Tras cumplirse un nuevo aniversario del nacimiento de Lohana Berkins, la comandante de las mariposas, charlamos con Florencia Guimaraes García, fotógrafa, activista travesti, compañera de Lohana Berkins y coordinadora de la Casa de Lohana y Diana en Laferrere, La Matanza. Actualmente trabaja en el Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires. Los recuerdos de Lohana, la lucha contra la prostitución y la reivindicación de la identidad travesti son algunos de los temas que recorre la entrevista realizada por Zuleika Esnal para Sudestada.
“Las travestis hemos sido calladas históricamente“
Siempre molestan las voces que interpelan al statu quo, las que venimos luchando históricamente contra todo tipo de opresión, contra este sistema capitalista y patriarcal. Son las voces que siempre quieren callar. Si hay algo que tenemos bien claro las travestis que hemos sido calladas históricamente y que hoy podemos estar gritando, hablando de cupo laboral, de ley de identidad de género y de un montón de cuestiones que antes eran impensadas, es que somos muy pocas las que podemos hablar, las que tenemos voz en algunos lugares. Hay muchísimas compañeras que no llegan, que se nos mueren todos los días, que están cautivas en redes de prostitución, compañeras que no pudieron terminar la escuela y que de niñas son arrojadas a la calle. Esta es una realidad que hay que decir, sino pareciera que está todo maravilloso, que las travestis estamos en todos lados, que escribimos, que somos parte de los medios de comunicación.
“Lohana, sus ojos eran amor puro”
La realidad travesti trans sigue siendo muy cruda, de una pobreza y violencia estructural que es muy difícil de desarmar. No quiero dejar de pensar y de preguntarme, ¿dónde está Tehuel? Que hoy podamos reflexionar, expresar y verbalizar todas estas cuestiones tiene que ver con la lucha de nuestro movimiento travesti trans como con la historia de nuestras compañeras, que es un movimiento político, porque somos sujetas políticas y tenemos que pararnos como tal.
Yo me referencio mucho con Lohana Berkins y Diana Sacayán porque hemos compartido muchísimos momentos. De hecho mi relación con Lohana tiene que ver con una amistad mas que con la militancia. Ante el fallecimiento de Lohana Berkins no podía pensar en ninguna lucha sin ella. Su muerte fue algo repentino, inesperado y muy veloz. Para nosotras Lohana es eterna, pero iba a estar siempre con nosotras. Y Lohana se nos va porque las mismas puñaladas que le pegaron a Diana Sacayán impactaron en su cuerpo, en su corazón y en 6 meses Lohana se apagó. Aunque Lohana hasta último momento inclusive en el hospital cuando te veía destrozada te agarraba la mano, te cuidaba, siempre pensaba en las otras personas. Mirá lo maravillosa que era Lohana, cómo no enamorarse de ella, sus ojos eran amor puro. Hoy otras travitas más chicas que escuchan a Lohana o ven un video, lloran, porque se sienten muy identificadas, desde su simpleza. Ella podría haberse puesto desde un lugar académico, pero no.
“Me da un gran orgullo poder decir que soy trava”
Siempre cuando me preguntan, me defino y me paro desde mi identidad travesti, me da un gran orgullo poder decir que soy trava en todos los espacios. La identidad travesti sigue siendo muy basureada y menospreciada. Soy trava, tiene que ver con mi lenguaje, con lo territorial, con mi historia de lucha. Me gusta mucho visibilizar que soy una combatiente o sobreviviente del sistema prostituyente, porque tiene que ver con mis luchas diarias y con los proyectos de políticas públicas que presentamos. Soy presidenta de la Casa de Lohana y Diana, que es un centro de día travesti trans en Laferrere, donde la mayoría está en situación de prostitución. Nunca considere un trabajo la prostitución, por eso digo que hace un año y pico tengo trabajo por primera vez en mi vida, laburo en el Consejo de la Magistratura. Soy una militante territorial, matancera. Mi territorio me da mucho orgullo, sacando la definición de La Matanza, que me parece terrorífico, porque acá abajo hay un montón de pueblos que han sido enterrados víctimas del genocidio. Pero mi territorio me da mucho orgullo, tiene que ver con mis luchas y con mi identidad. Soy un montón de cosas, soy transfeminista, abolicionista y comunista. También soy amiga, soy tía y tengo sobrinos y sobrinas preciosos, maravillosos, y voy construyendo familia como cada quien quiere, puede y desea.
