El “cuerpo del verano”

Con la llegada del verano, los discursos gordoodiantes de la gente que se cree policía de los cuerpos circulan en todas las redes sociales y las mujeres se ven presionadas para cumplir con el mandato de belleza. ¿Qué sucede con aquellas que no pertenecen a esa hegemonía? ¿Es real este modelo?

Por Anabella Roldán

Mientras circulan notas con tips para tener un abdomen plano y en la televisión venden dietas extremas, en Instagram los memes abundan por no poder encajar en ese traje de baño “ideal” y Twitter se llena de comentarios como “no llegué al verano, me quiero matar”. Detrás de estos mensajes, se esconde la violencia disfrazada de “chiste”, de lo “Fitness” y lo “saludable”. Una violencia que se ejerce hacia los cuerpos gordxs que rompen con la norma hegemónica de la belleza.

Los meses previos al calor, algunas mujeres acuden desesperadamente a lxs nutricionistas y gimnasios con un solo objetivo: lucir un “cuerpo de verano”. Jesica Lavia, Nutricionista desde la diversidad corporal y una de las autoras del libro Pese lo que pese, explica al respecto: “Cuando llega el verano hay como una tendencia social y una creencia cultural de esta idea de que hay que llegar al verano. Siempre digo, el verano es el que llega, nadie tiene que llegar a ningún lado”.

Fotografía: Valentina Reyes ( @venus.de.palta ) | Modelo: Yesica Reyes ( @yesi_kreyes )

Gordoodio

“La primera violencia que viví hacía mi corporalidad, fue medica”, confiesa Yesica Reyes es Activista Gorda, Modelo y Enfermera, mientras inicia el relato de una historia que tiene como protagonista a su cuerpx. La mitad de este está dibujado por los tatuajes que lleva, y la otra por los discursos gordoodiantes que le marcaron la vida. Su cabello es rojizo y corto. Tiene la piel morena y unas pestañas extensas e imponentes. Al hablar, la voz delata sus orígenes colombianos, aunque Argentina sea su casa. Ella cuenta que a los 29 años comenzó a ser gorda por una enfermedad que la hacía subir de peso, el cual su propio médico cuestionaba y violentaba.

La Real Academia Española es su página oficial tiene un buscador de palabras. Entras, te dirigís a un icono con la forma de lupa y escribís gordoodio, esperas unos segundos y automáticamente aparece una respuesta: su búsqueda no produjo resultados.

A pesar de ello, el activismo toma esta definición para su propio diccionario y la expone al mundo denunciando la violencia que sufren. Lala Pasquinelli, Artista y creadora de Mujeres que no fueron tapa, explica que el concepto de gordoodio nace para repensar las violencias contra los cuerpos gordos, aunque al comienzo del debate se hablaba de gordofobia: “Hablar de gordoodio en vez de gordofobia es porque se pretende que no se esconda detrás de una patología psiquiátrica o de la salud mental, esto que es un odio a los cuerpos”, dice Pasquinelli y agrega: “Hablar de fobia es hablar en términos patologizantes de una conducta que no es una enfermedad porque quienes odian a los cuerpos gordos, quienes rechazan los cuerpos gordos, no son personas que están enfermas”.

El gordoodio es el odio a los cuerpos “rebeldes” que no siguen los estereotipos de belleza. Los memes, el miedo a engordar, la disciplina de los cuerpos en los medios, son discursos gordoodiantes. Yesica se sienta y escribe sobre ser gorda, la discriminación, la presión social, el odio, su médico y el cuerpo se funden en su puño. Escribe para sanar dentro de sus cuatro paredes y con su hija corriendo alrededor y observándola. Construye herramientas y cada escena es parte de este sistema que la deja afuera. 

Un día se cansó de escribir para ella y decidió abrirse una cuenta de Instagram. Ahora alguien la lee y le dan like. Escribe. Le llega un mensaje de otra persona que le cuenta que sufre lo mismo. Escribe. Sigue y no para. Escribe porque si nadie más lo hace, si nadie más lo expone, Yesica Reyes tiene que escribir para denunciar que el mundo es goroodioante. “Hablar de todo lo que sentía, de todo lo que vivía y de todo lo que estaba construyendo porque si bien sabía todo que ese cuerpo que había cambiado en ese momento estaba enfermo y era muy difícil sobrellevarlo, también sabía que ese cuerpo no estaba mal, más allá de que la sociedad lo vea como mal visto”, cuenta Reyes.

