En la urna no entra el desastre: omisión, doble discurso y extractivismo

No hay espacio para la agenda ambiental en las fuerzas que encabezan la intención de voto. Debate ausente y comentarios de relleno en otro territorio gobernado por el colapso.

Por Patricio Eleisegui

Hacen de cuenta que el desastre no existe. Que lo esencial y prioritario va por otro lado. Si incluyen alguna mención, el comentario refiere a problemas sin delimitación geográfica, sin responsables visibles ni cercanos. Con porcentajes universales, no sea cosa que el territorio… La urgencia es ganar para seguir solidificando el gobierno continuo del después vemos. Una estrategia oxidada, pero que, al menos por ahora, continúa garantizándoles el control de aquello que en política se considera poder.
La impunidad debería ser considerada, también, delito ambiental en la Argentina del colapso. Salvo excepciones, predomina entre las filas del grueso de la dirigencia doméstica y es rasgo compartido por las cúpulas de los partidos que mayoritariamente marcan el ritmo en el cuarto oscuro. Un “no se salva nadie” casi como boleta unificada, capaz de albergar la formación titular de las dos fuerzas que, sabemos, el próximo lunes volverán darle clic al “enviar” que antecede al tratamiento de cada nuevo proyecto extractivista.
Párrafo aparte para la obsecuencia partidaria, que hace estragos en quienes, en la instancia del pasillo, reconocen el crac ambiental y luego, excusa del proyecto y campaña mediante, construyen ficciones discursivas –y disuasivas– que refieren a batallas que se estarían dando desde adentro, victorias imperceptibles del de a poco y tensiones que no mueven un milímetro la dirección anti ecologista de las últimas gestiones de gobierno.
Poder ejecutivo del colapso.
Este fin de semana vuelven las urnas, mientras los ecosistemas transitan otra instancia de politraumatismos. A tono con una tradición de décadas, quienes encabezan las encuestas, sondeos y mediciones varias, vuelven a profundizar la estrategia de borrar cualquier atisbo de agenda socioambiental. En ese no decir se construye el sentido de lo que viene: si el cataclismo no se nombra, bueno, no existe. Entonces sigamos sacando.
En los últimos días, tomé contacto con referentes de la lucha ambiental con el fin de pedirles una lectura del escenario electoral en proceso. Coincidencias dramáticas, las que me acercaron, pero valiosas para la construcción de nuevas exigencias además de una confirmación de que la política que pelea el timón, evaluada como otro organismo vivo, padece una enfermedad más grave que la que hoy doblega a la biodiversidad en la Argentina.
“El análisis que se puede hacer de esta elección es que la agenda ambiental está completamente ausente. No sólo en las plataformas: también en los debates, en las conversaciones. En el plano discursivo, todo se dio y se da en el oficialismo. Pero cuando se lo cruza con el plano material, de los hechos, de construcción de política pública, encontramos una disociación casi esquizofrénica con lo que se dice”, comenta Flavia Broffoni, politóloga y cofundadora de XR Argentina.
“Mientras el Presidente sale hablando de sustentabilidad, las leyes que se promueven desde el Poder Ejecutivo en el Congreso son las que vemos: ley de hidrocarburos, la que está negociando por otro lado el consejo agroindustrial. Y ahora el plan de desarrollo minero para triplicar la producción durante la próxima década”, añade.
Remarca que la agenda a observar es la productiva, que hay que dejar interpretar al ámbito socioambiental como un “compartimento estanco, escindido” del modelo económico que rige. “Es necesario revisar a quien miramos y a quien exigimos. Si sigue siendo al ministro de Ambiente o si debemos poner la mirada y todas las fichas sobre el Ministerio de Desarrollo Productivo”, agrega. 
Broffoni me habla de la omisión de las problemáticas ambientales como un gesto de coherencia “con lo que pasa en el plano material”. Afirma que hoy “estamos en el peor de los escenarios tanto en el plano discursivo como material”. 
Y aporta una línea a seguir: “Es necesario forzar a los cuadros partidarios a que tensen hacia arriba las estructuras por esta no existencia de propuestas. Con el ojo puesto en la agenda de producción. Porque en cada propuesta que se presenta se definen aspectos ambientales. La agenda ambiental presente en el contexto electoral tiene otro nombre: se llama agenda productiva. Y queda expuesta en el Presidente tomando café con el CEO de Syngenta, en el plan de desarrollo minero para triplicar la producción, en las negociaciones con el consejo agroindustrial, las farmacéuticas y los laboratorios para desarrollar nuevos transgénicos”. 
Desde el Colectivo El Reciclador uno de sus referentes, Sebastián Briganti, también destaca la omisión como movimiento evidente y a ese comportamiento le añade un predominio de la desinformación. 
“Seguimos padeciendo las prácticas extractivistas, no sólo en el territorio, sino también en el ámbito urbano. Candidatas y candidatos manejan muy poca información en términos de alternativas y formas diferentes de producir. La urgencia climática no es prioridad sino que la intención es exactamente la contraria: llevar esto a otra escala. Mientras las políticas estén sometidas al mercado seguiremos lamentando catástrofes ambientales”, anticipa.