“La militancia de la mano de Lohana”
Mi militancia arranca de la mano de Lohana, fue un empujón que tuve que enfrentar a través de la muerte de Lohana. Ella era tremenda, como toda comunista, hasta el último día dejando tareas a sus compañeras, el pedido de justicia por Diana Sacayán. Ahí arranca mi militancia, aunque ya venía considerándome activista como fotógrafa, haciendo activismo, a través de mi ojo fotográfico trava empecé a retratar a mis amigas travestis en esos lugares donde nunca éramos mostradas, en la participación pública y política. Siempre los medios de comunicación nos han mostrado de la misma manera, la trava en tacos y paradas en una esquina. Sólo se mostraba ese lado. Y somos eso, pero también somos muchas cosas más. No luchamos solamente por la agenda travesti. Hay que irrumpir porque nos tienden a encasillar. Las travas no solo piden por el cupo laboral, hay que abogar por un feminismo desobediente, desprolijo, inconveniente, porque si nos quedamos en esos lugares cómodos no logramos nada. Sucede muchas veces que en la militancia no se hace carne nuestras demandas y nuestras luchas. Lohana se preguntaba cuándo seremos el deseo lícito de la izquierda revolucionaria.
“Combatiente de la prostitución”
Me considero combatiente porque las secuelas que deja la prostitución quedan de por vida. Todos los días te levantas con eso y lo combatís. Combatís los demonios y todo lo que atravesaste. Para mi, es diario tratar de apoyar la cabeza en las noches, tener un poco de paz y poder dormir. No me quedo en lo individual, en que salí de la calle y tengo trabajo, yo pienso en todas mis compañeras paradas en una esquina, mientras yo estoy calentita. Compañeras que aunque no conozca están en ese mundo del que no pueden salir. Las secuelas quedan para siempre, son imborrables, la destrucción del autoestima y de la sexualidad. Desde lo simbólico incluso sucede que por más que yo salga a la calle para ir a trabajar y a tomar el colectivo, frenan los tipos y te preguntan cuánto cobras, o te muestran el pene. La travesti esta asociada a la prostitución y es un combate diario.
“La romantización de la prostitución”
Hay muchas personas que romantizan la prostitución, lo quieren ir edulcorando. No es simple, es muy fuerte. Estamos hablando de personas que estuvimos con 5, 10, 15 o 20 tipos por noche y no porque lo quisiste o deseaste, sino porque había que comer, había que sobrevivir, porque estábamos a la intemperie de lo político y de lo emocional, a la deriva absoluta. Somos niñas adolescentes viviendo en un mundo de adultos, nos manosean, nos abusan y hacen de nuestros cuerpos lo que se les da la gana, todas las noches. Cuando me preguntan sobre los 35 años de nuestra expectativa de vida, yo les pregunto si saben cómo llegan nuestros cuerpos a los 35 años, cuando desde los 14 años estamos todas las noches en una esquina, subiendo y bajando de un coche. Yo le pregunto a las personas, cómo quieren que lleguen nuestros cuerpos.
Cuando te hablan tan banalmente y te quieren pintar la prostitución como una cosa idílica, como una relación entre pares, yo me agarro la cabeza y me digo no puede ser lo que estoy escuchando. Yo me paro y digo soy abolicionista y no soy prohibicionista, ni siquiera del punitivismo, me parece que esa no es la solución. Yo abogo por políticas públicas para que todas las personas que estén en la prostitución dejen de estarlo y esa es mi lucha constante. Hay un discurso muy progre en torno a la prostitución, no se aborda con seriedad y es un lobby que esta bancado internacionalmente por multinacionales y programas de VIH. Hay muchísimo dinero para seguir sosteniendo las empobrecidas en una esquina, porque las que terminamos en una esquina o en un prostíbulo somos las empobrecidas, las migrantes, las travas. Somos siempre las mismas, hay un gran componente de clase. Nuestros cuerpos, nuestras vidas, existencias y sexualidades no se reglamentan. Las abolicionistas abogamos por una sexualidad placentera, elegible, no monogámica sobre todo, hacer lo que querramos pero porque lo elegimos, porque tenemos ganas.