Pasquinelli expresa que el odio a los cuerpos gordos tiene mucho que ver con el sistema económico, con la productividad, con el hecho de definir cuáles son los cuerpos aptos para producir y consumir: Los que están dentro de la norma, los homogéneos y hegemónicos.

El disciplinamiento de los cuerpos

Los y las influencers cumplen un rol fundamental. “La lógica del mandato de belleza es un dispositivo político. El mandato de belleza funciona como un tercer tiempo de trabajo para las mujeres. Las mujeres llegamos muy cansadas a luchar contra el patriarcado y el capitalismo porque somos desvitalizadas por el hambre y las dietas, nos exponen a menos alimentos, nos obsesionamos en el peso, el recuento de calorías, en toda una serie de prácticas inconducentes”, dice Pasquinelli.

Mientras estos personajes recomiendan hacer sentadillas, consumir polvos mágicos y probar la dieta “Keto”, Jesica Lavia informa al respecto: “Uno de los factores de riesgo es justamente realizar dietas muy rigurosas y hacer planes de ejercicio muy estrictos. La mala relación con el cuerpo u esta idea de reforzar los estereotipos de belleza, que en nuestra cultura están acompañados de bajo peso”.

“No vas a poder ser enfermera porque llevas un discurso que no es saludable”, le dice un profesor a Yesica en medio de una clase de enfermería como si la delgadez fuera sinónimo de salud y la gordura de enfermedad. 

La licenciada en nutrición, explica que la medicina tradicional y la formación tradicional desde la nutrición tiene que ver con el índice de masa corporal, con el peso ideal, con cuerpos normados: “La medicina termina siendo cómplice de estos estereotipos porque trabaja desde esta generalidad”.

Los estereotipos de belleza son parte de la lógica patriarcal porque son las mujeres las que más presión sienten sobre sus cuerpos y esto no sucede con los hombres porque la construcción de la identidad de ellos es diferente. “Hay tres mandatos esenciales que construyen la femeneidad que no están casi presentes en la construcción de la identidad de la masculinidad: el mandato de belleza, el mandato de amor romántico heterosexual y la maternidad”, aclara Lala.

En cambio, estas características no son preponderante en la construcción de la identidad de la masculinidad y cómo se evalúa la belleza en un varón es diferente a como se evalúa en una mujer: “A nosotras el rol que se nos va atribuir es el de objetos”.    

Fotografía: Luna Ciocco (@lunaciocco @cco.arte) | Modelo: Macarena (@_msplussize)

Trajes de baños para todxs

Muchas marcas de ropa hacen campañas de inclusión y slogans de marketing sobre la diversidad corporal pero después su tabla de talle es acotada. El 20 de noviembre de 2020, se cumplió un año de la sanción de la Ley Nacional de Talles 27.521 pero hasta el día de hoy no hay reglamentación, ni implementación. Otra vez los cuerpos que no están dentro de la norma quedan afuera, son excluidos y silenciados.

Una publicidad de internet dice que una marca vende pantalones hasta el talle 70. Yesica, que buscaba 66, no puede contener la felicidad de saber que va a poder acceder a ellos. Se dirige a la tienda y al llegar le dicen que ya no hay, que se habían acabado pero que vuelva en unos días. Regresa e insiste pero otra vez no hay. “Qué casualidad que siempre que vengo se acaban”, piensa ella pero no es el destino, ni la mala suerte, sino que nunca existieron, le estaban mintiendo y no había talle.

La organización AnyBody Argentina realizó una encuesta que dio como resultado que casi el 65% de las personas plantea tener problemas para encontrar talles y que el 44, 7% dice que el sentimiento más frecuente al no encontrar talles, es la tristeza.

Enero es un detonante de estas problemáticas cuando no hay trajes de baño y los que hay, son solo para “chicas de revista”. “Es peligroso lo que se llega a hacer para bajar esos kilos, aguantar hambre para llegar al famoso verano. A mí me pasó de no querer ir a la playa o de ir y morirme de calor con una remera gigante encima antes de ser activista y fue muy duro”, confiesa Reyes.

Lucia Peker, periodista y escritora, en su libro Putita golosa deja en claro que las mujeres hemos ganado el derecho a hablar, votar, decidir, pensar, trabajar y gozar. Pero que todavía, hasta el día de hoy, no pueden evadir “sentirse acorraladas por el espejo social que pide mujeres con boca cerrada”. El vestirse es un derecho que no se pueden negar porque, como dice Yesica, “el verano llega para todos los cuerpos, para todas las personas y todas merecen disfrutarlo”.

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