Incendios y negocios

La zona de Punilla, Córdoba, en este momento sufre incendios intencionales. ¿Qué se esconde detrás del desastre? La ambición del agronegocio.

Por: Luciano Debanne

Ese humo huele a dinero y a ese incendio lo prendieron los que están dispuestos incendiar el mundo a cambio de unas monedas. No es azar, ni accidente, ni proceso natural. Ni tropiezo trágico del destino. Es nafta común en un bidón de plástico semitransparente que compró un peón, y pagó con el mismo billete que le dio un patrón que vive lo suficientemente lejos de las llamas como para no temer por las consecuencias.

Lo saben los vecinos, los bomberos, los intendentes, los pájaros que huyen, la señora que vio venírsele el fuego sobre el alambre de la casa, la policía local, el zorrito calcinado, el legislador que tiene casa por la zona, el almacenero, las familias de la aristocracia de pueblo cuyos hijos se conocen y casan y van a las mismas fiestas de quince, las víboras que ahora aparecen en los patios, la maestra que educa a los hijos de los evacuados, el gobernador y el señor del plan provincial contra el fuego que sale en la radio y lee un informe chamuscado que siempre dice lo que van a hacer, pero nunca dice qué pasó.

Lo saben los mapas en donde los especialistas marcaron qué zonas no deberían poder tocarse para hacer negocios porque son monte necesario para garantizar la vida, para garantizar la vida; y justo eso se quema, mirá qué casualidad.Huele a humo y bicho quemado, el dinero con que se pagan: los departamentos en las ciudades, los dólares blue del mercado negro, las coimas que te hacen mirar para el otro lado, las camionetas de andar por la plaza para que te vean pasar, la cuota de la universidad privada, y el nuevo campo comprado barato porque está en zona protegida pero que ni bien te descuides vas a ver qué también se va a quemar.

Fotos de Ariel Luna

Compartime!

Anterior

Carta en respuesta a la soldado Herrera

Próxima

La mamá de Facundo Castro: “Al señor Berni no le tengo miedo”