Foto: Sebastián Granata / Telam
Se realizó el segundo Encuentro Plurinacional de Activismo Gordo. La sede de este año fue Rosario y algunas de las temáticas abordadas fueron la salud y la gordofobia, la escuela y la ESI, la cultura de la delgadez, el deseo y las alianzas regionales necesarias para proyectar políticas públicas.
Por Florencia Da Silva
“Estos encuentros siempre dejan una gran satisfacción y a la vez la confirmación de la necesidad de juntarse, discutir, poner en común experiencias, anhelos, deseos y sentires sobre la opresión hacia la gordura. Además, confirma la importancia que tienen estos espacios para las personas que se acercan por primera vez al activismo. Es emocionante confirmar que van madres, que por ahí también son personas gordas pero que recién a partir de la experiencia de sus hijxs con el activismo empiezan a cuestionarse mandatos sobre la vergüenza corporal y sobre la delgadez obligatoria, y comparten eso con mucho entusiasmo”, sostuvo la activista Laura Contrera en diálogo con Sudestada. Y agregó: “Hubo varios casos y fue súper interesante ver cómo se pueden romper con lógicas intergeneracionales. También sirve para poder cuantificar los daños que se hacen no sólo institucionalmente, sino también al interior de los espacios familiares”.
Al mismo tiempo, Brenda Mato, activista por la diversidad corporal manifestó: “La sensación que nos queda es de un montón de esperanza. Hubo personas que se esforzaron un montón para llegar hasta allá, muchxs fueron por primera vez y llevaron amigas, a alguien más porque les sirvió tanto que quisieron compartirlo. No estamos solxs, cada vez somos más y estamos dispuestxs a cambiar esta realidad. Nos estamos despertando y estamos haciendo las cosas bien. Hay un futuro posible siendo feliz en una corporalidad que no sea la que los demás no esperan de nosotrxs”.
La organización del activismo gordo en Argentina comenzó aproximadamente en 2011 y desde aquel momento se ha logrado instalar una serie de debates en una sociedad que culpa al peso de toda enfermedad, problema y que excluye de todo tipo de espacio a quienes no entran en los parámetros impuestos. “Me pasó que activistas de otras partes del mundo se asombraran de todo lo que ha logrado el activismo gordo en tan poco tiempo en Argentina. A esta sorpresa, le respondo que tiene que ver con mucha organización colectiva y también de habernos instalado en un camino que nos precede del cual estamos orgullosxs de formar parte, que es esa genealogía que son los activismos sociosexuales, los feminismos y el gran marco que implican los derechos humanos para nuestro país. Eso también explica lo que hemos podido articular”, explicó la Laura Contrera.
Contrera contó que durante el encuentro se profundizó el camino de las discusiones que se dieron tanto en el primer encuentro que se hizo en el conurbano bonaerense como en los de los encuentros plurinacionales. “Se discutió por ejemplo el material que se trabaja con la ESI, la perspectiva de la diversidad corporal, qué sucede con proyectos que hay actualmente como el de formar al personal de salud en cuestiones de diversidad corporal y despatologización”.
Uno de los ejes principales fue la salud mental. El gordo-odio tiene grandes consecuencias en las personas y se materializa con situaciones de discriminación diarias tanto en el espacio público como el privado, en la violencia ejercida por unx profesional de la salud, y en la de un empleador que no acepta a alguien gordx con el falso fundamento de la “buena presencia”. Sobre esto, la referente del activismo gordo expresó: “Es importante cómo aparece la salud mental, porque si bien hablamos de la salud integral e incluimos la esfera del padecimiento emocional, cierto es -y lo decía una compañera- que solemos dejar para lo último las cuestiones de salud mental y están invisibilizadas. Se requiere mucho trabajo articulado territorialmente y entender las particularidades y las características a lo largo de nuestro país. Necesitamos generar más espacios activistas para trabajar estas demandas. A veces en la lógica de ciertas urgencias, el padecimiento mental, la neurodiversidad y cuestiones psicológicas suelen ser dejadas de lado. Hubo un acento puesto en esta falta, pero no como un señalar lo que no se hace, sino porque queda mucho por hacer. Somos un movimiento muy joven”.
La despatologización de la gordura es una de las grandes luchas que tiene el activismo, porque son incontables los casos de personas que sufrieron violencias dentro de consultorios médicos. “Hay diálogos interesantes en torno a cuestiones puntuales como la atención de las personas gordas en el sistema de salud argentino. Hay conversaciones y un trabajo que se está haciendo, de forma callada, con el Ministerio de Salud de la Nación, porque es arduo que estamos haciendo varias organizaciones activistas, teniendo una mesa de diálogo que es compleja pero necesaria y que puede llegar a repercutir en la vida de las personas gordas. Hay un proyecto muy importante que se hizo con el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad de la Provincia de Buenos Aires que se materializó en una serie de cuadernillos de sensibilización y formación para formadores que están disponibles gratuitamente en la web, y que se llevó al encuentro porque es una rareza tener una producción hecha por activistas gordas que distribuya un Ministerio”, contó Contrera.
Además, dijo: “Pensamos en cómo se puede replicar en las distintas provincias y se generó mucho debate. Este tipo de encuentros tienen una agenda de tipo federal e interseccional. Todo es a pulmón, tejiendo redes, porque el activismo organizado cree en esta necesidad de escuchar las distintas visiones regionales y depender de eso. No por homogeneizar y ocultar las diferencias, sino para nutrirse de ellas. Uno de los aportes más importantes es pensar experiencias, como Rosario con la Ley de Talles, y está muy bueno escucharlas de primera mano y ver qué se puede replicar en los distintos territorios”.
Debido a esta problemática con el sistema de salud, se invitó al encuentro a personas aliadas que trabajan en el ámbito y a trabajadorxs del ámbito educativo. “Si bien había presencia de personal de la salud con una mirada corrida de los estándares peso-centristas, también se vieron estudiantes y profesionales de la carrera de nutrición. Había muchas personas en formación que están trabajando para generar espacios de formación, ya que las carreras por lo general no incluyen este tipo de perspectiva. De hecho, contaron cómo cuestiones que tienen décadas como el vegetarianismo y el veganismo o el respeto a las diversidades de género, no están previstas en la formación. Se dieron diálogos interesantísimos, y ya hay universidades con núcleos activos de cuestionamiento al interior de la carrera de nutrición. Es importante para las personas gordas no ser habladas por profesionales de la salud, sino escuchadas para construir un diálogo que redunde en beneficios para las personas gordas”, aseguró Contrera.
Otra discusión fue en base a la Ley de Talles, que se reglamentó en 2021, se realizó un estudio antropométrico para que se sepan los talles reales de la población, pero falta que el INTI -que estaba a cargo del estudio- lo publique para contar con esos datos para generar las demás instancias. Sobre esto, Brenda Mato, una de las impulsoras de la Ley de Talles, sostuvo: “Hubo una comisión en la que se habló de la cultura de la delgadez y se discutió sobre la ley de talles porque justamente es algo que viene a frenar eso. En la industria de la moda es algo que se promueve mucho al hacer ropa chica para una determinada población. Hablamos de la urgencia de que se implemente esta normativa, porque es un derecho que se está vulnerando. Esta Ley viene a dar el derecho a la vestimenta a un montón de personas que hoy no están pudiendo acceder”.