papel -el 73%- sólo el 39,4% se encuentra imprimiendo. En 2021 se registraron 30 revistas impresas menos que en 2020 y la mayoría comenzó a trabajar solo de manera digital. Por supuesto que el menor consumo de contenidos impresos por parte de lxs lectorxs ha afectado, pero entre las principales razones se encuentra la injusta distribución del presupuesto estatal y la dificultad para acceder a condiciones y beneficios parecidos a los que tienen los enormes grupos de multimedios.
“No podemos empezar a debatir sobre democratizar la información sin hablar de la pauta oficial, porque el gobierno de turno financia a los medios de comunicación más potentes, que lo son porque tienen detrás el poderío económico. A24, el medio propagador de discursos de odio, lleno de cuestiones antidemocráticas y discriminadoras, cobró $111 millones de pauta entre septiembre de 2021 y abril de 2022. El grupo Clarín, contando solo el diario, Canal 13, TN, las páginas web del grupo Artear, las de Clarín y la de la Voz del Interior, llega a $900 millones de pesos aproximadamente. En realidad cobra mucho más porque tiene Vía País, y un montón de medios y replicadoras en toda la Argentina. Entonces con esa inyección financiera que da el Estado al que mencionamos como grupo monopólico es evidente que va a influir en la agenda de todo el país”, sostuvo Pablo Bruetman integrante de Revista Cítrica.
Además, cuestionó: “¿Para qué está la pauta? Hay funcionarios y políticos que dicen que la pauta es una manera a través de la cual el Estado informa a la sociedad. La falsedad de eso se cae por sí sola. La pauta sostiene a medios empresariales, porque la información sale por otros carriles. Si un cuarto de lo que le dan a Clarín se los dieran a los medios independientes no patronales, ¿no generaría más trabajo y sería más democrático fortalecer a más medios? ¿No tendríamos una diversidad mayor y con mayor llegada? No hay que hacer ninguna gran ciencia de políticas públicas. Estamos pidiendo igualdad de condiciones, que la comunicación sea diversa”. Y agregó: “En Cítrica tenemos más suscriptores fuera del AMBA que dentro. Entonces enviamos las revistas por correo argentino. Teníamos un convenio que a través de ARECIA, pero ahora el correo dice que no le conviene porque son pocos los envíos, y es así porque somos menos revistas. En la pandemia Clarín, Pagina 12 cobraron el 40, 50% del salario de los empleados los pagaba el Estado pero los cooperativistas nos dieron un bono de 9 mil pesos durante tres meses”.
Por su parte, Lucas Pedulla -integrante de Revista Mu y autor de Editar sin patrón- opinó: “Si pensamos la Ley de Medios, lo que implicaba como política, como construcción para otros medios de comunicación, claramente no se logró. El hecho de que la aplicación de la Ley estuviera supeditada casi en su totalidad a la desinversión que tendría que haber llevado Grupo Clarín o los otros grupos concentrados, obturó la posibilidad de potenciar por abajo estas redes de comunicación o la posibilidad de tener otras condiciones para los medios autogestivos. Hoy de esa herramienta lo único que quedó en pie fue El Fondo de Fomento Concursable para Medios de Comunicación Audiovisual. Sobre todo porque con el macrismo se desarmó absolutamente todo, y cabe destacar el rol de los medios autogestivos durante los cuatro años de Macri porque fue fundamental para la cobertura de un montón de cosas que estuvieron pasando en esos años. Si pensamos en ese recorrido, llegamos a un momento histórico como la pandemia a partir de las herramientas que cada red supo construir, a pesar de la existencia de una concentración del poder más voraz. El reflejo más exacto es el reparto de la pauta oficial, y no es desde un punto de vista de llorar porque le dan a tal y no nos dan a nosotros, pero es lo que más refleja el mapa de medios hoy. Mientras que unos pocos se llevan una millonada, los medios autogestivos tenemos que tener otro tipo políticas internas para poder disputar algo de eso, y lo hacemos como una forma de financiación más entre las otras que tenemos. No es lo fundamental, pero sí es un derecho”.
