“El ultraje de los dioses”: el canto del cisne de Vicente Zito Lema

“La felicidad de la humanidad sólo puede apoyarse en la mentira metafísica…Privándole de esa mentira recae en las ilusiones de carácter económico…Y entonces me acordé que los únicos que podían devolverle a la humanidad el paraíso perdido eran los dioses de carne y hueso: Rockefeller, Morgan, Ford…y concebí un proyecto que puede parecer fantástico a una mente mediocre…Ví que el callejón sin salida de la realidad social tenía una única salida…y era volver para atrás…(…) Llegará un momento un momento en que la humanidad escéptica, enloquecida por los placeres, blasfema de impotencia, se pondrá tan furiosa que será necesario matarla como un perro rabioso…” (Roberto Arlt, Los Siete Locos, 1929)

Por Ricardo Silva

Excelso, glorioso y triunfal canto del cisne del prohombre poeta y maestro, que en sus últimas horas aspiraba a devenir lobo. Un libro 158 páginas que-como dice la prologuista Natalia Bericat- es poesía, ensayo, pieza musical, manifiesto político y belleza pura. El mismo consta de seis movimientos, a saber:
En el primero refiere a los cánticos de la belleza en los cielos y en la tierra.
En el segundo aborda los desgarradores cánticos del crimen de la belleza con herida expuesta.
En el tercero se dirige hacia el pasaje de lo siniestro a lo maravilloso.
En el cuarto entona los cánticos de la agonía del niño en la belleza.
En el quinto, los cánticos del niño pobre en el olvido.
En el sexto identifica los cuatro vientos que mueven la pobreza y la belleza.
Todo el libro, la sublime coda de Vicente Zito Lema, es una denuncia implacable, un alegato conmovedor y contundente contra el crimen de la pobreza. Crimen perpetrado por los guionistas, directores, actores y parte del público elector del Capitalismo Mundial Integrado (ahora contaminado de gérmenes neofascistas). Hay una aguda e impecable descripción y explicación sobre el proceso de producción y ejecución de este crimen organizado, que hoy se da en llamar aporofobia. Hay catarsis angustiosa y furiosa, hay compasión (que no es pena por el otro, sino decisión firme de “sufrir con el otro”), y hay una despedida. Toda despedida es condición de reencuentro…Hay furia, tal vez haya odio (rara vez escuché esa palabra en Vicente), hay amor, hay pasión por la verdad, hay ternura, pero por sobre todo hay, lo que siempre hubo en la vida del maestro: compasión. Hay un deseo prominente de dar la voz a los sin voz, mejor dicho prestarla. Las resonancias que produce la pasión de VZL en su tramo final conecta los momentos de tedio siniestro, inclemente y sin tregua con la figura de Caronte (el barquero del Inframundo que llevaba a los muertos hacia el otro lado), pero también con Virgilio conduciendo al Dante por los infiernos de “La Divina Comedia”; conecta con Frantz Fannon en “Los Condenados de la Tierra”; conecta con “Los Cantos de Maldoror” de Isidoro Ducasse; conecta con “Los Nadies” de su amigo Eduardo Galeano; también con Discépolo (y no pensamos solo en “Cambalache”, sino también en “Yira Yira”, o más que nada en ese manifiesto existencial superlativo que es “Tormenta”); pero muy especialmente conecta con Roberto Arlt en “Los Siete Locos”, más precisamente con el nefasto discurso del Astrólogo (para muchos expertos el mejor personaje  de la literatura argentina).


El texto por momentos se vuelve oscuro y sórdido, agobiante…Pero es mucho más agobiante morir en vida, o verlo en otros y no decir nada. El texto de Vicente acusa, enuncia, denuncia, insiste, golpea, interpela, no se entrega ni se vende jamás. Hace gala del abogado de derechos humanos que fue, y también del filósofo, periodista, psicólogo social, escritor, poeta, dramaturgo para decir todo lo que puede decir, antes de emprender la épica partida que estamos empezando a descifrar.

Dice muy lucidamente Natalia Bericat en el prólogo: “La sonoridad de los versos se mete en la piel para despertar del letargo…es la voz de la poesía que resiste los discursos de la muerte. Es la letanía echa carne para cerrar la herida del dolor original. Cuerpo que narra, alma que bombea con un corazón enardecido(…)La poesía puede más que la muerte. Escuchamos este libro viendo la eternidad al final del camino”.

