Por Editorial Sudestada
Otra vez en EEUU, el presidente argentino retoma la “idea” de que si hubiera hambre habría muertos en las calles, como cuando hace unos días le respondió a un laburante que no llega a fin de mes, que si no llegaría ya estaría muerto. En este caso para ahondar aún más en la destrucción del Estado para convertirlo en ausente, y que de ahí pase a ser criminal, Milei apela a la “superviviencia” de quien podría pasar hambre. Se nota, se sabe, se comprueba, y está recontra chequeado, que este panelista fascista convertido en presidente, jamás tocó de cerca un plato vacío en una mesa de familia, una olla popular, un comedor, una salita de barrio, o que como ingrese algún mango se evapore a los tres días, y se llore por las noches.
Como Milei analiza, ejecuta, y plantea todo a través de números fríos, teorías absurdas, y la humanidad bien corrida al costado, asegura que una persona cuando le toque morirse de hambre algo va a hacer, por eso el Estado no puede intervenir, lo va a hacer otro. ¿Tenemos idea de lo que significan estas palabras, estos conceptos, este lineamiento individual, cruel, miserable, y que tristemente avala una gran parte de este país?
A su vez, los senadores -que de repente luego de la noticia dieron dictamen para la Ley de Bases- recibieron otro aumento de sueldo. En el país de los salarios más bajos de América Latina y el más caro en consumo, los senadores pasarán a cobrar alrededor de 8 millones de pesos por mes. El mes pasado cobraron 7 millones.
¿Qué tipo de coherencia podemos pedir, de qué manera todavía no entendemos que estos siniestros se guarden la comida en galpones, primero digan que no existen, luego que es para catástrofes, y después que solo es yerba? ¿Nos damos cuenta que la clase política está en uno de sus peores momentos pero con los bolsillos reventados a costa del hambre del pueblo?
Milei asegura que ante el hambre el Estado debe ser ausente, y por otro lado, en el Congreso cobran 8 millones de pesos por mes cuando el salario mínimo es de 234 mil.