En el Congreso de España: “¿Por qué no van a cualquier hospital y les dicen que la justicia social es aberrante?”

Por Editorial Sudestada

“La Justicia social es aberrante, y los impuestos son un robo. Lo dice Milei, lo dice Ayuso, y ustedes aplauden con las orejas. Por qué no van a cualquier hospital, preguntan por cualquier planta oncológica, y se pasean habitación por habitación, y les susurran al oído que los impuestos son un robo”, sostiene Gabriel Rufián de cara a los miserables que repiten lo mismo que acá defiende el gobierno nacional con la complicidad de una enorme parte de la clase política. Un Estado ausente, la “justicia social” como el enemigo, el “gasto” cuando en realidad es un derecho, y la criminalidad ejecutada.

Ninguno de estos “privilegiados” que promueven el hambre, la miseria, la muerte por enfermedad, para lograr que el balance les sonría a costa de la peor crueldad humana, mira a los ojos. Ninguno levanta la cara y responde.

Rufián pone de ejemplo al grotesco presidente Milei, quien mientras falsea datos, asfixia al pueblo, nos condena al presente y futuro, y nos empobrece todos los días un poco más, le dispara al Estado a la par que lo utiliza para sus “sueños” y “deseos” personales. Como los viajes a Israel, EEUU y España, la fiestita en el Luna, los salarios millonarios para la casta de la casta, como su familia, amigos, socios, laderos, y el ejemplo claro de una de las peores miserias políticas de nuestra historia reciente: el clan Menem, el macrismo, y ahora suma otro miembro: la hija de Cavallo, que ya es representante de la OEA, a la par que su papá -el creador del corralito y de los grandes males de las últimas décadas- se pasea por medios cómplices dando “consejos” de economía.

Entren a un hospital, funcionarios, pero también a un barrio. Caminen por los pasillos. Entren a una escuela pública, a una salita comunitaria, a una sociedad de fomento. Miren a la cara a la gente, salgan de las redes y de las cuevas fascistas, y sepan lo que se siente el zapato en la cabeza con la panza que duele.
Jamás lo van a hacer. Por eso gobiernan así. Por eso festejan el hambre. Por eso se creen impunes, pero no lo son.

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