En una nota (2) que le hice en 2007, en ocasión de haber presentado la obra de teatro: “LA PASIÓN DEL PIQUETERO”, Vicente ya planteaba un concepto que se despliega en su máxima expresión en este “ULTRAJE DE LOS DIOSES”. Allí esbozaba que la voz de la poesía alienta, anima y acompaña, en medio del mayor dolor,  al silencio de los oprimidos, hasta que la puedan vibrar, tomar y multiplicar… El mal se apoderó del verbo, decía. Detrás del silencio se filtraba la aún tenue voz del poeta. Una voz tenue en el 2007 que se vuelve canto enardecido en 2022, poco antes de partir…Y aquí se entiende ese primer pasaje de resurrección que buscó toda su vida para concebir el arte. Hablaba, primeramente, de un silencio que se niega a reproducir el lenguaje del mal que se apropió de la palabra… Y luego de una voz, un canto, una suerte de prosa poética insobornable, que aspira a animar la palabra futura del oprimido, quizá ya más seguro de sí y esclarecido. Una voz, un canto, una prosa poética que acaso pre-anuncien lo que pudiera y debiera llegar a venir. Ese es, entiendo, el núcleo de lo que se pregunta Vicente en el comienzo de este nuevo libro: Cómo nos plantamos ante el escenario del mañana…?
Dos días antes de irse, pude decirle por audio de whatsapp a Vicente algo que quiero reiterar aquí y ahora. Pude decirle que ha sido una presencia permanente para mi desde que lo conocí personalmente en los últimos meses del siglo pasado (3). Por momentos lo sentí presente en mi consultorio, por momentos dando clase en la Universidad o en Escuelas Terciarias, por momentos escribiendo, pero también leyendo, o ahora mismo… En los contenidos y, por sobre todo, en las formas del decir. No conocí personalmente a Pichón, pero el mejor Pichón me llegó por Vicente. Mucho menos conocí a Sócrates, Platón, o a Hegel o Marx, o a Nietszche o Spinoza, pero cuando escuchaba a Vicente en vivo, muchas veces lo sentía un vocero auténtico de toda la historia del conocimiento. No olvido la manera en que definía lo que era pensar u operar dialécticamente, ni más ni menos desde el diálogo y la generación de palabra viva en cada clase. Cuando muchísimos catedráticos ensayan un gran “como si” al dar clase, Vicente DABA CLASE (con mayúsculas). Desde la unidad teórico/práctica daba Cátedra de Praxis, desde una ética y una estética inigualables. Le pude decir que lo consideraba un portavoz de lujo de la verdad que viaja en el tiempo, que se transforma, y se construye también…
Desde un perfil humilde pero que no dudaba una décima de segundo en salir confrontar a capa y espada con la irrespetuosidad irracional de tantos oportunistas que iban y venían. Un perfil humilde, acompañado de amor, sensibilidad respetuosa, y en muchos casos de sabiduría (una virtud que encontré en una ínfima cantidad de personas). Le pude decir que alguno de mis instantes de mayor felicidad, fue haberlo conocido. En síntesis, pude agradecerle en vida por todos los tesoros que tan generosamente compartió para su pueblo…Luego vinieron las curiosidades, como ser que se fue exactamente 45 años después de haberse exiliado, o que partió días antes del partido del mundial entre Argentina y Holanda (el país al que emigró, donde conoció a Regine, y por el que hinchó en la final del mundial 78).

Vicente siempre decía que la escritura era un lenguaje para la muerte, para intentar trascender la muerte, y que como la misma estaba tomada por el poder,  prefería la transmisión oral. Vicente siempre repetía que el arte permite el triunfo de la vida sobre la muerte, desde las conversaciones con Pichón hasta el ULTRAJE DE LOS DIOSES. En ese sentido, podemos decir que contribuyó a crear otro poder. El que afirmaba que el arte calma la tristeza a través de la belleza, que puede resucitar los cuerpos muertos en vida, y que es menester impedir que la muerte se apodere del sujeto insistiendo en apuestas terapéuticas cargadas de arte. Vaya si lo logró en este conmovedor esfuerzo final que logró culminar antes de pasar a la posteridad…
“Mi tarea es resucitar a mis amigos y a los luchadores muertos”, dijo alguna vez. Acaso nuestra tarea sea resucitar a Vicente, por sobre todo a su intención. Porque su intención es su espíritu, siempre vivo en quienes lo conocimos. Vicente no murió, simplemente ya no lo vemos. Pero está, sin duda que está…Y quien no lo crea, lo podrá comprobar al leer este magnífico y épico libro de despedida, que nos convoca a seguir luchando contra Thánatos, a seguir buscando salidas, a seguir inventándolas si no las hay…A seguir jugando, bailando y riendo, como la voluntad de poder que proclamaba el superhombre nietzscheano (que acaso Vicente nos incita a recuperar, para comenzar a poner fin al ultraje de los dioses).

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1)Aporofobia: Concepto planteado por la filósofa española Adela Cortina, que supone odio, aversión o rechazo hacia las personas en condición de pobreza.
2)Revista Contexto Psicológico, Año IV, N° 18, Marzo-Abril de 2007.
3)Más precisamente en el marco del Seminario Permanente de Derechos Humanos de la Facultad de Psicología (UNMDP), del cual formé parte del equipo docente, durante la dirección de su creadora, la Dra Sara Vivian Bird. La clase magistral que dio Vicente Zito Lema en dicha ocasión fue  sobre TRABAJO Y DERECHOS HUMANOS, con un aula 10 (hoy 20) absolutamente repleta de gente de todas las edades.

*Texto leído el Domingo 14 de Mayo de 2023 en el Centro Cultural Séptimo Fuego de la ciudad de Mar del Plata, en el contexto de la presentación del libro de Vicente Zito Lema: “EL ULTRAJE DE LOS DIOSES: EL CRIMEN DE LA POBREZA Y LA BELLEZA ESPANTADA”. Participaron de la mesa la escritora Natalia Bericat (Editorial Sudestada), el actor Jorge García, el músico Guido Libralato y Regine Bergmeijer, compañera de vida del poeta.

Ricardo Silva es Lic. en Psicología (UNMDP), Psicoterapeuta de Orientación Psicoanalítica, Docente Universitario (Universidad Atlántida Argentina, filiales Mar del Plata, Mar de Ajó, Dolores), Supervisor Clínico, Grupalista, Psicodramatista, Master en Psicología Analítica (Fundación Jung Argentina).

*Podés conseguir el libro “El ultraje de los dioses” en Librería Sudestada

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