Las propuestas brotan desde abajo
Briganti señala que ninguna de las principales fuerzas políticas del país propone la transición hacia un modelo justo, incluso en lo ambiental. “Las propuestas de acción concretas están hoy en las asociaciones civiles, en los colectivos, en las agrupaciones. Allí se discuten las problemáticas socioambientales. Pero, además, se promueve la transformación desde las bases. Y eso es lo que hay que fortalecer, apoyar, desde el mismo Estado”, dice. 
“Creo que se podría cambiar algo si todas estas fuerzas acuerdan un apoyo a prácticas que promuevan el bien común. En ese mientras tanto, hay que seguir exigiendo audiencias públicas, libre acceso a la información, y el respaldo a experiencias que ya funcionan en el territorio. Para concretar la transición necesaria. La política debe servir como herramienta inclusiva y transformadora”, destaca.
Por el lado de Consciente Colectivo uno de sus cofundadores, Mijael Kaufman, me habló de su preocupación por lo que entiende es un momento electoral atravesado por una apatía creciente. “Faltan ganas de votar”, resume. Frente a esto, sostiene que “es importante reivindicar y tener presente la historia de la democracia en nuestro país. Y bajo esa premisa luchar para que sigamos siendo uno de los países que mantiene los índices más altos en cuanto a participación en las urnas. 
“Por supuesto que no quiero enamorarme de esa idea que cree que los ciudadanos participamos sólo a través del voto y que lo tenemos que hacer cada 2 años. No me aparece apropiada, es algo que se fomenta desde los partidos más tradicionales y de las grandes alianzas políticas a los fines de evitar involucramiento, participación ciudadana, porque saben que muchas veces las masas no van a estar a favor de los proyectos que tienen tanto el Congreso como el Poder Ejecutivo”, aclara.
Sin medias palabras, Kaufman menciona con enorme preocupación la “falta de representatividad, de nuevas agendas, de creatividad y sinceridad en cada una de las grandes listas”. En nuestro intercambio, no duda en afirmar que el “el tema ambiental sigue siendo un relleno” en la mayoría de las propuestas.
“No se debaten propuestas sino una grieta que de nada sirve y nada construye. Me entristece ver el bajísimo nivel de discusión política que tenemos, son pocos los candidatos y las candidatas que proponen políticas tangibles y medibles. Se sigue debatiendo lo mismo desde hace años. Por más que a algunos les pese, les duela, porque militan en algunos de esos partidos, es importante reconocer que los bloques más importantes tienen muchísimas similitudes”, expone.
En concreto, detalla, “ambas alianzas fomentan y reivindican Vaca Muerta, la mega minería, el monocultivo de soja transgénica a lo largo y ancho de todo el país”. 
Kaufman acerca un ejemplo de coincidencia funesta: “Se escucha mucho que están a favor de una ley de etiquetado frontal pero no dicen de qué tipo de ley. No dicen si están a favor de la media sanción o no cuando muchas de esas personas integran partidos como el oficialismo de la Ciudad, que es el principal escollo para que tengamos una ley de etiquetado”.
“También hay contradicciones en el oficialismo que gobierna a nivel nacional. Muchísimas personas se jactan de ser fieles adherentes a la ley de humedales, pero que aun así tienen personas como (José) Ruiz Aragón, candidato a senador y actual diputado por Corrientes, que ponen trabas para que no tengamos esa normativa”, grafica.
Patricia Missart es abogada y experta en derecho ambiental. Comenta que las propuestas “comprometidas y serias son escasas” y habla de una “postergación eterna” en lo que hace al tratamiento de estas problemáticas. “Los temas se siguen tratando desde el enfoque únicamente ecológico y el tema social se aborda por separado u ocurre que hay quienes ven la lucha ecológica como (meramente) socialista. Esa es la visión predominante”, afirma.
A los ojos de la experta, cualquier mejora resultará imposible si se sigue promoviendo una política económica, “de falso progreso” y que “divorcia a los procesos productivos del ambiente y no contempla la sustentabilidad”. 
Así como observa que la derecha se mantiene en una postura negacionista en pos de “continuar dentro del simplismo tradicional de un modelo económico destructivo”, Missart marca que en el oficialismo nacional “hay una clara disociación entre lo que se proclama y lo que se evidencia”.
“Se observa en los recientes acuerdos por las mega granjas porcinas con China, la ley de humedales que sigue siendo pospuesta, las plataformas offshore para la extracción de petróleo o el desfinanciamiento de la ley de bosques”, enumera.
“El modo en que se ignora u omite el tema es temerario y presume una continuidad de las políticas actuales frente a las problemáticas. La agenda ambiental debe ser central en cualquier de las plataformas. Lo contrario es una condena”, enfatiza.

