La represión en Guernica permite señalar algunas certezas políticas. Para pensar por qué el Gobierno decidió enviar un ejército contra el pobre, pero sigue sin resolver el problema habitacional.
Por: Revista Sudestada.
Foto: German Romeo Pena
1) Lo que sucedió en Guernica el jueves pasado tiene un nombre claro: represión. No puede definirse de otra manera a un operativo de desalojo de 4 mil policías armados, con disparos de gases lacrimógenos, balas de goma y avanzada sobre familias pobres, quemando casillas. No hay eufemismo posible, y negarlo es alentar una lectura delirante. En Guernica hubo heridos y hubo detenidos, hubo represión y violencia desproporcionada.
2) Ocultarse detrás de la excusa de “Fue una orden judicial” es poco serio para una gestión política de Estado. El Estado tiene todas las herramientas en sus manos para ofrecer otra salida antes que la represiva, y siempre la represión es el recurso que confirma el fracaso de la política o la incapacidad de gestionar de un modo que no utilice la violencia de las fuerzas represivas como respuesta. El Gobierno Provincial no es un ente sumiso ante una orden judicial. Mandar 4 mil policías a reprimir no es señal de fortaleza, muy por el contrario: confirma la incapacidad de articular política ante una crisis. Peor aún cuando la salida represiva parece una línea exclusiva para los pobres, nunca para los otros sectores. De hecho, alcanza con recordar la sedición policial de la Bonaerense de semanas atrás, donde el Gobierno se aseguró a apurar negociaciones, legitimó el reclamo en cadena nacional y aceptó las presiones policiales, que llegaron a rodear la casa del Gobernador con patrulleros y personal armado. ¿Por qué el reclamo salarial de la Bonaerense se resolvió en una mesa mientras afuera había gente armada, y el reclamo por vivienda de Guernica terminó en la orden de represión? La única lectura posible ya sabemos cuál es: fuerte con los débiles, débil con los fuertes.
3) El problema habitacional en la Provincia de Buenos Aires es cada día más grave, porque hay miles de familias que van perdiendo la chance de pagar su alquileres y no tiene dónde vivir, y en ese sentido, Guernica es apenas un relieve en el mapa que se viene. Queda claro que nunca se resuelve ningún déficit habitacional con represión (apenas se corre un poco el tema de la agenda jugando para la tribuna de derecha). Hay que preguntarse por qué inquieta tanto que las familias toman un terreno de forma organizada, y no molesta para nada que esas mismas familias se muevan de forma individual y terminen sobreviviendo abajo de un puente o en rinconcitos marginales. ¿Lo que perturba al Estado es la toma de tierras o la organización colectiva?
4) ¿Por qué el derecho a la Propiedad Privada tiene más valor para el Estado que el derecho a una vivienda, a un trabajo o a una alimentación dignos?
5) Insistir en buscar culpables en las organizaciones de izquierda “que no quisieron negociar” es otra chicana que puede ser utilizada por los opinadores de las redes con pocas luces, pero no de forma institucional. Una vez más, el Estado provincial tiene todas las herramientas en sus manos para buscar una salida negociada. Por otro lado, la difusión de estadísticas incomprobables (cuántas familias aceptaron la oferta del Gobierno, qué porcentaje se retiró, etc.) es avanzar en el terreno de lo supuesto: desde los organismos que censaron la cifra de familias en el predio al momento de la represión era de 1400. Si a la hora de la represión había menos gente, se trata de una retirada lógica para resguardar a los más desprotegidos.
6) Ceder a las presiones represivas de la derecha tiene dos lecturas: o se confirma una debilidad política extrema del Gobierno (que no es capaz de imponer su propia lectura y estilo, y se deja llevar por presiones ajenas) o se asume que, definitivamente, la salida elegida es por derecha, represiva, y ese es el mensaje que se quiere imponer como imagen de gestión. Hoy parece que los sectores que quieren bala y sangre para los pobres en realidad tienen la iniciativa estratégica.
7) El fracaso más profundo de todos es del gobernador Axel Kicillof, que desde hace mucho tiempo cedió la política a manos de su ministro Sergio Berni. Kicillof aparece poco en los medios, poco se sabe de su gestión (sus últimas apariciones están limitadas a anuncios de Seguridad y patrulleros policiales, como si fuera la única prioridad de gestión), porque la referencia mediática de su gobierno es Berni: Berni en tv todas las noches, Berni en títulos de la prensa, Berni en las zonas conflictivas ante las cámaras. Berni es el único gestor del Gobierno con peso propio, y lo que se impone de ese modo es su discurso de derecha, reaccionario, punitivo, maniqueo, básico, sin profundidad, sin chance de debate. Berni hoy es el representante del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, porque Kicillof así lo decidió. Esta decisión de potenciar la acción directa de Berni entraña dos riesgos: uno, posiciona a Berni como opción electoral para el público que quiere mano dura, represión y muertos, y dos, anula cualquier otra expresión política que tenga una línea opuesta a Berni, ya sea progresista o menos de derecha al menos.
8) Entre Kicillof y Berni no hay diferencias visibles: Berni fue respaldado una y otra vez luego de la desaparición y asesinato de Facundo Castro (y del encubrimiento policial que tuvo a Berni como principal articulador), y fue elogiado por el Gobernador luego de la represión en Guernica. En tanto Berni insiste en que al único orden al que se somete es al del Gobernador. No hay ni un solo elemento real que permita conjeturar una diferencia de mirada entre Kicillof y Berni.
9) La gran fortaleza de la gestión Kicillof ni siquiera es propia, a esta altura: es la pésima gestión anterior. El desastre provocado por cuatro años de María Eugenia Vidal en la Provincia es el único capital político que se hace visible en esta primera etapa de gobierno. El recuerdo cercano del desastre que provocó Vidal y el macrismo con el desempleo, el crecimiento de la pobreza, familias sin recursos, educación y salud públicas destruidas, es el único argumento que pueda difundir Kicillof a la hora del balance de estos 10 meses de gestión.
10) ¿Qué va a pasar con las familias sin vivienda? ¿Qué otra salida propone el Estado para las familias que pierden su capacidad de alquilar? ¿Qué política propone el Estado para resolver el déficit habitacional, el aumento del desempleo y el hambre en los barrios? ¿Sólo se van a anunciar planes de Seguridad y compra de patrulleros o hay algún plan de vivienda y alimentación en marcha y no nos enteramos? ¿La política va a seguir en manos de Berni?