Foto: Ojo Nomade
Esta fecha tiene lugar por el día en el que falleció Carlos Jáuregui, activista por los derechos LGBT Argentino, el 20 de agosto del año 1996. La fecha fue aprobada por la Legislatura Porteña en el año 2012, y esta conmemoración se da a partir de un proyecto presentado por la Comunidad Homosexual Argentina, organización fundada por Carlos en 1984.
Hablar de activismo por la diversidad sexual en nuestro país es, sin dudas, hablar de un movimiento político organizado desde hace décadas por la igualdad de derechos humanos de todas las personas, es luchar contra la dictadura de la heterosexualidad obligatoria, contra las políticas cisheterosexuales que nos asfixian, reprimen, encarcelan y abonan a la necropolíticas de aquellas personas que aún hoy somos consideras invertidas, amorales y potencialmente peligrosas para el sistema patriarcal y capitalista.
La lucha por el respeto a las identidades de género, orientaciones sexuales y expresiones de género diversas es todavía un gran desafío, entendiendo que de estas se constituyen aspectos fundamentales como, la autodeterminación, la dignidad y la libertad de las personas para el desarrollo de vidas sin opresiones y violencias sistémicas.
La lucha del movimiento político LGTBI+ representa y evidencia la construcción de una sociedad justa, donde, por ejemplo, las travestis no tengamos como destino impuesto para subsistir, la prostitución. Y un ejemplo bastante reciente en términos históricos del activismo travesti, en alianza con otros sectores del movimiento LGTBI+, fue la Ley de cupo e inclusión laboral travesti trans Lohana Berkins/ Diana Sacayán. O recurriendo a la memoria activa, la lucha contra los códigos contravencionales que no solo criminalizaban y crimiliza a las travestis en situación de prostitución, sino también el travestismo. Allí se tejieron alianzas entre activistas como Lohana Berkins y el mismo Carlos Jáuregui, entre muchísimas más personas LGTBI+.
Abordando más ampliamente los activismos por la diversidad sexual, aunque prefiero hablar de disidencias sexo género políticas, aún hay una enorme deuda con las travesti. Dejar de pretender tutelarnos y dejar de ocupar los espacios de discusión y participación política, como viene sucediendo por algunas personas desde hace décadas, es un derecho por el cual venimos luchando ya que es fundamental el de tener la voz en primera persona a la hora de dar visibilidad a nuestras vivencias.
Nuestro orgullo no se vende, no se reprime ni se reglamenta
Esa frase nace como consigna de una de las marchas del orgullo TLGMBING de La Matanza, espacio político que impulsamos hace 6 años, y tiene que ver con el posicionamiento político de les activistas territoriales que la llevamos adelante, siguiendo como banderas de lucha, el pensamiento crítico y anticapitalista de nuestras referentes travestis Lohana Berkins y Diana, e incluso la gran compañera anarquista travesti y piquetera Maite Amaya. La crítica que tenemos que seguir haciendo es a esos sectores del activismo que utilizan nuestras demandas como mercancía para sostener sus intereses políticos e incluso personales con purpurina y vendiendo discursos que invisibilizan la realidad de la mayoría de las personas LGTBI+, que tienen que ver con el empobrecimiento, la no participación política, los obstáculos para acceder a derechos básicos fundamentales, los crímenes de odio, que son crímenes políticos, etc. Como parte de la sociedad, sí. Porque aunque quieran negar nuestras existencias, acá estamos, nos revelamos a la comercialización de nuestro orgullo, la crítica al sistema opresor, al Estado opresor, no debe ser tapada.
Nuestra lucha debe centrarse en contra del capitalismo feroz y neoliberal. Muches activistas decidimos no participar de los espacios que trabajan por un modelo mercantilista del orgullo. Para algunes, la lucha no muere cuando obtenemos la conquista de leyes, porque sabemos que si no seguimos interpelando a los Estados quedan cajoneadas. Debemos seguir defendiendo y ampliando nuestros derechos, sobre todo ante la avanzada internacional de los movimientos de ultra derechas fascistas, como por ejemplo, los feminismos trans excluyentes radicales (terfs).
Nuestro orgullo no se calla, tenemos la responsabilidad de seguir proclamando, protestando contra las in-Justicias, y tejiendo alianzas de clase junto a otros sectores oprimidos. Por eso nuestro activismo es interseccional, crece y nos interpela constantemente.
Sin más vueltas cierro esta reflexión travesti con una frase de la Berkins: “En un mundo de gusanos capitalistas hay que tener coraje para ser mariposas”.