La menstruación y el tabú que no termina

Por: Camila Brizuela

Fotos: Proyecto Marea Roja y Marginado Design

La menstruación es un ciclo vital que se desarrolla durante 40 años y cada 28 días, aproximadamente, en la vida de las mujeres y personas con útero pero aún así, sigue siendo un tabú. Hoy es el Día internacional de la Salud Menstrual, día creado para combatir los mitos de la sangre menstrual, así como también para generar redes de información sobre cuidados de la salud y el ambiente, pero también de la economía. 
Según el libro Mi sangre, de Élise Thiébaut, la menstruación sigue siendo un fenómeno misterioso, rodeado de leyendas, de supersticiones, de cosas no dichas y de ideas heredadas, que siguen impregnando mentalidades al punto de afectar la salud y el bienestar de las personas que menstrúan. El estigma alrededor de esta temática tiene consecuencias en la producción de conocimiento y la circulación de información.
Las campañas de salud a nivel oficial no recolectan datos sobre todo lo que implica la menstruación. Una encuesta de la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires demuestra que un 32% declaró no haber recibido información al respecto antes de comenzar a menstruar y la cifra aumenta a un 43% si se trata de personas mayores de 50 años. Es notable la falta de información respecto de los materiales de fabricación, los efectos secundarios a la salud, del tiempo máximo de uso y el impacto al ambiente. Por eso, para combatir el tabú, es necesario pensar al ciclo menstrual de una manera integral, compuesto por la educación, la salud, la sostenibilidad y la economía. 

Educación y activismo menstrual
La educación menstrual es una construcción pedagógica interdisciplinaria que busca una sociedad más justa, saludable y sostenible. Existe una falta de la Educación Sexual Integral porque abarca un porcentaje muy chico dentro de los temas a tratar. Algunos problemas que presenta la enseñanza actual sobre menstruación es que refuerza el rol reproductivo, omite las experiencias particulares, da una idea equivocada del rol de la ciencia en la construcción de conocimiento y se reduce a un mecanismo fisiológico. De hecho, el vacío de investigación respecto a la menstruación puede ser un incentivo para los estudiantes a encontrar respuestas erróneas a sus preguntas.
Frente a la falta de conocimiento y de información sobre estos temas se creó Proyecto Marea Roja, con el principal propósito de hablar del ciclo óvulo menstrual, aunque luego establecieron este entrecruzamiento con los cinco ejes de la ESI: reconocer la perspectiva de género, respetar la diversidad, valorar la afectividad, ejercer derechos y cuidar el cuerpo y la salud. Marea Roja está compuesta por tres activistas que, a través de conversatorios, talleres y vivos de Instagram generan intercambios y ponen en agenda la educación menstrual. 
En diálogo con Revista Sudestada, Agustín Bártoli, Azul Gaspar y Anabela Morales, integrantes del proyecto, afirman que es importante pensar al ciclo menstrual como un periodo que implica a mujeres, varones transexuales, intersex y no binaries. De todas maneras, entienden a la menstruación como un tema que involucra a toda la sociedad, incluyendo a los hombres cisgénero, ya que coexisten con personas menstruantes. 
En este sentido es que les activistas sostienen que si bien se van a cumplir 15 años desde la sanción de la Ley 26.150 de Educación Sexual Integral, es poco tiempo para todo lo que conlleva la ESI en sí. Según dicen, no alcanza solamente con tener los contenidos y los materiales (desactualizados) que se brindan desde el Ministerio de Educación, sino que es necesario que cada educador que enseña sobre estas temáticas primero conozca su sexualidad, y para eso se necesita hablar y poner en agenda estos abordajes.
Desde Marea Roja ponen el enfoque en la educación a partir de las implicancias culturales que conlleva la menstruación, más allá de las fases del ciclo menstrual, la alimentación y otras cuestiones más biológicas. “Todavía falta romper muchos mitos sobre la sexualidad en sí, y la menstruación es un proceso sexual, es un signo vital que no es entendido como tal, aún se lo relaciona con lo sucio y lo asqueroso”, concluyen desde Marea Roja. 

El precio de menstruar
En Argentina existen pocos datos oficiales acerca de la carga económica de la menstruación y de cómo, cuánto y en qué gastan quiénes menstrúan para atravesar su ciclo. Economía Femini(s)ta (EF) es una organización que nació con el objetivo de visibilizar la desigualdad de género a través de la difusión de datos, estadísticas y contenidos académicos. Entre tantos de sus trabajos se creó la campaña #MenstruAcción para mostrar que la menstruación es un factor de desigualdad más. La campaña ya tiene dos proyectos de ley en el Congreso de la Nación y cuatro más en Buenos Aires, CABA y Rosario.
Según datos recabados por la organización EF, en Argentina la mitad de las mujeres gana menos de $17.900 mensuales y el costo estimado de gestionar la menstruación mediante la compra de toallitas y tampones es de entre $3.200 y $4.100. Por eso, el primer reclamo de la campaña es la quita del IVA de los productos de gestión menstrual, por ser productos de primera necesidad. El impuesto sobre ellos pone en desventaja a las personas que menstrúan. 
Por otro lado, en un contexto en el que muchas de las personas desocupadas son mujeres e integrantes del colectivo LGBTIQ+ , no poder adquirir los medios para gestionar la menstruación es un factor de ausentismo escolar y laboral. Las personas en edad escolar que no pueden acceder a productos dejan de ir durante los días de sangrado. Y por lo general, son propensas a incurrir en prácticas poco sanitarias para gestionar su menstruación, que generan mayores riesgos de infecciones e infertilidad. Además, no poder acceder a espacios adecuados expone a quienes menstrúan a múltiples violencias. El segundo reclamo, por eso, busca reparar esta situación exigiendo la distribución gratuita de métodos de gestión menstrual en escuelas, cárceles y otros espacios comunitarios.
En marzo de 2020 el Municipio de Morón aprobó una ordenanza municipal inspirado en la campaña #MenstruAcción que asegura la provisión gratuita de productos de gestión menstrual. En mayo, la ciudad de Santa Fe también lo aprobó. En el mes de julio, la Municipalidad de San Rafael, en la Provincia de Mendoza, se convirtió en el tercer distrito en aprobar un plan de gestión menstrual y el cuarto es Zárate, de PBA. Aún así, se sigue a la espera de una política nacional.

