Por Editorial Sudestada
Nakba significa literalmente: “catástrofe”, y hace referencia al proceso de expulsión y exterminio que el sionismo comenzó en 1947 sobre las poblaciones palestinas, y que culminarían con la declaración -el 14 de mayo de 1948- de la creación del Estado de Israel, con la complicidad de todas las potencias occidentales. En este proceso previo de limpieza y erradicación de la población nativa de sus territorios, se calcula que debieron emigrar más de 700 mil palestinos, dejando todas sus lugares y pertenencias.
En 1988, durante la heroica primera Intifada, sus protagonistas, llamaron a recordar el día de la Nakba, como un día de duelo para el pueblo palestino.
Desde el 7 de octubre pasado, el terrorismo israelí asesinó a 35 mil palestinos. El plan de exterminio continúa y se profundiza, con todo el armamento bélico y de desinformación masiva, con nuevos bombardeos como los de hace dos días atrás con más de 30 víctimas fatales. A todo esto, y a cifras que estremecen, se suma que Israel asesina a un niño palestino cada 10 minutos. Hay millones de personas que en Gaza “viven” en condición de calle. El 70% de las 35 mil personas asesinadas, son mujeres, niños y ancianos. Hoy se calcula que alrededor de 9 mil personas todavía están bajo los escombros. No ingresan alimentos y se recortan servicios de necesidad básica como agua y luz. Ya son miles y miles los refugiados y exiliados, e Israel habla de “tregua” pero mantiene el avance terrorista fusilando a civiles todos los días.
A 76 años de aquella declaración, la realidad es demasiado cruda. Estamos hablando de un genocidio a viva voz, de Gaza como una cárcel a cielo abierto, de una masacre a toda hora a la que gran parte del mundo -dirigido por agendas mediáticas serviciales a los poderes mundiales- ignora, duda, y silencia.
35 mil personas asesinadas por el sionismo israelí en solo 7 meses. Eso es genocidio y terrorismo.
