Por Editorial Sudestada
Las palabras no salen, las lágrimas invaden a miles de compañeras y compañeros que estuvieron a tu lado. La tristeza nos invade al escribir estas líneas, esbozamos frases que nunca quisimos pronunciar, el vacío se adueña de nuestros corazones. ¿Cómo es posible hablar de Nora Cortiñas en pasado si toda su vida fue un presente de lucha y dignidad? ¿Cómo evocar a Gustavo sin ver su foto en tu pecho Nori, junto al pañuelo blanco, en todas las actividades a las que nunca dijiste que no? ¿La memoria colectiva será capaz de continuar con tu legado, con tu firmeza, con tu coherencia? Millones de militantes del país eligieron siempre estar “del lado Norita de la vida”. Tras ese rezo había una aspiración a la pocos pudieron estar a la altura. Nadie será capaz de sostener tu osamenta de piernas cansadas y de pasos interminables. Estamos huérfanos Nori, nos quedamos sin tu faro. Siempre nos marcaste el camino, ¿Y ahora qué, a quién seguimos?
Es imposible resumir la vida de una gigante como Nora Cortiñas en estas líneas, pero vale la pena apuntar algunas cosas para las generaciones que vienen. Norita asumió una tarea titánica de luchar por la memoria y los ideales de los 30 mil desde que su hijo Carlos Gustavo Cortiñas fuera secuestrado y desaparecido el 15 de abril de 1977, a los 24 años. Se convirtió en una de las queridas Madres de Plaza de Mayo (línea fundadora). De ahí en adelante Norita le puso luz a la oscuridad de la dictadura, recorrió el país acompañando todas las luchas por un mundo más justo. La Plaza de Mayo fue su casa y la de decenas de Madres en miles de jornadas. El recuerdo en las miles de rondas de los jueves es imposible de borrar de la memoria de nuestro pueblo. Hoy te tenemos que despedir abue, pero lo vamos a hacer con una sonrisa, como las que tantas veces nos regalaste. Vamos a agradecerte por siempre tu generosidad, tu militancia y tu coherencia. Y gritaremos todos juntos ¡Venceremos!
Imagen: @ojonomade