Salud menstrual
Para la fabricación de tampones y toallas higiénicas descartables se utilizan componentes que pueden ser tóxicos para la salud. Estos tóxicos alteran el PH vaginal, dañan la flora y alteran la microbiota, que es necesaria para mantener el ambiente vaginal inmune, saludable y para la protección de infecciones. 
Existen estudios académicos y papers científicos que aseguran la presencia de agrotóxicos algunos descartables como tampones y toallitas. La Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de La Plata en el 2015, encontró presencia de glifosato en el 85% de los descartables derivados del algodón como las toallitas higiénicas y tampones.
Dada la actual falta de investigación, no hay forma de saber si enfermedades como el cáncer de cuello uterino, la endometriosis, la infertilidad y el cáncer de ovario pueden estar relacionadas con el uso de productos de higiene femenina. Por eso, se exige una capacitación de promotores y profesionales de la salud en materia de gestión menstrual para dar a conocer beneficios y contraindicaciones de cada producto y cómo estos pueden afectar a la salud.

Sustentabilidad menstrual y el impacto en el ambiente
Actualmente se estima que son alrededor de 3.380 millones las unidades de toallitas y tampones que se consumen en la Argentina, para las cuales se utiliza una materia prima a base de celulosa, que proviene de plantaciones forestales. Pero además del daño que suponen hacia el medio ambiente, también pueden representar un peligro para la salud de quien las utiliza.
Existe una imperiosa necesidad por realizar un cambio hacia productos de gestión menstrual sustentables. De acuerdo con estimaciones locales, por año se arrojan toneladas de residuos sin tratamiento previo que terminan en rellenos sanitarios o basurales a cielo abierto. Asimismo, los residuos de gestión menstrual también se posicionan como el quinto contaminante de los océanos a nivel mundial. De todas formas, no se recolectan datos sobre las consecuencias de la exposición química a largo plazo por vía vaginal derivada del uso de toallitas y tampones y tampoco se mide el impacto ambiental por el desmonte de selva nativa para el cultivo de pinos de los que se extrae la materia prima de estos productos.
Los recursos sustentables más conocidos son las toallitas de tela reutilizable, copa menstrual, paño absorbente lavable, ropa interior absorbente y esponja marina menstrual. Estos productos fueron incorporados en el proyecto de Ley Integral de Menstruación Sostenible, que propone la entrega gratuita de los elementos necesarios para una gestión menstrual sustentable y  deja afuera toallitas y tampones desechables.
Además, hasta el momento se presentaron 16 proyectos de ley de alcance nacional, provincial  y local que buscan que estos reclamos se conviertan en políticas públicas. Por otro lado, un proyecto presentado en la Cámara de Senadores de la Nación propone declarar de forma oficial al 28 de mayo como Día Nacional de la Salud Menstrual, ya que el nombre original de esta fecha es el Día Internacional de la Higiene Menstrual, pero como dice la investigadora Eugenia Tarzibachi, citada en el documento, “la idea de la higiene reproduce un modo de cargar de significante al cuerpo de las personas que menstrúan como sucio. Es tiempo de sacar a la menstruación del closet”.
Frente a todos estos reclamos y en el marco del mes menstrual de este año se conformó la Red Federal de Activismos Menstruales (AMRed). El objetivo es nuclear a las organizaciones territoriales que trabajan estos temas para revertir las desigualdades producidas por la falta de acceso a productos de gestión menstrual en el país.
En un contexto en el que el Estado incorporó los reclamos de este activismo a la agenda oficial y algunas provincias aprobaron planes de salud menstrual que incluyen la provisión gratuita de productos, la Red busca trabajar conjuntamente para que los instrumentos institucionales sean utilizados en consonancia con las demandas comunitarias. Entre los reclamos principales para la implementación de políticas públicas se exige garantizar la participación de activistas menstruales en todos los procesos de formación y focalizar en la atención primaria a la salud y en los niveles educativos primarios y secundarios con la Ley 26.150 (ESI) y la Ley Yolanda (27.592). 
La gestión menstrual tiene un costo en la salud, en la economía y en el ambiente, y es un factor extra de desigualdad para las personas menstruantes que sigue invisibilizado. Hoy, en el Día Mundial de la Salud Menstrual, es necesario hablar del tema para romper el tabú y generar conciencia de que la menstruación involucra a toda la sociedad, para así alcanzar la sanción de políticas públicas relacionadas con la gestión menstrual a nivel nacional y mundial.

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