Con respecto a la experiencia de la cooperativa La Vaca y la Revista Mu, contó: “No creo que nos haya afectado trabajar en un medio independiente dentro de todo este contexto. Logramos la construcción de una agenda crítica, con libertad y con la posibilidad de consolidar una experiencia que lleva 20 años de cooperativa, 15 de revistas y un teatro independiente, a partir de ser un medio autogestivo. La autogestión nos permitió tejer unas alas que nos dejaron volar por escenarios que capaz no hubiéramos imaginado. Esa posibilidad de pensar qué queremos, para qué estamos y con quién queremos articular te da una libertad que hoy muchos medios la están percibiendo con la seriedad que hay que tomarla. Con la posibilidad de decir esto es posible, es sustentable, puede generar puestos de trabajo y podemos disputar agenda”.
El pluralismo comunicacional es un factor fundamental para la democracia. La diversidad de voces y las historias que abordan los medios independientes enriquecen el derecho a la información que tiene la ciudadanía. Si no fuera por este tipo de revistas, radios y otros espacios independientes, seguiríamos recibiendo la misma cara de la moneda, y no serían de público conocimiento casos como los de Santiago Maldonado, Luciano Arruga, Rafael Nahuel o Facundo Castro. Fue a partir de estos espacios que se logró difundir estos atentados contra la vida, la memoria y la verdad. Son los medios independientes los que hacen de trinchera para muchos movimientos sociales, como las del feminismo, el antiracismo, la lucha contra el gatillo fácil, el clasismo, y cualquier tipo de vulneración a los derechos humanos. También son los que trabajaron para crear nuevos sentidos y traer otros debates, para intentar desterrar estereotipos y violencias que se ejecutaron desde los medios hegemónicos que funcionan en base a intereses económicos.
“Los medios autogestivos somos sustentables, mucho más que los medios de incomunicación empresariales. La demostración de eso es muy simple: necesitan tener indispensablemente muros de pago, como el caso de La Nación que pasás un límite de notas y tenés que pagar para leer la siguiente. Hay que pagar para ver esos contenidos. Por lo general, los medios autogestivos liberamos esos contenidos y tenemos un montón de público que igualmente pagan una membresía para que la información circule. Y tenemos una diversificación de ingresos mucho mayor de la que tienen los medios patronales, que dependen de la pauta publicitaria. Tenemos la torta más divida: suscripciones, algún ingreso por la pauta, alianzas con organizaciones. Hay un montón de personas que necesitan de lo que hacemos”, opinó Pablo Bruetman en diálogo con Sudestada. Y concluyó: “Hay una inmensidad de medios que están naciendo, que se están creando, o que ya tienen una trayectoria y que tienen una diversidad que los vuelve interesante tanto por cómo se adecuan a las nuevas plataformas como por sus contenidos. Y lo que tienen de bueno es que hay una gran cantidad de revistas que están fundadas por periodistas, que no dependen de un señor empresario. También hay otros que tienen una inversión detrás, pero es para celebrar que haya tantos”.
Después de tantos años de lucha de los medios alternativos por una diversidad de voces, luego de que comprobaramos como ciudadanxs comunes la manipulación mediática que maneja la opinión pública, de las pautas oficiales que se mantienen y promueven el monopolio de la comunicación, de los grandes auspiciantes que manejan las noticias acorde a sus intereses económicos y políticos, de los proyectos independientes que no pueden sostenerse en el tiempo, de radios que no continúan, de revistas que forzosamente vuelcan solo a lo digital y son invisibilizadas, es necesario una acción concreta del Estado, que tienen la oportunidad de cambiar esta realidad. Podrá ser repensar la Ley de Medios, que además incluya a las revistas y diarios, una nueva Ley sobre la comunicación, pero que se ejecute y se sostenga en el tiempo. El debate está dado, el avance en el pueblo en relación a la información, la interpretación del mensaje, los cuestionamientos por parte de la sociedad a las operaciones y el periodismo basura se expuso. Falta mucho, por supuesto, para comprender de lleno la importancia de la diversidad de voces, pero lo que falta más que nada es una acción directa que le dé a la pluralidad tan ansiada una respuesta concreta.