Ausencia de debates
Fundador en 2004 de la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas, Enrique Viale destaca, entre otras particularidades ligadas a las PASO, la ausencia total de debate y la intención de la política predominante de profundizar el actual esquema extractivista.
“La mayoría de la clase política no puede comprender la íntima relación que existe entre la cuestión socioambiental, el modelo productivo y la pobreza en la Argentina. Los mapas de la pobreza coinciden con los mapas de la degradación ambiental. Entonces, cuando proponemos más justicia social, tenemos que proponer también más justicia ecológica. El debate estuvo totalmente ausente”, postula.
Señala como agravante que los partidos que encabezan la intención de voto sólo “piensan en consolidar modelos de mal desarrollo para salir de la pobreza que nos generó este mismo modelo. Es un círculo vicioso que no termina”.
Respecto de la participación de Alberto Fernández en la reciente cumbre climática con sede en la Argentina, Viale sostiene que el país “puede liderar la discusión regional respecto del cambio climático, reclamar la deuda ecológica”, pero que esa posibilidad choca de frente con posiciones dentro del mismo Gobierno. 
“Desarrollo Productivo, con (Matías) Kulfas, es un punto ciego absoluto en cuanto a lo que pasa en los territorios. Pretende acelerar un proceso minero que significa mayor conflictividad social, mayor pobreza. Argentina puede convertirse en un motor de desarrollo en la cuestión del cambio climático. Pero aún falta dar muchas disputas”, reconoce. 
En la indagación también hablé con Damián Marino, doctor en Química y científico fundamental a la hora de profundizar en el impacto sanitario y social que origina el modelo agroindustrial reinante. En coincidencia con las voces anteriores, señala que la agenda ambiental no es prioridad pero, en simultáneo, suma a los grandes medios como responsables, también, de una invisibilidad que se genera adrede.
“El periodismo en la televisión, en las radios, no pregunta, no se mete con las problemáticas ambientales. Posiblemente, porque la línea editorial de estos grandes medios excluye el tema por conveniencias propias. Indagan en economía, crecimiento laboral, inversiones, pero se cuidan de preguntar sobre la afectación del ambiente. Buena parte de los periodistas, quedó en evidencia también en esta campaña, resultan funcionales a los intereses de las empresas de medios”, expone Marino.
“Enfrente hay un mito histórico: se afirma que, si queremos crecer, esa misma idea se contrapone con cualquier intención de salvaguarda ambiental. Es un mito instalado, cultural. Desterrarlo llevará tiempo, como también hacerle entender a la dirigencia que los problemas de salud están asociados a las condiciones ambientales. Producción, ambiente y salud tienen que ser temas centrales en cualquier diálogo político”, comenta.
Dice Marino que tras las PASO hay que enfocarse en que los candidatos se pronuncien sobre el problema ambiental, que todos los actores sociales, los medios, tienen que coincidir en esa dirección. 
“Hay que generar una movida popular muy fuerte sobre una serie de desafíos a enfrentar y que la política se vea obligada a responder, a exponer de qué forma atenderá cada problema. Los candidatos ya se comprometieron a dar un futuro debate tras el escrutinio de este fin de semana. Hay que aprovechar la posibilidad que se abre”, propone.

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